La sombra de Iglesias de cierne de nuevo sobre IU

Publicado: abril 24, 2025, 1:07 am

Podemos ya marca el paso de la izquierda radical. Renació cuando rompió con Sumar; regresó del todo con la candidatura de Montero al Parlamento Europeo [desde Bruselas, ella graba videos para Tik-Tok]; y trata de reconstruir y tomar el pulso a sus bases con las movilizaciones por la vivienda [ya saben: «Planeta para vivir, casa para habitar»; «Vosotros rentistas, sois los terroristas»; «Vergüenza me daría desahuciar a una familia» o… «Huelga general»]. De sus próximos propósitos dice mucho que el reclamo sea la vivienda y no la corrupción socialista.

Instalado en la nueva realidad, Sánchez tiene sus propios planes y en ellos ya reaparece Iglesias, que reconoce que su «fracaso político» fue «no convencer a Sánchez» de que su supervivencia pasa por proclamar una «república plurinacional» y «transformar el poder judicial y mediático». No está tan claro que Iglesias haya fracasado; por otra parte, la declaración atufa a componenda futura: Iglesias versionará, con más decibelios, lo que las bases del PSOE ya naturalizaron después de los cinco días de reflexión de Sánchez y el 41º Congreso del partido: eso de que Sánchez sufre un «acoso mediático, político y judicial». Iglesias se ofrece como salvavidas de Sánchez.

Ahora, para Sánchez, el estorbo es Díaz. Hace con ella lo que hizo con Montero después de bendecir su ley del sólo sí es sí: ignorarla. Díaz ya no existe. El Consejo de Ministros no delibera. El compromiso asumido por Sánchez de aumentar la inversión en Defensa ha concedido a Podemos una oportunidad pintiparada para distinguirse sin mácula ni esfuerzo. Díaz se pliega y se apaga; gruñe bajito y cuida la coalición. No piensa abandonar la terma. Díaz no renuncia al aroma vaporoso y burbujeante del poder: total, si no se gobierna. Asumir es de sabios, chistar es imprudente pero obligado. Así que musita y agita sus hombros como sabe.

Si IU se mueve es porque resurgió Podemos y lo teme. IU lo tiene peor que Díaz y su capillita, a quienes se les abrirán las puertas de las listas del PSOE. Lo paradójico es que Sumar no es un «espacio» agregador sino una corriente interna que rebota, pared con pared, entre Podemos e IU. Así, Díaz reeditará al Partido Democrático de la Nueva Izquierda de Cristina Almeida y López Garrido, que saltaron en marcha a finales de los 90 con la vitola de socialismo reformista. IU no quiere morir dos veces acuchillada por la guadaña del mismo verdugo: Iglesias.

Santiago se pone aparatoso: «En este momento barajamos todos los escenarios». En todo caso, su estupendismo es contenido: «Si al final hay que tomar una decisión de no seguir participando en el Gobierno vamos a intentar por todos los medios que no haya un gobierno de derecha o ultraderecha». La salida al dilema la proporciona la extinta Díaz con notable pragmatismo: ¿para qué abandonar una coalición que no existe y un Gobierno que no gobierna para seguir formando parte de una mayoría parlamentaria innecesaria porque no se someten leyes a consideración del Parlamento? Díaz razona que fuera del Gobierno no hay manejo de fondos. Díaz adopta cierta pose senequista y no se revuelve contra su destino. Santiago y Maíllo son comunistas pata negra; Díaz es adaptativa, camaleónica y alagartada: las siglas no son corsés sino carteles promocionales. Ellos están perdidos y secuestrados; su Mélenchon es Godot: no va a venir. A Iglesias le brilla el colmillo.