Publicado: mayo 14, 2025, 3:23 pm
Entre 2016 y 2021, Apple invirtió 275.000 millones de dólares en China. Esto equivale al triple del gasto anual del Plan Marshall, el programa polÃtico-económico con el cual Estados Unidos se blindó como co-administradores de una Europa devastada por la II Guerra Mundial. La comparación es necesaria: durante estos años, Apple ha capacitado profesionalmente a unos 28 millones de personas en China, una cifra que supera la fuerza laboral total de California.
Ahora China vuela libre, focaliza su fuerza laboral en su propio producto y planta cara a una guerra arancelaria donde no piensa dar su brazo a torcer. Apple ha sido, en parte involuntariamente, el agente que ha fomentado este cambio histórico. Como dicen en The Times, la Apple de hoy no es que dependa de las ventajas que encontró en China: depende de las ventajas que desarrolló allÃ.
Este es el núcleo de una tesis formulada por Patrick McGee, periodista y responsable de cubrir la actualidad de Apple en China desde el medio Financial Times. Acaba de estrenar libro, ‘Apple in China’, y contiene 400 páginas atiborradas de datos esenciales para entender qué narices está pasando en el mundo actual.
La paradoja fundacional
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¿Qué lleva a una empresa a invertir el equivalente al PIB de Finlandia en un socio relativamente desconocido? Durante más de dos décadas, Apple ha perfeccionado un ecosistema de producción dependiente de China. Lo que se desconocÃa es que fue la propia Apple quien ayudó a construirlo desde cero. Porque en 1999 ningún producto de Apple se fabricaba en China. Para 2009, casi todos venÃan de allÃ. Lo que ocurrió en esa década es, según Patrick McGee, un acontecimiento geopolÃtico tan importante como la caÃda del Muro de BerlÃn. Pero, a diferencia de aquel, esta transición sucedió en silencio.
Claro, todo esto sin portadas salvo el tÃpico legajo que los llegaba en forma de noticia de MacRumors. Nos importaba lo justo. No tenÃamos imágenes icónicas de figuras emblemáticas estrechando la mano, sin manifestaciones. Solo cifras, logÃstica y un par de sonrisas en cada Keynote. Y estamos hablando de cifras que superan de largo el presupuesto invertido en ciencia de todo EEUU.
En Apple in China, el corresponsal del Financial Times especializado en Silicon Valley traza la lÃnea: China no era la fábrica de los iPhones, era el paÃs que los desarrollaba. Las capacidades y «el talento no existÃa que Apple las desarrolló allû, tal y como relata McGee para Bari Weiss, fundadora de The Free Press, le entrevistó hace unos dÃas: «China es el único lugar del planeta que posee la competencia tecnológica en fabricación. Pero esas capacidades no existÃan hasta que Apple las desarrolló allë.
Es decir, el pueblo chino fue entrenado para tal fin. A nivel industrial: solo en 2015, Apple destinó 55.000 millones de dólares a su infraestructura en China. Su escala de formación, transferencia de conocimiento y coordinación logÃstica no tiene precedentes en la historia empresarial moderna. Solo podemos compararlo, históricamente, con los departamentos de Defensa de paÃses enteros.
De lo imposible a lo omnipresente
Un ejemplo que el libro narra con todo lujo de detalles: Apple trató de producir en Taiwán con ayuda de paÃses como Japón y Singapur. Al final, estaban colaborando con medio oriente. Pero cuanto más se comparaban los costes y la elasticidad laboral del entorno chino, más clara se hacÃa la decisión. En 2003, la consolidación era ya irreversible. China era el socio obvio.
Tim Cook, entonces responsable de operaciones, ejecutó esta transformación con una eficiencia radical. El famoso iMac G4 —el modelo «lamparita«, ese que partÃa de la idea del flexo de Pixar— marcó el punto de inflexión. Ningún paÃs daba la talla y China ofrecÃa no solo mano de obra, sino la posibilidad de rediseñar, prototipar y escalar de forma vertiginosa. Hoy, 200 millones de norteamericanos llevan iPhone en el bolsillo y es por la misma dinámica, por haber encontrado el único socio capaz de asumir el coste, la escala y la precisión técnica idónea para fabricar cientos de millones de dispositivos al año. Algo que ahora está a punto de reventar.
The Information dio el dato en su dÃa: en 2016 Apple firmó un acuerdo confidencial con el gobierno chino valorado en 275.000 millones de dólares. A cinco años. Entre las «cláusulas» figuraban estrategias geopolÃticas tan salvajes como que las Islas Senkaku, parte del archipiélago de Japón pero que China reclama bajo el nombre de Islas Diaoyu, se mostraran más grandes en Apple Maps incluso cuando se hiciera zoom hacia afuera.
La relación fructiferó y el toma y daca se mantuvo mientras se construyeron nuevos centros de I+D (hasta veinte), nuevas tiendas y la colaboración con el mayor empleador del paÃs, la local Foxconn. A cambio, China ofrecÃa estabilidad regulatoria. Este pacto, según McGee, ha sido una de las piedras angulares del modelo Apple moderno. Dicho en claro: sin esto, Apple no serÃa la empresa más valiosa del planeta.
La presión de Trump y los intentos de diversificación
Y llegamos a la actualidad. Al presidente Donald Trump convirtiendo a Apple en blanco de su polÃtica industrial —ya desde su primera legislatura—: «Voy a conseguir que Apple empiece a fabricar sus ordenadores y sus iPhones en nuestro territorio, no en China», prometÃa en 2016. La guerra comercial, con su aluvión de aranceles, aceleró la estrategia: tocaba diversificar la producción.
Asà bien, en 2023 Apple comenzó a trasladar parte de su fabricación a India y Vietnam. Lo hemos contado: Cook confirmó que, para 2026, la mayorÃa de los iPhones vendidos en EE. UU. se ensamblarÃan en India. Y en febrero de 2025, Apple anunció una inversión de 500.000 millones de dólares en territorio estadounidense para reforzar la fabricación nacional. Y Trump presume que él ha sido el actor clave. El iPhone «made in EEUU» no es viable. De momento.
Pero como admite McGee, esa diversificación es parcial. Es un regale. Apple depende todavÃa del ecosistema que ayudó a construir. Una dependencia estructural asà exige décadas de reingenierÃa. Asà que la pregunta de si Apple puede desvincularse de China se responde sola: Apple no está atrapada en China, tampoco es rehén, pero el coste puede dejar a Apple tiritando, a niveles económicos propios de 2018. Apple ha terminado alterando el equilibrio geopolÃtico del siglo XXI y esta historia no estaba contada. McGee considera a Tim Cook el CEO más exitoso de los últimos 20 años. Es más que eso: ha sido un estratega polÃtico único en su generación.
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La noticia
«Tim Cook ha llevado a Apple al corazón de la guerra comercial» y este libro argumenta hasta qué punto
fue publicada originalmente en
Applesfera
por
Isra Fdez
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