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El secuestro de la verdad

Publicado: mayo 9, 2025, 1:07 am

Actualizado Viernes,
9
mayo
2025

00:04

En un debate titulado Desinformación y Antipolítica, un estudiante de la Universidad Francisco de Vitoria, de nombre Carlos, me preguntó en qué lugar queda la verdad. Es una pena que la charla sucediera antes del apagón para que la campaña de ocultación de sus circunstancias nos hubiera servido de estudio. No tanto para averiguar el emplazamiento de la verdad, sino para contemplar cómo se la enjaula haciendo pasar por ella al mayor de sus enemigos. Ojalá fuese la mentira, más identificable, pero es el marco cognitivo. El famoso relato.

El control de la verdad es el más antiguo de los conflictos presentes y futuros. Hasta ayer 133 cardenales estuvieron reunidos en el Vaticano para elegir al intérprete de la verdad de Dios para 1.500 millones de católicos. Lo hicieron a puerta cerrada, porque la verdad que se pretende profunda, aquélla que afecta a lo trascendente, ha de ser misteriosa. Levantar el velo y descubrir sus tramoyas sería dejar el alma a la intemperie. Y la razón de ser de la Iglesia es darle cobijo.

Con nuestro apagón, el Gobierno también se ha apresurado a secuestrar la verdad para darse cobijo a sí mismo. Supimos, porque un técnico de Red Eléctrica lo dijo antes de ser amordazado, que pudo producirse por un desequilibrio entre la sobreabundante oferta de energías solar y eólica respecto de otras fuentes más estables. Las eléctricas lo habían advertido y los expertos independientes lo vieron probable.

Pedro Sánchez los desautorizó, impuso el silencio oficial y estableció un marco conspiranoide en el que cabía hasta un ciberataque norcoreano, pero no la hipótesis principal, que llevaba la palabra «renovables» en el enunciado. Vetó en la investigación a quien no estuviera bajo su dirección. Y lo más importante, etiquetó la comisión que la desarrollaría como independiente, justo lo contrario de lo que es.

La verdad se expresa por la decantación de los hechos y, sobre todo para casos tan áridos, necesita una fuente de autoridad. Lo que ha hecho el Gobierno es sabotear a todas las que no forman parte de su órbita. A las compañías eléctricas, a través de la intimidación; a los medios de comunicación, a golpe de descalificación. Primero pidió que no se nos escuchara, luego el inefable Tezanos ha encargado una encuesta para desacreditarnos.

El Gobierno ha dictado que quedan «tres o seis meses» para tener los resultados de la investigación, o que quizá estos no se sepan nunca. Con la verdad arrestada, sine die, el terreno queda expedito para el cuento y la polarización. Para Sánchez, la sospecha no afecta al Gobierno, que definió las líneas maestras del mix energético y enchufó a la presidenta del organismo que debía regularlo, sino a «los operadores privados» o «los ultrarricos». Hay que elegir entre el mal, es decir, los millonarios que niegan el cambio climático, o el bien: al protector del medio ambiente y el interés común. Él.

Tanto aflojó el argumentario el presidente que se le escapó una flatulencia, al despreciar la muerte de cinco personas, porque no son nadie en comparación con las 8.000, dijo, que mata el calentamiento global. En todo caso, Sánchez no sólo no es responsable de lo que ha sucedido, sino una víctima y, a su vez, el redentor.

Mientras, la realidad sigue transcurriendo en dirección contraria a su discurso. Red Eléctrica ha impuesto un plus de seguridad en el suministro para evitar por todos los medios un segundo apagón. ¿Cómo? Corrigiendo lo que, según sus técnicos, desencadenó el cero energético. En los últimos días, el peso de las energías renovables respecto de las firmes es mucho menor para que haya estabilidad en la red. Cuando vean su próximo recibo, recuerden esta explicación. Y para Carlos: la verdad es lo que nunca encaja en el relato perfecto.

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