Publicado: marzo 21, 2025, 7:07 am
Europa sufre en su territorio una guerra, la invasión de Ucrania. La UE teme que Putin ataque a un país de la OTAN -Ucrania no es miembro- antes de 2030. Europa debería ser capaz de defenderse «en un plazo de tres a cinco años», porque la amenaza principal y «creíble» procede de Rusia, insistió ayer la primera ministra danesa, Mette Frederiksen. Europa adopta lenguaje y pose bélicas.
Las instituciones comunitarias han asumido un vocabulario bélico; llaman y presionan a los países para un rearme «urgente», con misiles y drones, mientras España se sumerge en la batalla del lenguaje, tratando de salvar su estrategia de presentar el gasto en Defensa como un concepto más amplio, que no remita a munición, misiles o tanques, sino extenderlo a conceptos como ciberseguridad, control de fronteras, transición ecológica que provoca migraciones o catástrofes…
En este contexto, la Comisión Europea presentó esta semana el Plan ReArmar Europa, que los líderes abordaron ayer en un Consejo Europeo. El documento deja claro ya sus intenciones con el nombre, una idea que se apostilla en sus 23 páginas: «Este libro blanco establece un plan integral para rearmar a Europa y fortalecer su defensa para hacer frente a las amenazas». Otra reflexión: «Este libro blanco proporciona un marco para el Plan ReArmar Europa, exponiendo las razones para un aumento de la inversión excepcional de la inversión europea en Defensa».
Este lenguaje y el hecho de que se pida una inversión masiva en misiles, munición, defensa aérea o drones trastoca la estrategia de La Moncloa, que se plantea en dos direcciones: 1. Endulzar ese gasto en Defensa para tratar de insertar en el imaginario colectivo otra visión más amplia y menos beligerante. 2. Aplacar el malestar y rechazo de sus socios, contrarios a elevar el gasto militar. Ayer mismo, en el Congreso Sumar votó en contra del plan de rearme y pidió salir de la OTAN.
«A mí, el término rearme no me gusta en absoluto», afeó Sánchez a su llegada al Consejo Europeo. Insistió en esa línea ya al borde de la madrugada. Su tesis es: «No comparto en absoluto ese término. Tenemos que dirigirnos a nuestros ciudadanos de otra manera cuando hablamos de la necesidad de mejorar la seguridad y las capacidades de defensa europeas». Un intento de marcar posición para desmarcarse, con un componente de contexto nacional, pues sus socios de gobernabilidad han anticipado que no habrá unidad en esta materia.
Aunque la estrategia de Sánchez es clara, y pese a sus quejas al llegar a Bruselas, no consiguió adhesiones, según se desprende de sus respuestas tras la reunión, ya entrada la noche. Se le cuestionó por si había conseguido «convencer» a sus homólogos «de cambiar el enfoque de rearme», una crítica que sólo parece compartir con Meloni. El presidente español evitó aclarar si había logrado «convencer» a alguien, se limitó a repetir su argumentación sobre la diferencia entre Defensa y Seguridad. Después, se le insistió en si Von der Leyen «se equivocó» o «no consultó» ese ReArmar que titula el plan de la UE. Sánchez deslizó entonces un «no quiero hablar sobre decisiones ya tomadas», un reconocimiento de que la batalla semántica está perdida, aunque volvió a insistir en las distintas necesidades entre países del Sur de Europa (el terrorismo o las migraciones desde el Mediterráneo, por ejemplo) y las amenazas para los países del Este (agresiones militares directas de Rusia).
Mientras hace esfuerzos de pedagogía, la realidad en Bruselas camina por otros derroteros. La idea que domina las instituciones europeas es: «Europa debe prepararse para la guerra». Kallas exigió ayer priorizar el plan de 5.000 millones para suministrar dos millones de rondas de munición. De nuevo lenguaje y planteamientos bélicos. «Deberíamos empezar a dar pasos realmente concretos, no sólo palabras, sino también hechos para ayudar a Ucrania ahora mismo», indicó la Alta Representante de la UE para Política Exterior.
Sánchez cuenta en este asunto con el apoyo de Giorgia Meloni, que tampoco ve con buenos ojos que se llame ReArmar Europa porque lo considera «engañoso para los ciudadanos». Pese a este aval, la posición de Sánchez es minoritaria. Camina por una senda diferente a la de la mayoría de los líderes, lejos de liderar como pudo suceder en el pasado. La apuesta por el gasto militar y un contexto de guerra lo difuminan.