Balaídos hizo honor a su reputación de ‘maldita’ en Barcelona: el cuadro culé se dejó dos puntos en su visita al Celta (2-2), que hizo dos goles en dos minutos para empatar el partido y certificar el segundo tropiezo blaugrana consecutivo en Liga.
Malas sensaciones en el Barça. Otra vez como en Anoeta. Otra vez sin Lamine Yamal. Tenía la obligación el equipo de Hansi Flick de vencer como fuese en Balaídos, que por algo tiene fama de ‘maldito’ en la Ciudad Condal. Fue saltar al verde y el Celta dejó claro el por qué. Los de Giráldez fueron los que llevaron la voz cantante en una primera mitad en la que el conjunto culé solo ganó en un aspecto: el acierto.
Una llegada clara, un gol. Así de fácil. Pudo haberse adelantado antes el conjunto olívico, que avisó en los primeros minutos con un remate que Iago Aspas, solo en el área, inexplicablemente echó fuera. No aprovechó el Celta y fue Raphinha el que abrió la lata, sacando oro de un error de Mingueza, que se comió un balón largo de Koundé y después no fue capaz de leer el regate del brasileño antes de que este pusiese el balón en la red.
El tanto no frenó al Celta. Tuvo incluso el empate el equipo de Giráldez con una doble ocasión prácticamente inmediata: Ilaix Moriba corrió la banda y la puso al área, pero Bamba no llegó al remate y Hugo Álvarez la estrelló en Gerard Martín; en la jugada siguiente, el centrocampista obligó a lucirse a Iñaki Peña con una volea tremenda desde muy lejos. Poco después, Bamba se lanzó con todo, muy forzado, para rematar otro centro al área. Pero nada.
Hasta hubo tiempo para reclamar un penalti de Martín sobre Aspas que el colegiado no concedió en lo que sería solo el inicio del cabreo de Balaídos con el árbitro. Mientras, el único peligro que dejó el Barça fue una gran acción individual de Dani Olmo, que ocupó el carril izquierdo para que Raphinha supliese a Lamine Yamal en la derecha, y un gol anulado a Lewandowski por fuera de juego.
Y al borde del descanso, al que el Barça llegó por delante pero con muy poco que celebrar, el estadio celeste estalló: Gerard Martín derribó, de nuevo, a Iago Aspas con una entrada durísima y todo el banquillo del Celta pidió la segunda amarilla. Pero el colegiado no la mostró y se marchó a los vestuarios viendo pañuelos.
La segunda parte empezó con un cambio en filas blaugranas: Héctor Fort saltó al verde en el lugar de Martín, que había jugado demasiado con juego en la segunda parte. El guion, sin embargo, fue muy parecido —con el Celta presionando con todo y los culés resistiendo— hasta que el Barça hizo el segundo.
Otra vez fue un error bien aprovechado por el líder de la Liga: Raphinha robó el balón y la puso al área para Lewandowski, que aunque controló mal se quedó con el balón, tras un mal despeje de Starfelt, y batió sin contemplaciones a Guaita.
Con el 0-2 en el marcador, cualquiera pensaría que el partido estaba resuelto. Nada más lejos. La expulsión de Marc Casadó al ver la segunda amarilla, tras un agarrón sobre Ilaix Moriba cuando el centrocampista olívico se desmarcaba, lo cambió todo: el Celta se echó arriba y avisó con un gol —en propia, de Íñigo Martínez, tras un centro— anulado.
Un minuto después, se desataría la locura en Balaídos: Koundé se durmió en el área y Alfon le robó la cartera para batir a Peña, que hasta entonces se había lucido con paradas de todos los colores. Cuando aún no había terminado de celebrar la hinchada celeste, Hugo Álvarez recortó en el área ante Fort para abrirse hueco y poner el balón en la red.
No se movió más el marcador, pese a que Borja Iglesias pudo hacer el tercero con un remate de espuela y el Barça tuvo la última en un balón largo para Raphinha que cortó Marcos Alonso. El Barça se marcha de Balaídos sumando solo un punto, sin romper su maldición en territorio olívico, y con la sensación de que, sin Lamine Yamal, no sabe ganar.
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