Publicado: junio 21, 2025, 2:07 am

«Yo estoy bien»; «las cinco y sin comer», son expresiones aparentemente antónimas, pero rigurosamente sinónimas en su significado intrínseco. Lo primero lo dijo cuando las inundaciones de Valencia ya se habían cobrado 228 vidas humanas. Lo segundo, después de haber sometido a los periodistas a una espera de cuatro horas mientras el Comité Federal le enjabonaba la espalda. O sea, que él es el centro y el origen del universo. Su estrategia es bastante simple: se limita a aplicar a rajatabla el principal hallazgo de Rodríguez Zapatero: no hay factor más aglutinante para los nuestros que el odio a los de enfrente. El odio es un pegamento que une mucho, más que hacer la mili juntos, y es definitivo para garantizar la unidad de la izquierda. De ahí que no haya importado la cantidad y calidad de sus perversiones, sus corrupciones y sus vicios. Al final de sus torpes balbuceos exculpatorios siempre está el broche definitivo: peor sería el PP.
Hasta Arnaldo Otegi ha descalificado el argumento: «Lo de la alternativa es peor ya no vale»; la dirigente de Podemos Ione Belarra ha declarado «muerta» la legislatura y otro socio preferente, Gabriel Rufián, después de criticar severamente a Sánchez ha hecho una propuesta pragmática, utilitarista: «Vamos a aprovechar el tiempo que nos quede». El PP no debe confiar en la palabra de Otegi. También dijo que en su formación «hay cero casos de corrupción». No hay en realidad podredumbre comparable a la suya, la de aplaudir cuando los terroristas afines asesinan a sus enemigos.
La mayor parte de los cómplices, que no socios, se han negado a fotografiarse con el inquilino de la Moncloa: PNV y ERC. Sí lo han hecho Junts y Bildu. Podemos no ha asistido a la cita. A Rufián y a Maribel Vaquero les da vergüenza la actitud de Sánchez aunque parece que van a saber sobrellevarla a poco que la coima merezca la pena. No han renunciado a trincar pero les da vergüenza la compañía. El que fue ministro de Cultura con Zapatero, César Antonio Molina, discurre por la misma vía: Sánchez debería haber dimitido pero «no tiene vergüenza, ni honor».
A Sánchez le están dando la espalda quienes antes eran, más o menos, sus fieles escuderos. Su vicepresidenta segunda y su inefable ministro de Cultura, Urtasun, lo plantaron en el pleno del miércoles. Juan Luis Cebrián le sacudía un tantarantán notable en The Objective, con esta sentencia inapelable: «Lo preocupante para el PSOE no es el futuro ya liquidado de su primer secretario, sino el del propio partido, el de este país y el de nuestra democracia».
José Sacristán, irreductible estandarte de la progresía, se manifestaba muy crítico: con tres calificativos enérgicos : «Es vergonzoso, terrible, lamentable. No se soluciona pidiendo perdón». Hasta ‘Jorgeja‘, irredento admirador en la última década, cantaba la gallina: «Desde que salió lo que salió, ando como vaca sin cencerro. Porque un día me encontré a Ábalos por Mediaset y le dije que era fan suyo», relata en su blog, calificándoles además de «gente indeseable».
El ninfo se está quedando definitivamente solo. Ya solo le falta que la contable de las saunas le pida el divorcio.