Publicado: mayo 17, 2025, 1:07 am

Contaba aquí Marta Belver que las cosas de palacio van despacio y, si el palacio es el de La Moncloa, más, según parece, porque la causa socialista contra José Luis Ábalos está a punto de cumplir 15 meses sin avances significativos. Bueno, en realidad, sí los está teniendo, pero en otro ámbito que es bastante ajeno a la Comisión de Control y Garantías del partido.
Sometido a suspensión cautelar de militancia en febrero del año pasado, a partir de que estallara el caso Koldo, que debe su nombre a Koldo García Izaguirre, el tipo al que según parece, conoció cuando era portero en el puticlub Rosalex, de Pamplona. A qué había ido Ábalos a un puticlub y cuántas veces para haber trabado en él una confianza estrecha con el tío de la puerta es un misterio del que no sabría dar razón, pero parece que el negocio del putiferio es asunto que proporciona coherencia en el entorno familiar del presidente del Gobierno, entendiendo como tal su familia política, empezando por el malogrado Sabiniano y siguiendo por su hermano Francisco Enrique que acaba de ser sancionado por una inspección de trabajo en un prostíbulo que tenía en un pueblo de Segovia.
Kilómetro ochenta se llamaba el lupanar y no era gay porque la denuncia era por explotar a 11 prostitutas de nacionalidades brasileña, colombiana y nigeriana. Tal como decía Don Mendo en la obra de Muñoz Seca: «Y me anulo y me atribulo/ y mi horror no dismulo,/pues aunque el nombre te asombre/ quien obra así tiene un e dieznombre,/y ese nombre es el de… chulo».
Chulo, rufián, macarra, cafiche, proxeneta, alcahuete, tercero, padrote o canaca, que el diccionario de la Real es bastante generoso a la hora de proveer sinónimos, pero uno no se habría podido imaginar hace 10 años, qué digo hace 10, hace cinco que los asuntos de Estado iban a tratarse en un nivel de prostíbulo o, por seguir tirando de términos sinónimos: burdel, lupanar, manfla, mancebía, puticlub, congal o queco. Hace cinco años podría haberse dicho que el Gobierno es una casa de putas, pero en un sentido más laxo que le otorga el diccionario, como lugar de gran desorden y no como espacio privilegiado para la práctica del amor venal. Esto sin necesidad de hablar de la red de paradores y de las fiestas que allí tenían esta pareja de golfos que formaban Koldo y Ábalos, dignos herederos de aquel gran Roldán al que inmortalizó Interviú en gayumbos de topos con hinchables de piscina y rastros de nieve en la mesita.
Todo esto se está hinchando mucho, hasta el punto de rizar el rizo: Pedro Sánchez ha confiado la tarea más delicada, derrotar a Ayuso, al más inútil de sus ministros, Óscar López Águeda, mandamás en Paradores en la época de las movidas nocturnas de Ábalos, pero con un pasado que no sé yo si el yerno de Sabiniano podría llegar a perdonar: en 2016 tuvo un almuerzo con el ex comisario Villarejo para pedirle información sensible sobre los negocios de la familia Gómez Serrano. Entonces no había descubierto aún que acabaría siendo un sanchista acérrimo y trataba de apoyar a Patxi López en las primarias que finalmente ganó Sánchez.
En el PSOE, los guasaps tienen a la militancia en shock: El 82%los considera expresión de la cercanía entre el presi y su antiguo número 3, pero es, además el temor de la cúpula sanchista a que EL MUNDO siga publicando más. Imagine el lector lo que dirá de Marlasca. Para empezar.