Publicado: julio 20, 2025, 8:07 am
El miércoles se cumplen dos años desde las elecciones generales del 23 de julio de 2023. Dos años de vértigo político que han estado marcados por la amnistía, el caso Koldo, la financiación singular de Cataluña o la fragmentación cainita del espacio a la izquierda del PSOE. También por los cinco días de «reflexión» de Sánchez sobre si merecía la pena seguir en Moncloa. O por las imputaciones de su esposa, de su hermano y del fiscal general. O por el choque de cuernas migratorio de PP y Vox, que puso fin a sus cinco coaliciones regionales. O por el apagón, el caos ferroviario, la guerra de Ucrania, los aranceles de Trump, el exterminio en Gaza o el rearme. Por citar sólo los temas estrictamente ineludibles.
En términos de intensidad política, estos dos años de dulce condena para Sánchez -acumula más dificultades gubernativas y personales que ninguno de sus antecesores, pero sigue en La Moncloa- han valido por una década. La sensación de que puede pasar cualquier cosa se ha desbocado. Sobre todo, desde la primavera de este año. De manera que la pregunta clave para hacer balance de la primera mitad de legislatura no es tanto por qué ha pasado todo lo que ha pasado, sino ¿y ahora qué? ¿Qué futuro le queda al Gobierno? ¿Llegará Sánchez a 2026? ¿Alguien podría soportar dos años más como éstos?
Diversos miembros del Gobierno y dirigentes del PSOE consultados por este diario comparten un diagnóstico común: todo dependerá del otoño de 2025. Si Sánchez capea el temporal del caso Cerdán y logra reconducir el rumbo hacia la regeneración pública y los avances sociales, podrá seguir, aunque sea arrastrando los pies y pagando un precio muy caro a Podemos y Junts. Si la UCO apunta al enriquecimiento del PSOE gracias a la trama, la legislatura estará vista para sentencia. Claro que Sánchez cree que si eso mismo no sucede, él remontará súbitamente.
Por lo pronto, en Moncloa ya se ven salvados por la campana de las vacaciones. «España llega al verano con la peor situación política en décadas y la mejor en todo lo demás: economía, avances sociales y medio ambiente». Y hablan de hacer un «reseteo» en agosto, para volver a la carga en septiembre con un nuevo plan de resistencia. «Vamos a resetear la legislatura en septiembre como si empezara una nueva, y vamos a esforzarnos al máximo en darle un propósito a lo que queda» de mandato, explican en el núcleo duro de los maitines de Sánchez. «Vivienda y regeneración pública serán los dos grandes ejes», reconocen.
«Esto puede durar dos meses o dos años», reconocen en el Ejecutivo
Estrategias aparte, en Moncloa esperan una reanudación de las hostilidades en cuanto se reanude el curso político. «¿Por qué no han registrado aún el piso de Cerdán? Porque se lo han dejado para septiembre», ejemplifican. Sánchez celebra que los últimos titulares sobre corrupción lleven las siglas del PP, por el caso Montoro, pero en su equipo saben perfectamente que «el fantasma de Cerdán no va a desaparecer» así como así. En todo caso, la comparación que hacen es con la situación de extrema debilidad que afrontaba el Ejecutivo hace apenas un mes, cuando la UCO demostró que el secretario de Organización del PSOE y mano derecha del presidente era el vértice de la trama Koldo. Dos años después de que la concentración del voto contra Vox le diera a Sánchez la bola extra, el argumento principal de la obra es durar en el poder. Seguir y esperar a que pase algo que alinee de nuevo los astros y las urnas en favor de Sánchez. La ambición de permanencia es el motor que lo mueve todo. No es que el fin justifique los medios, es que el fin ya es un medio en sí mismo.
Pedro Sánchez y Patxi López se saludan efusivamente tras el pleno extraordinario del 9 de julio.
Pero, ¿se pueden aguantar dos años más así? «Depende de muchas cosas, pero Sánchez es capaz; todos lo vemos capaz», acotan en Moncloa. «Se ha instalado en la opinión pública que el Gobierno está fatal, eso ha calado en los ciudadanos, pero aguantamos seguro», añaden en Ferraz. «La imagen que hemos dado con Ábalos y Cerdán es mala. Los hemos echado, pero eran los dos tíos más importantes del partido: esa imagen no te la quitas ya, es la realidad», se lamenta, en conversación con este diario, uno de los principales dirigentes del PSOE. «Nuestro problema es la maldita hemeroteca», reconoce. Ciertamente, el PSOE dijo en la campaña electoral que jamás haría una amnistía, porque no cabía en la Constitución, y la hizo. Y la defendió con el ardor de los conversos. El PSOE también dijo que sin Presupuestos hay que convocar elecciones, pero gobierna con unas Cuentas que son de la anterior legislatura. Y estaba en contra del cupo catalán… hasta que dejó de estarlo porque necesitaba a ERC para investir a Salvador Illa presidente de la Generalitat. Esa mochila pesa mucho. Sobre todo, del Ebro para abajo.
«Lo de Cerdán ha desestabilizado por completo al Gobierno»
«Esto puede durar dos meses o dos años», se sincera un alto cargo del Ejecutivo. «Pedro tendrá que decidir si es mejor que haya elecciones después de las elecciones autonómicas y municipales» o si les hace caso a los alcaldes y dirigentes territoriales que le piden que celebre antes el plebiscito sobre sí mismo, para no perjudicarles como en mayo de 2023, cuando los ciudadanos le dieron al presidente una patada en el culo de sus barones: Ximo Puig, Javier Lambán, Francina Armengol, Guillermo Fernández Vara y Ángel Víctor Torres perdieron el poder entonces, y sólo Page revalidó su mayoría. Por eso en las quinielas de muchos socialistas se marca en rojo la coincidencia de las generales con las andaluzas, que tocan en junio de 2026. Aunque nadie se atreve a hacer pronósticos, y cunde en el Consejo de Ministros una sensación de indeterminación, como de vivir en una larga campaña sin urnas.
Eso sí, el discurso de Vox contra los inmigrantes irregulares e incluso contra los españoles de segunda generación foránea ha reactivado la lógica de resistencia común de los socios del PSOE y hace inviable que tumben a Sánchez. Al menos, si la UCO no descubre evidencias de financiación irregular del partido. Eso es, precisamente, lo que les ha transmitido Sánchez a los suyos. «El presidente tiene pilas para seguir dos años. Además, el PSOE está muy detrás de él y él nos está haciendo una reflexión: si no hay financiación irregular del partido en el caso Koldo, todos nos sentiremos muy aliviados y recargaremos energía», explican las fuentes. «Pero pueden pasar 40 cosas», tercian en Moncloa.
Paradójicamente, la incertidumbre es la única certeza a dos años vista, pero si el caso Koldo no escala, Sánchez seguirá. Y seguirá porque existe Vox. Así de sencilla es su ecuación estratégica. La gran argamasa del PSOE y sus socios es, fue y será el miedo a que Abascal toque pelo en un Gobierno de Feijóo. «El PP no va a poder hablar con nadie. Vox es tóxico para el PNV y para todos los demás», juzgan en el PSOE. «La tibieza de Feijóo con Vox en inmigración nos ha salvado; ahora estamos mucho mejor que hace un mes».
«La imagen de Cerdán y Ábalos ya no nos la vamos a quitar»
También el caso Montoro le ha dado algo de oxígeno al PSOE. Éste es al análisis que hacen en el Grupo Parlamentario Socialista: «Hay un nivel de crispación, desencanto y erosión muy alto por la corrupción. La corrupción nos golpea con fuerza, pero también al PP, que sigue arrastrando esa marca. En parte, por eso crece Vox. Hay una desconfianza muy honda y un nivel de ruido y falta de diálogo brutal. Se han roto los puentes entre el PSOE y el PP, entre el PP y el PNV, entre Podemos y el PSOE… pero la clave de todo es Vox. Mientras Feijóo siga sin distanciarse, Vox seguirá subiendo y el miedo a Vox, también».
Pedro Sánchez observa a Santos Cerdán dirigirse a su escaño en el Congreso, el 11 de junio.
No todos en el Gobierno ven el vaso medio lleno. «Tenemos que cambiar la manera de dirigirnos a los ciudadanos. El ruido no nos beneficia, porque siempre acaba perdiendo el que tiene el caso [de corrupción] más cerca y más fresco», y ése ahora es el PSOE, apunta una ministra. «Tenemos que hablarles a los ciudadanos en términos propositivos y demostrarles que somos diferentes, no siempre con el y tú más», añade.
En Presidencia, algo más aislados de las inflamaciones parlamentarias, coinciden: «Queda mucho por hacer. Tenemos que demostrar que nuestro compromiso contra la corrupción es muy decidido, y eso la gente sólo lo entenderá cuando vea medidas contundentes sobre la mesa». La clave, creen, es volver a marcar los tiempos de la legislatura: «Tenemos que recuperar la agenda. Hasta marzo teníamos el control de la agenda, pero el apagón y Cerdán han desestabilizado completamente al Gobierno. Teníamos muchas cosas preparadas, muchas medidas sociales y económicas que han quedado interrumpidas porque el apagón, primero, y Santos, después, nos han capturado la agenda y la energía política».
Cada votación, un Vietnam: Junts quiere tumbar el decreto energético
¿Qué va a hacer el Gobierno para recuperar la confianza perdida? «Vamos a acelerar mucho por el carril anticorrupción y vamos a retomar la agenda social». Por lo pronto, Moncloa ya está negociando con los socios qué iniciativas podrán salir en septiembre y octubre.
El PSOE sabe -y asume- que pasará un quinario en cada votación. El pleno-escoba del martes el Ejecutivo se ha descafeinado con la retirada de dos de las leyes que se iban a votar -la reducción de la jornada y la Ley Bolaños-, y ni siquiera así están atadas todas las votaciones. La convalidación del decreto para el refuerzo del sistema eléctrico tras el apagón pende de un hilo, porque Junts se opone, con «discrepancias hipertécnicas», a darle el ok.
Las derrotas parlamentarias, que antaño eran motivo de crisis, ahora se descuentan y se asimilan con normalidad. Todo es digerible ahora en la política española. «Está muy complicado, porque Junts compite con el Vox independentista (Aliança Catalana), pero no vamos a perder la votación de ninguna ley importante», confían en el PSOE.
La segunda mitad de la legislatura será un calvario para Sánchez, pero nada será en vano para él si logra resistir. Iván Redondo le enseñó al presidente un mantra aprendido de Aznar: «Un día más en La Moncloa, un día menos para el enemigo». Ahora Diego Rubio, experto en prospectiva, lo ha convencido de que deje de preocuparse por las encuestas y las elecciones, porque nadie sabe nada.
Por lo pronto, en septiembre y octubre Sánchez se volcará en su perfil internacional, que hasta ahora ha sido su mejor refugio político para airearse del tormento de la política doméstica. Irá a la Asamblea General de la ONU o al Consejo Europeo, entre otras citas. Llegados al ecuador de la legislatura, Sánchez se abona a la máxima de Antonio Gamero: «Como fuera de casa, en ningún sitio».