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Las piezas no encajan a la izquierda: IU, el último comodín para unir a Montero y Díaz sin «designaciones monárquicas»

Publicado: mayo 4, 2025, 1:07 am

En el puzle de la izquierda, por fin las principales piezas tienen moldeada su forma. Desde finales de marzo hasta ahora, y por este orden, Sumar, Podemos e Izquierda Unida han definido sus posiciones, o sea, las pestañas y ranuras para completar este rompecabezas. ¿Entonces las partes encajan entre sí? Ésa es la cuestión. Que ahora mismo con el dibujo que se han dado no hay manera de hacerlo. Y esto significa una cosa: que si quedan piezas sueltas habría dos candidaturas electorales a la izquierda del PSOE, lo que sería letal para las aspiraciones de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz de revalidar el Gobierno de coalición.

Sólo si Sumar, Podemos e IU hacen click y forman una sola lista, junto a otras muchas formaciones de ámbito territorial, la izquierda alternativa tiene una oportunidad de salvar la penalización que la Ley Electoral ejerce a la dispersión de los votos. Es cierto que ya se logró encajar las piezas, aunque fuera a martillazos, en 2023. Lo que sucede es que ahora resulta todavía más complicado si cabe, porque la colisión de las estrategias planteadas hacen imposible un encaje de todas las partes. Básicamente por la oposición frontal de Podemos a ir con Sumar.

La clave está en el rol que va a desempeñar IU, que emerge como la pieza maestra capaz de facilitar la unión con las demás y dar la forma a la figura final, pues es la única que a día de hoy puede mediar en la confrontación entre Podemos y Sumar.

Por eso, la recién aprobada estrategia de alianzas de IU adquiere una importancia capital en el debate de la unidad de la izquierda. Antonio Maíllo no elegirá «entre papá y mamá», sino que pretende obligar a Sumar y Podemos a sentarse en la misma mesa y negociar un nuevo «frente amplio» con los dos dentro, «sin vetos». Eso sí, aprovechando esa influencia creciente y el ser la pieza más codiciada de este puzle para establecer unas reglas de convivencia que borren de un plumazo las prácticas de ordeno y mando que ejercieron los morados en Unidas Podemos y Díaz, en Sumar.

IU ha decretado el «fin» de la etapa de los «hiperliderazgos». «Se terminaron las designaciones monárquicas», es la ocasión de aprender de los «errores del pasado» y ahora hay que «hacer bien las cosas», sostiene. Esto implica abrir un tiempo nuevo en el que la relación entre los partidos no sea de «subordinación», sino «horizontal» -entre iguales- y con mecanismos «democráticos» para resolver todo lo que vendrá: la definición de las listas electorales (primarias) y la toma de las decisiones (en órganos o mesas donde se discuta, se vote y se pacten las diferencias). Un funcionamiento inédito respecto a 2016, 2019 y 2023 que, además, respete y permita el desarrollo de la «personalidad política» de cada uno de los integrantes, que se unen en una única candidatura electoral sobre un «programa mínimo».

Este enfoque planteado por IU ya se enfrenta sin siquiera sentarse a negociar con la realidad de que Sumar y Podemos ponen encima de la mesa dos hiperliderazgos: Yolanda Díaz e Irene Montero. Que además están fuertemente enfrentados entre sí. La vicepresidenta segunda elude confirmar su voluntad de repetir. De igual modo que no da pista alguna de que no vaya a hacerlo. Mientras que la ex ministra de Igualdad ya ha sido postulada y nominada a dedo por el partido morado como la candidata para las elecciones generales. ¿Un problema para la unidad? Algunos partidos territoriales tendrían gran recelo ante esa posibilidad.

Y esto enlaza con cómo afrontan el desafío de la unidad en las aceras de Sumar y Podemos. Los primeros han bajado las armas y han aceptado que todo pasa por una reconciliación con los morados. La debilidad del espacio es manifiesta y el aura de Magariños se ha ido apagando a golpe de batacazo en las urnas. Las elecciones gallegas, vascas, catalanas y europeas han desinflado el liderazgo de Díaz y han evidenciado la falta de músculo de la alianza. Así que todo queda en que la unidad no es un síntoma de fortaleza, sino la necesidad de unir las debilidades para resistir en pie el próximo ciclo.

Sumar ofrece ahora «autonomía política» y primarias a Podemos para buscar un acuerdo. Son las dos grandes demandas de Ione Belarra en 2023 y que entonces se les negaron. Ahora Díaz no es ni de lejos la que impone las reglas, sino la que tiene más que perder si no hay un pacto. No en vano, ella es vicepresidenta segunda y tiene a Sumar sentado en el Consejo de Ministros. El problema es que la «correlación de debilidades», admitida así dentro del espacio, somete todo a disputa: principalmente quién debe liderar el nuevo intento de la izquierda por reconstruirse. Ya lo hizo Podemos, ahora lo hace Sumar… ¿Es el momento de que pruebe IU?

Podemos lleva arrepintiéndose de haber cedido ese trono a Díaz casi desde el mismo momento en que lo hizo a regañadientes por el pudor de Pablo Iglesias para no dárselo a Irene Montero. Desde entonces lleva peleando por recuperarlo. Primero, de manera indirecta, tratando de tutelar a Díaz, cosa que no logró y que derivó en el actual enfrentamiento entre las partes y, después, independizándose de Sumar para abrir un camino propio, ahora sí bajo el liderazgo de Montero. Esto ha convertido a Podemos, por la necesidad también de diferenciarse de Sumar, en una izquierda indomable e irredenta a la que le gusta más hacer de oposición a Sánchez que de aliado.

Esto, en los tiempos que corren, ha mutado en un discurso muy duro contra el Gobierno: le acusa de deriva «autoritaria», crear un «régimen de guerra» y hacer políticas cobardes y de derechas. Claro que los calificativos para Díaz son igualmente hostiles. De este modo, los ataques a Sumar han desquiciado al espacio y han puesto también a los socios de la vicepresidenta en guardia contra Podemos. La hartura que muchos sienten fue expresada por la ministra de Sanidad y líder de Más Madrid, Mónica García, cuando se rebeló contra las «lecciones» y los «insultos» de los líderes morados. La paradoja es que cuanto peor es la relación más se necesitan.

Podemos rechaza de momento acercarse a Sumar o Más Madrid y prioriza a IU para reconstruir un nuevo Unidas Podemos. En paralelo, envía a Díaz y los suyos a integrarse en el PSOE mientras les acusa de ser meros subordinados de los socialistas y actuar casi como marionetas de Sánchez.

La oposición unitaria de todo el espacio a los planes de rearme de Sánchez puede ser el pegamento que necesita la izquierda para superar sus fobias. El camino a 2027, o cuando sean las elecciones, va a estar marcado por ese rechazo común y, además, las calles pronto empezarán a movilizarse en un nuevo «no a la guerra» que generará espacios compartidos y luchas comunes. ¿Servirá para una reconciliación? Nadie lo sabe a ciencia cierta. En la dirección de Sumar confían en que se imponga la necesidad de plantar cara en las urnas a PP y Vox. «Si no se hace, no se revalidará el Gobierno», afirman.

Un motivo de esperanza para los que deseen la coalición es que antes de las generales están las elecciones en Andalucía y Castilla y León. Y ahí sí hay opciones realistas para generar alianzas. No obstante, como son los laboratorios de la unidad, se anticipa una negociación que excederá lo autonómico y que buscará sentar las bases para un pacto global. Así lo quiere IU, que no sólo es la pieza clave en España, sino que es de largo la fuerza política con más peso en Andalucía y la que ahí también tiene mucho que decir. Hace unos días avisó a Sumar y Podemos: si «no quieren» candidatura de unidad, o no en unos «términos» que permitan «avanzar», IU puede ir sola.

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