Publicado: mayo 4, 2025, 2:07 am

En abril de 2017, el Gobierno, entonces presidido por Mariano Rajoy, confesó que no contaba con «ningún protocolo específico» para una «apocalipsis zombi», en respuesta a una pregunta del senador de Compromís Carles Mulet. Ocho años después, muchos en el Ejecutivo bromean con que sólo les falta hacer frente a una apocalipsis zombi o invasión alienígena -elija cada cual- o un meteorito. El gran apagón es la última crisis a la que ha tenido que hacer frente Pedro Sánchez, cuando aún se surfea la de la guerra arancelaria impulsada por Donald Trump o el choque en la coalición por la inversión milmillonaria en Defensa.
Trances todos ellos que dejan magulladuras en el Gobierno. Suponen desgaste y ponen en tensión la palabra dada. Sin embargo, en el Ejecutivo lo ven como una oportunidad. «Nos viene bien todo lo que sea hablar de temas serios, de gestión», exponen fuentes gubernamentales. «Nos centra. Nuestra estrategia es reforzar ese lado. Convencer de que gestionamos bien, para que si viene un momento crítico pienses que quieres tener a Sánchez y no a Feijóo en La Moncloa».
El propio Sánchez defendió esta semana en una de sus comparecencias: «Este es un Gobierno que ha tenido durante estos siete años que gestionar muchas crisis. Creo honestamente que los resultados están ahí en relación con la eficacia y también con la equidad en la respuesta que hemos dado a eventualidades sobrevenidas, como pueda ser una pandemia o como pueda ser un corte de suministro inédito en la historia de España».
Además, aprenden de los errores. El efecto Mazón está muy presente. El presidente del Gobierno es verdad que no compareció hasta seis horas después de que se produjera el apagón, y en tres intervenciones que tuvo en 24 horas no fue capaz de dar respuesta al porqué del corte de luz, a la causa. Pero apenas una hora después de que España se fuera a negro, se presentó en la sede de Red Eléctrica, a donde volvió a última hora de la noche y hasta la madrugada. Y convocó reuniones mañana y tarde del Consejo de Seguridad Nacional, una de ellas presidida por el Rey en La Moncloa.
«No estuvo de sobremesa ni comiendo en un restaurante en plena crisis», lanzan desde el equipo de Sánchez, en alusión a lo que sucedió con Carlos Mazón, durante la crisis de la dana en la Comunidad Valenciana. «Nos pusimos a trabajar desde el primer minuto». Lo que se quiere trasladar es que el Ejecutivo estuvo desde el primer momento actuando, con Sánchez en el epicentro de la crisis, para contraponerlo con lo que sucedió con Mazón en Valencia.
El análisis que hacen en La Moncloa es que estos momentos difíciles, muchos de ellos imprevistos, como por ejemplo el gran apagón, ponen la presión en ellos y suponen crítica y escrutinio permanente. Y se asume la erosión. «Son temas en los que no hay resultados rápidos muchas veces y eso los ciudadanos nos lo van a echar en cara siempre al Gobierno». Pero también marcan perfil institucional y distancia con el PP. «Gestiones como la de la dana o el apagón nos parecen fundamental porque refuerzan la idea de que cuando vienen mal dadas, cuando el ciudadano necesita a la institución, no vale cualquiera al frente, se necesita a alguien que sepa gobernar».
Lo resumió así el ministro de Transportes Óscar Puente: «Si alguien pensó que el apagón torcería el brazo al Gobierno, alguien se equivocó mucho». En el Gobierno le tienen mucha fe a los metadatos del CIS de Tezanos, donde creen que sí se valora la acción del Gobierno. Sin embargo, en la encuesta flash que se publicó ayer, por ejemplo, el 60% de los españoles cree que la información que dio el Gobierno durante el apagón fue «insuficiente». Ellos defienden que no hubo «vacío informativo» y que se informó a través de Red Eléctrica, Renfe o Adif.
Pedro Sánchez comparecerá esta semana en el Congreso, el miércoles, en un pleno en principio dedicado a explicar el plan para invertir casi 10.500 millones en seguridad y defensa, pero que ahora también versará sobre la gestión del gran apagón, porque sobre las causas el Gobierno ya ha dicho que no tiene «prisa». «Lo que queremos es conocerla con rigor y con exactitud». Y el jefe del Ejecutivo comparecerá sólo un día después de que el Consejo de Ministros dé luz verde a la reducción de la jornada laboral, otra de las grandes apuestas de la coalición, aunque a estas alturas no tenga asegurada su aprobación en el Congreso.
Pero, además, hay otro elemento importante. Los ministros suelen quejarse de que, con frecuencia, su acción de gobierno es eclipsada por elementos que marcan la actualidad. Se refieren a las decisiones y actuaciones judiciales. Y estas crisis, además de tener la iniciativa política y ejecutiva, les permite que el foco no esté en otras cosas más incómodas y problemáticas. «Uno de los mayores problemas de este gobierno es un problema de imagen. En las tertulias [de los medios] se habla de cosas que no tienen que ver con la acción y las decisiones del Gobierno. Se habla de Koldo, de Ábalos, de Jésica, Begoña o el hermano del presidente». Aunque ha quedado eclipsado por el apagón, David Sánchezvolvió a declarar la pasada semana y los programas de televisión dieron en directo su llegada a los juzgados.
Las crisis y la gestión de éstas creen en el Ejecutivo que les permite reorientar el foco a otros asuntos, más centrados en lo que le interesa, como las medidas, ayudas, iniciativas… Una muestra de esta estrategia de querer poner el foco en la gestión y apartarlo de las investigaciones judiciales que cercan a La Moncloa es cómo en las últimas horas los ministros han salido en tromba a defender el hacer del Ejecutivo, contraponiéndolo con el PP en otros momentos críticos.
«Yo lo que creo es que hubo gobiernos en el pasado del PP que cada vez que hubo una crisis lo primero que hicieron fue alimentar un bulo», apuntó el ministro Óscar López antes de citar «los hilillos de plastilina» o la autoría del 11-M. La vicepresidenta María Jesús Montero señaló que lo que no va a hacer el Ejecutivo es «a lo que nos tiene acostumbrados» el PP cuando gestiona crisis como el Prestige, el Yak-42 o el 11-M, añadiendo que los gobiernos del PP «pensaban que a los ciudadanos se les puede engañar».