Publicado: julio 23, 2025, 2:07 pm

«Lo ocurrido ayer no puede repetirse, semejante exposición del menor no puede volver a tener lugar, y la ejecución, la entrega al padre, debe producirse. No hay más. El aplazamiento no es para valorar nada: es para hacerlo, este viernes, y hacerlo bien, porque se ha demostrado que el Punto de Encuentro Familiar no fue el lugar adecuado».
Así de taxativa se mostró en la mañana de este miércoles Cristina Luis, magistrada de Instrucción 3 de Granada, sobre la entrega de Daniel Arcuri, hijo de Juana Rivas, a su padre. EL MUNDO ha accedido al contenido de la reunión, en la que se discute el lugar de la entrega, por dos fuentes presentes.
En la cita, para poner de acuerdo a las partes sobre el lugar de ejecución de la sentencia italiana, se plasmó el pasmo tanto de la juez como del fiscal por la «sobreexposición» de Daniel por parte de su madre, su asesora Francisca Granados y sus abogados, como lo nocivo para el niño del «acompañamiento» por parte de Granados e incluso del hermano mayor, Gabriel, de 19 años, en el trance.
El fiscal, así, llegó a pedir «que sólo formen parte» del dispositivo los padres, un letrado por cada parte y el menor, además de psicólogos para los tres actores principales, «incluso en los días previos».
El fiscal, así cargó duramente, sin nombrar a nadie -«no es el momento de personalizar, pero lo de ayer no se puede repetir», dijo-, contra Granados, quien a la puerta del Punto de Encuentro Familia le gritó a Daniel, con más de un centenar de periodistas presentes: «¡Dilo, habla, ahora, di lo que tengas que decir!».
No sólo la psicóloga y los letrados que acompañaban a Arcuri entendieron estos hechos como una manipulación y una «sobreexposición», tal y como dijo hoy la magistrada, indeseable. Incluso las psicólogas del Punto de Encuentro Familiar, según ha podido saber este diario, se sorprendieron de la virulencia con que Daniel Arcuri escenificaba en el interior el rechazo a ver a su padre: «¡No me escucháis! ¡No me escucháis!», gritaba, mientras todos le escuchaban.
El fiscal también mencionaba, sin mencionarlo, al hermano mayor de Daniel, Gabriel, quien según la Justicia italiana participa de las «inducciones» al menor contra su padre, y quien prácticamente no se separó del niño durante las tres horas de psicodrama en el centro, con Arcuri metido en una habitación y sólo teniendo acceso a su hijo, finalmente, cinco minutos.
El fiscal dejó claro que hay que «evitar acompañamientos» que «entorpezcan dar cumplimiento» a la sentencia italiana, y zanjó: «Lo de ayer atenta gravemente contra los derechos del menor».
En lugar de aparecer en coche y recorrer los apenas seis metros obligatorios hasta la puerta del Punto de Encuentro, Daniel Arcuri realizó ante centenares de cámaras un insólito paseíllo de 150 metros, con su madre llorando a su lado abrazada no a él sino a Francisca Granados, quien luego procedió a darle órdenes al menor a la puerta del lugar -y de paso a los periodistas congregados-.
El propio Daniel, en lugar de entrar al centro ipso facto, estuvo 15 minutos en la puerta, gritando teatralmente a los medios «me quiere matar», mientras una veintena de ‘activistas feministas’ le gritaban: «¡Dilo, dilo! ¡Habla ahora!» -la Fiscalía española ha dejado por escrito que el menor le dijo a un juez italiano 13 días antes de viajar a España, en diciembre, que quería vivir con su padre, e Italia ha sentenciado tres veces que el niño sufre manipulaciones de la madre y de su hermano, Gabriel-.
«No voy a calificar quienes son los responsables de lo de ayer, creo que no merece la pena», ha llegado a decir hoy el fiscal, quien ha señalado que el intercambio de custodia del menor debe hacerse en un lugar «sin exposición ni interrupciones», y pidió que participen en él «vehículos de la Policía autonómica sin distintivo». «Esto se va a ejecutar», llegó a decir la magistrada, según fuentes presenciales, para despejar el fantasma de 2017, cuando Rivas despareció con sus dos hijos.