Publicado: mayo 10, 2025, 6:07 am

El robo de cable de cobre en España es uno de los delitos más perseguidos por la rapidez con la que se incrementa y por la sofisticación de las organizaciones que lo ejecutan. La sustracción que paralizó la alta velocidad entre Madrid y Andalucía fue el escaparate público de una situación que lleva sosteniéndose años.
Por eso, la Guardia Civil nunca contempló la posibilidad de que se tratase de un sabotaje, como clamaba el ministro Óscar Puente ante los micrófonos y las redes sociales. Los agentes sabían que el robo era obra de la delincuencia común, de un grupo muy bien estructurado en el que cada persona tiene su función.
La sustracción empieza en los tramos que no están vigilados. Ni por cámaras de seguridad ni por agentes de la Guardia Civil, que son los que se encargan de la seguridad en las zonas rurales y cuyas patrullas están bajo mínimos.
Por tanto, a las bandas dedicadas al robo de cable de cobre les es relativamente sencillo hacerse con el material. Dicho esto, es necesario aclarar que esta sustracción requiere de especialización, organización y mucha estructura.
El primer escalón son las familias que tradicionalmente se dedican a la sustracción de este material. El oficio suele pasar de generación en generación. Son multirreincidentes. Eligen un punto y se desplazan hasta él con furgonetas o camiones dado que el cable de cobre es muy pesado, tiene un diámetro considerable, similar al de los cables de alta tensión. Quien lo arranca tiene que ir equipado con herramientas especiales, enroscarlo, cargarlo y transportarlo. Y es ahí donde entra el segundo estamento de la cadena delincuencial.
A la familia le indican un punto en el que depositar el material robado. A veces hay personas esperando y otras veces, no. El cable se deja en ese punto y otros miembros de la organización son los encargados de recogerlo para llevarlo a una nave industrial, donde la recepcionan personas distintas. En ocasiones, el metal puede permanecer camuflado allí durante meses; hasta que la organización encuentra el momento adecuado para darle salida. Generalmente, China es el principal receptor. Las mafias trasladan el material hasta una zona. El motivo por el que el país asiático es el principal receptor radica en la escasez de suministros que tiene el material.
El precio del cobre tiene un valor de más de 10.000 euros por tonelada. En muchas ocasiones, los delincuentes venden el cable por un precio de 10 euros el kilo en los desguaces, donde los controles son mínimos e, incluso, inexistentes. Cataluña es un punto caliente para estas organizaciones delictivas. Precisamente, una operación de los Mossos d’Esquadra ejecutada el año pasado desbarató una importante mafia dedicada al robo de cable de cobre. Semanas antes, Óscar Puente también lo había denunciado como un acto de sabotaje.
La sustracción de cobre y materiales conductores casi se ha duplicado en los últimos cuatro años, al pasar de 2.365 robos conocidos en 2021 a 4.433 en 2024, al igual que el número de detenidos e investigados por estos hechos, según datos del Ministerio del Interior. Los hechos delictivos relacionados con la sustracción de estos materiales se mantuvieron prácticamente estables entre 2019, cuando se registraron 2.367 robos hasta 2021 (2.365), con la salvedad del descenso de 2020 (1.460), debido al confinamiento por el covid. Fue a partir de 2021 cuando se inició el incremento del número de robos, con 3.650 en 2022, 4.053 en 2023 y los 4.433 del pasado año, según los datos de Policía Nacional, Guardia Civil, Policía Foral de Navarra y policías locales facilitados al Sistema Estadístico de Criminalidad. Tres comunidades autónomas (Castilla-La Mancha, Andalucía y Madrid) coparon la mitad de las sustracciones de cobre y otros materiales conductores del pasado año.
4.433 ROBOS EN 2024. El número total se incrementó respecto al año anterior, cuando se contabilizaron 2.365.
ESTABILIDAD. Entre los años 2019 y 2021 las sustracciones se mantuvieron prácticamente estables y oscilaron entre 2.367 y 2.365.
LA PANDEMIA. El año de confinamiento por la pandemia (2020), lógicamente, se rompió la estadística y se contabilizaron menos, 1.460.