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Monseñor Argüello, líder de la Iglesia Española: «Bergoglio provocaba descoloque, el progresismo hoy es muy relativo»

Publicado: abril 22, 2025, 8:07 am

Lo «humano» y lo «divino», lo «universal» y lo «local», lo «progresista» y «lo que no lo es». Quizás ya en modo cónclave, Luis Argüello (Meneses de Campos, Palencia, 1953), presidente de la Conferencia Episcopal Española, ni sube ni baja la escalera, sino que hace un ejercicio de equilibrismo tanto a la hora de valorar el legado del Papa Bergoglio -ni «tan progresista», ni «lo contrario», dice-, como al atisbar a su sucesor. Sí concede algo, en una rápida conversación telefónica con EL MUNDO en un día especialmente complicado: el cónclave vaticano será «una buena parábola de lo que es hoy la Iglesia». Es decir, como siempre se ha dicho: el mejor show publicitario del negocio eclesiástico a nivel planetario.

No se puede comenzar sin preguntarle por el legado, más allá de lo superficial, de Bergoglio como pontífice.
Fue un papa con amor a lo integral, y a abrir procesos. A lo integral porque intentó poner en relación el anuncio de Jesucristo y la esperanza en la vida eterna con la antropología, la economía, la ecología y la política, digamos. Esto aparece con mucha fuerza en dos de sus textos, Laudato si y Fratelli Tutti, y con el ejemplo de su vida…
¿Pero lo intentó más que pontífices anteriores?
Sí, como quiera que acompañó mucho palabra y gesto. Sí que supuso, en la vida de la Iglesia en estos 12 años, en continuidad con los papas anteriores, pero con un acento muy grande, que el anuncio de Jesucristo debe encarnarse en una dimensión social.
Lo cual le llevó a abrir esos procesos que menciona…
Sí, él siempre dijo que es más importante el tiempo que el espacio, y por ejemplo puso en marcha la comunión misionera: que la Iglesia, en esta hora de la Historia, debe regresar a su misión de siempre: ser fiel al mensaje de Jesucristo.
¿Bergoglio enfrentó la crisis de fe de Occidente?
Yo creo que sí. Cuando él llega en 2012 a Roma, el papa Benedicto había convocado un sínodo sobre la transmisión de la fe. Los ecos de la preparación de ese sínodo eran de extraordinaria preocupación, pero muy centrados en el mundo occidental. Pero Francisco llega de Buenos Aires, de una Iglesia que acababa de celebrar un encuentro de todas las iglesias de Latinoamérica en Aparecida [en Brasil], recogiendo aliento de la religiosidad popular, de los pobres de Latinoamérica, de una Iglesia que crece en África y en Asia. Y pone eso en diálogo con la cierta, certísima crisis de fe que vive el mundo occidental. Él lo pone en contacto. Y dice: la Iglesia no puede evangelizar desde el poder, como quizás había hecho en otras épocas de la Historia, sino desde el testimonio. Y el más visible es el testimonio de un pueblo unido, de una comunidad cristiana visible, y el compromiso del amor a los pobres. Francisco lo acoge en su jerga: la Iglesia como hospital de campaña, la Iglesia accidentada, la Iglesia en la que caben todos.
¿Ha sido tan progresista como se dice?
Estas categorías están, desde el Concilio Vaticano II, muy relativizadas, porque está relativizado el concepto de progreso. Las categorías de progreso están en cuestión, tanto en la ecología, en las nuevas propuestas de economía para un mundo más igualitario… Y Francisco, en cuestiones relativas a la defensa de la vida, para algunos ha sido conservador. Y dirán: ‘Es lo de siempre, qué va a decir la Iglesia, estar en contra del aborto y a favor del matrimonio entre hombres y mujeres’. Ahora, como el papa también habló en favor de la acogida de los inmigrantes, y sobre una economía que mata, otros dicen que es de izquierdas. Provocaba descoloque, pero es que si hablamos de dignidad de la vida humana, hablamos de toda la vida humana, desde el seno materno al final. Incluso los partidos que hoy ideológicamente son progresistas lo son en cuestiones antropológicas, culturales, familiares. En economía acogen el orden establecido… Por eso digo que hay que relativizar todo.
¿Vivirá la Iglesia ahora, después de tanto aperturismo, un movimiento pendular al otro lado?
Desde el [Concilio] Vaticano II cada papa ha tenido su color personal y su contexto social, pero todos han acentuado la gran reforma que debe enfrentar la Iglesia, y ese volver a las fuentes, a la vida evangélica. En la gran crisis de fe que vivimos en el tiempo moderno, la Iglesia es conciente de que vive una etapa nueva, tras lo que se llamó la época de la cristiandad. Para mí, la novedad real de Francisco es que no se situó como papa post: ni postmoderno, ni post antiguo régimen, ni post Vaticano II. Sino que fue pre: buscó una nueva siembra, un nuevo inicio, y abrió un proceso, porque sabía que esto no es cuestión de cuatro días. Lo que empezó hace 1.700 años con la Iglesia en Occidente ha concluido, y comienza un tiempo nuevo. Con novedades muy desafiantes.
Ha dicho usted que quizás Bergoglio «forzó la máquina» estos últimos días, ayer mismo a última hora cantándole las cuarenta a J.D. Vance, vicepresidente de EEUU.
Fue un encuentro en la medida de sus posibilidades, pero sí: la visita a la cárcel del jueves, la salida a la plaza [de San Pedro] ayer domingo a decir «buena pascua», últimas palabras que dice en público… Y una acogida en casa de un enfermo: le recibe [al J.D. Vance] y a la vez los colaboradores del papa hacen saber al visitante que la visión de la Iglesia sobre el tema de las migraciones es distinta. Hizo un gesto de acogida, fácilmente le podría haber dicho: ‘No le recibo’ o ‘Estoy enfermo’. Pero le acoge y no renuncia a su propuesta: la caridad y la compasión que brota del evangelio. Es un buen resumen de lo que ha sido Bergoglio.
Ha dicho usted, señor Argüello, que podría haber «sorpresas» en el cónclave.
Me refería a que debemos estar abiertos a la sorpresa del Espíritu Santo, en una rueda de prensa siempre salta este tipo de cosas al titular. Que hemos de recibir lo que llegue, como fue sorpresa un cardenal polaco cuyo nombre ni sabíamos pronunciar, los italianos después de tantos siglos sin ellos, el primer pontífice no europeo, el primero de una megalópolis con villas miseria… Me refería a ese tipo de sorpresa.
¿Estuvo cerca la visita a España?
Sí, creo que sí. Estuve con el papa por última vez en octubre, y yo veía una oportunidad cierta de que pudiera llegar a Canarias… Pero él mismo decía que dependía de su propia salud… Como finalmente ha sucedido.
Por último, ¿el cónclave es el mayor anuncio, digamos publicitario, de la Iglesia Católica para todo el mundo?
Bueno, desde que expresa que se reúnen cardenales de todos los rincones de la Tierra, y viven el misterio de abrirse a la acción del Espíritu Santo en su propia carne… Este coloquio entre la acción del Espíritu, entre lo carnal de cada uno de nosotros, lo local y lo universal, que expresa el misterio de lo que es la Iglesia, una institución humana y divina, local en África, Asia, Europa, y a la vez universal… Sí, el cónclave es una parábola que expresa ese misterio que es la Iglesia.

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