Publicado: mayo 9, 2025, 6:07 pm
El Rey Felipe VI ha homenajeado este viernes a Josep Borrell, galardonado en el monasterio de Yuste con el XVIII Premio Europeo Carlos V, pero a la vez ha lanzado una clara advertencia ante los riesgos, amenazas y cambios geoestratégicos que se están produciendo en la política mundial: «Con Europa, el derecho será siempre más fuerte que la imposición». Así lo ha pronunciado el Rey en una ceremonia marcada -a diferencia de otros años- por la preocupación de los últimos acontecimientos internacionales, explicitada por un demoledor discurso del galardonado, que fuera Alto Representante de la Política Exterior y la Seguridad de la Unión Europea y presidente del Parlamento Europeo.
«Europa es la respuesta a muchos interrogantes. Lo fue en el pasado, como ejemplo de superación de los errores cometidos. Y lo sigue siendo ahora», ha señalado Felipe VI, que ha subrayado que nuestro continente «es un faro de integridad en un mundo cada vez más sombrío, en el que los derechos y libertades se encuentran amenazados». Así, ha deseado que «su luz no se apague depende de nuestra capacidad para renovarla y de nuestra voluntad para defenderla. Depende de que no la demos por sentada, sino de que la fortalezcamos cada día. Sigamos creyendo en Europa, pero, sobre todo, sigamos reinventando Europa».
El Rey ha recordado que «Europa nos ha dado mucho, tras un largo proceso histórico lleno de luchas, errores trágicos y también grandes avances esperanzadores», entre las que ha concretado: «Una paz duradera como nunca antes -a pesar de que persisten conflictos en nuestras fronteras-; una estabilidad democrática, que no debemos dar por garantizada; una prosperidad económica, aunque aún quedan muchas necesidades por atender; una libertad de circulación inimaginable hace tan solo unas décadas; y un altísimo nivel de protección de los derechos fundamentales, junto a una nueva dimensión de ciudadanía». En este sentido, Felipe VI ha alabado que Europa haya sido «el motor de innumerables logros y avances compartidos», pero precisamente por ello, ha instado a que ha llegado el momento de «corresponder, de devolverle todo lo que nos ha ofrecido, con el mismo compromiso y determinación con los que se construyó».
En este momento de su discurso, el monarca ha recordado las palabras de Jacques Delors, ex presidente de la Comisión Europa, cuando sostuvo que «a Europa hay que reinventarla constantemente». Así, el Rey ha destaco que se así se ha hecho siempre cada desafío y ante cada crisis «y se debe de seguir haciendo ahora, no ya por propia voluntad, sino impulsados por un entorno volátil que repetidamente pone a prueba el modelo europeo. Por eso, como respuesta a ese mundo, más que nunca, hay que seguir construyendo Europa».
Seguidamente, Felipe VI ha señalado los riesgos y amenazas que padecen los europeos «ante quienes quieren imponer la fuerza sobre el derecho debemos responder que con Europa el derecho será siempre más fuerte que la imposición», pero también «ante quienes tratan de sembrar la división debemos afirmar que, con Europa, la unidad es mucho más que la suma de nuestras naciones» y, por último, «ante quienes desafían el multilateralismo debemos ser firmes, con Europa como referente, en la defensa del interés global».
Borrell, durante el acto en el que ha recibido el Premio Europeo Carlos V.Efe
Sobre el galardonado
En referencia a Josep Borrell (el cuarto español que recibe este galardón en Yuste), el Rey ha elogiado que sea un «hombre de diálogo y de escucha generosa, racional y analítico como ingeniero de consensos, además de aeronáutico» y que haya «trabajado sin descanso para que Europa hable con una sola voz en tiempos de enormes desafíos».
Además, ha recordado que ha sido «una figura clave en el camino hacia una verdadera política exterior europea y en la proyección de la UE como actor global, defendiendo una política exterior más firme, coherente y unificada, así como una ambiciosa Brújula Estratégica para reforzar la política de seguridad y defensa». En este sentido, ha ensalzado que «deja tras su mandato una contribución de enorme valor y un mensaje que ha repetido con convicción: la fuerza de Europa no puede venir más que de la unión».
Sobre su trayectoria en la Unión Europea, el Rey ha dicho del político galardonado que «desde el inicio de su mandato tuvo que navegar por aguas inciertas en un panorama geopolítico de creciente complejidad» y lo ha comparado con «los raiers de antaño», destacando así que se haya movido «por las corrientes cambiantes de la política europea e internacional, sorteando no pocos obstáculos con valentía y firmeza, confiando en su experiencia y guiado por su profunda convicción en los valores de la Unión Europea». Finalmente, ha pronosticado que «sea cual sea su próximo destino, seguirá haciéndolo, con el mismo convencimiento».
Foto de familia tras la entrega del premio en el monasterio de Yuste.Efe
Los temores de Borrell
Acostumbrados a discursos encorsetados e institucionales, el de Josep Borrell desde las entrañas del corazón de Europa -el monasterio de Yuste, la última morada del emperador Carlos V– tuvo la intención de retumbar como nunca en las conciencias de los presentes, pero sobre todo fue una desgarradora crónica y un serio aviso de la delicadísima situación en la que se encuentran las instituciones europeas y, por lo tanto, todos y cada uno de sus ciudadanos ante los riesgos que se avecinan.
Tras la cariñosa presentación de su figura que hizo el ex presidente del Gobierno Mariano Rajoy, Borrell sólo se tomó unos segundos para dar las gracias por el premio y seguidamente se lanzó en tromba para no dejar títere con cabeza. Fue un discurso profundo, analítico, profundamente pesimista (realista) y en especial una llamada desesperada de alerta para cambiar la filosofía europea que nos ha traído hasta aquí. Porque pidió cambios, muchos cambios, de mentalidad, pero también de actuaciones rápidas, urgentes, imprescindibles: «De pacifismo estructural a un rearme sólido». «Del atlantismo cómodo, delegando la seguridad en Estados Unidos, a cambiar a una plena soberanía, tanto fiscal como en materia de seguridad, a asumir la propia defensa y buscar un nuevo marco, que no será el marco actual de la Unión Europea».
Nadie pestañeaba entre los cimientos góticos y renacentistas de la planta de la iglesia del monasterio que acoge la ceremonia. Desde el primer momento, cuando ya reconoció que «no supimos anticipar ni resolver» los retos que se le han venido encima a la UE en los últimos años, en especial la guerra en Ucrania o la falta de definición en la guerra de Gaza. Borrell puso en su punto de mira y alertó del peligro de los tres dirigentes mundiales que están dominando el mundo, cada uno a su manera («dos son listos y uno el problema es que se lo cree»), en referencia a Putin, Xi Jinping y Donald Trump, «que nos llevan al borde del abismo». Sobre ellos armó su discurso, lleno de advertencias sobre el peligro que se nos viene encima, también por los errores estratégicos de las instituciones europeas para llegar a una conclusión inapelable, sobre todo para que la asuman «las jóvenes generaciones» ante los nuevos tiempos convulsos: «La paz no es el estado natural de las cosas, es el conflicto». Y nueva crítica al actual modelo europeo instalado en la contemplación: «Con el Tratado de Lisboa no conseguimos avanzar», por lo que pidió, a su vez, «avanzar en la integración fiscal».
Así, Borrell ha señalado que Europa necesita afrontar cambios estructurales, buscando «un marco que no será actual de la Unión Europea, porque con la «unanimidad» no llegará a «ninguna construcción sólida», pero haciéndolo «a escala europea» para evitar «despilfarros» -en referencia al rearme militar de cada país- y que «vuelvan a resurgir los viejos demonios nacionales», todo ello para construir la «plena soberanía europea». Lo ha explicado así al expresar que «el mundo ha cambiado, aunque en el eurocentrismo no nos hayamos enterado», reconoció, contemplativos ante lo que denominó «competición tecnológica entre Estados Unidos y China, que esperemos que se quede ahí» para ratificar seguidamente que «asistimos al final del orden internacional que surgió fruto de la II Guerra Mundial» y la caída del Muro de Berlín. A Putin lo definió como un «déspota» y a Trump como «el maestro del caos», que ha provocado que Estados Unidos deje de ser un aliado para Europa: «Hay que forzar los ritmos (de cambios en Europa) si queremos sobrevivir al imperialismo del siglo XIX» que han traído estos dos líderes mundiales, pronosticó mientras recordaba que Europa, aunque tarde, ha ofrecido a Ucrania una ayuda militar superior a la de EEUU, con la entrega de cascos, misiles y tanques: «¿Por qué no lo hicimos antes?», se preguntó mientras ignoró el papel que puedan asumir las instituciones europeas -y los países comunitarios en general- si Trump se pone al lado de Rusia.
Borrell también puso el foco en Gaza: «Asistimos a la mayor operación de limpieza étnica dese la Segunda Guerra Mundial«, al tiempo que criticó que «un horror, el de Hamas, no justifica otro horror, el de Israel» mientras quiso terminar con un mensaje con algún porcentaje de esperanza, aunque no terminaría siendo suficiente: «Europa es la tierra de la libertad, de la prosperidad, pero el precio de la cohesión es pagar impuestos, porque la paz tiene un precio y si no lo pagamos… Espero que los jóvenes lo entiendan». Profundo, hondo, arriesgado, pero muy revelador de la actual inestabilidad que atraviesa el mundo, pero sobre todo Europa, a la que conoce a la perfección.