De las voces internas que saltan en el PSOE cuando el partido enfrenta un asunto polémico, la de Emiliano García-Page acostumbra a ser la más sonora. Sus discrepancias con Ferraz son ya manifiestas, a cuenta de las cesiones que Pedro Sánchez ha hecho al independentismo -primero fue la amnistía y, después, la «financiación singular» para Cataluña-. Así, su oposición a las decisiones de la dirección nacional la justificaba porque, decía, estas iban en contra de los intereses del resto de autonomías.
Sin embargo, este miércoles Page ha vuelto a disparar contra la cúpula del PSOE por un asunto que nada tiene que ver con cuestiones territoriales. Preguntado por las acusaciones de corrupción vertidas por Víctor de Aldama sobre algunos dirigentes socialistas, el presidente castellanomanchego ha querido marcar distancias, con un dardo envenenado a Ferraz: «Los que tienen intención de corromper llaman a aquellas puertas que son corrompibles».
«Yo, como no me llevaba bien con casi ninguno de los que salen ahí, me he librado», ha añadido, dejando claro que con los señalados por Aldama «no tenía buena relación ni buen rollo». Entre ellos están, además del ex ministro José Luis Ábalos y el que era su asesor Koldo García, algunos de los todavía pesos pesados del Gobierno y del PSOE, como el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, y el secretario de Organización del partido, Santos Cerdán.
Aunque Page ha dicho estar «convencido» de que los señalados por Aldama «van a poder defenderse de las acusaciones que se están planteando», el presidente castellanomanchego ha querido poner de manifiesto que su Ejecutivo rechazó un contrato de mascarillas que se les ofreció «por mediación» del comisionista de la trama. «Nos negamos en rotundo, no nos olía bien», ha apuntado Page, para añadir que, en su federación, quienes intentan corromper «lo tendrían crudo».
Además del Ministerio de Transportes, dirigido entonces por Ábalos, otros como el de Interior y algunos Ejecutivos regionales como los de Baleares y Canarias (presididos en su momento por los socialistas Torres y Francina Armengol) firmaron contratos con la trama. Los dirigentes del PSOE, en sus comparecencias en la Comisión del Senado que investiga este asunto, se desligaron de esas contrataciones, que atribuyen a decisiones del personal técnico. Solo Page advirtió que aquello «no olía bien». «Todo lo que son manchas de asuntos turbios, de corrupción, dañan la columna vertebral de un proyecto que es social», ha añadido el dirigente.
Al Congreso a hablar de financiación
Page es uno de los nombres más esperados en la cita sevillana de este fin de semana. Después de un año en el que el castellanomanchego ha liderado la disidencia interna del PSOE en los asuntos más críticos -amnistía y «cupo catalán»-, se espera que su presencia en el cónclave socialista sea decisiva para determinar el rumbo ideológico del partido en los próximos años. «Lo que más me importa es el código ideológico, las ponencias», ha reconocido Page, que dice ir al Congreso Federal para hablar de financiación y presentar «las aportaciones que Castilla-La Mancha está dispuesta a hacer» al respecto.
Así, el presidente autonómico espera que el encuentro socialista de este fin de semana se salde con un «buen diagnóstico». «Me importará más resaltar, no lo que ha pasado, si no, sobre todo, lo que no quiero que pase», ha añadido, sin renegar de las altas expectativas que hay concentradas respecto a este 41º Congreso, que se presenta como uno de los más convulsos pese a que la reelección de Pedro Sánchez como secretario general está asegurada. «Lo peor que le puede pasar al PSOE es que a la ciudadanía le importe muy poco lo que vaya a pasar este fin de semana en Sevilla».