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Sánchez descarta elecciones frente a las dudas de sus socios porque está «cargado de determinación» mientras busca un impulso con su primera reunión con Junqueras

Publicado: diciembre 15, 2025, 3:07 pm

El Gobierno atraviesa uno de los peores momentos desde que Pedro Sánchez accedió a La Moncloa. Los casos de presunta corrupción y los escándalos de acoso sexual de cargos socialistas han golpeado duramente al Ejecutivo y al PSOE, que se encuentra en una estado de «abatimiento». El presidente del Gobierno asume que con «contexto no es fácil», pero no contempla el adelanto electoral como exige la oposición y como ya empiezan a vislumbrar algunos socios de gobernabilidad, que ante el goteo de escándalos tienen dudas de que la situación sea sostenible hasta 2027.

Sánchez insiste en que han mostrado «contundencia» cuando han tenido conocimiento de conductas inadecuadas y retoma un argumento que ya empleó en abril de 2024 cuando se tomó unos días de reflexión tras conocer que su mujer estaba siendo investigada por la Justicia. Cree que él y su Gobierno tienen que «aguantar campañas de acoso y mentiras». Lo resume de nuevo en «fango».

Pese a que hasta partidos como el PNV o incluso ERC que tuercen ya el gesto ante el escenario actual y las circunstancias del Ejecutivo, Sánchez mantiene su hoja de ruta. Los nacionalistas vascos ya han advertido este fin de semana que o el PSOE «consigue detener ya la hemorragia de noticias diarias o el presidente Sánchez tendrá que plantearse seriamente cuándo convocar unos comicios».

Los republicanos han pedido una reunión a Sánchez en La Moncloa ante la escalada de los casos de corrupción y acoso sexual porque «no se puede pedir a la izquierda del PSOE que haga de paracaídas y trague con todo». Oriol Junqueras, líder de los republicanos, ha conversado en la mañana de este lunes con Sánchez y ambos han pactado esa reunión, así como que el portavoz parlamentario, Gabriel Rufián, la exigiera públicamente minutos después. «Me veré con él», ha asegurado el jefe del Ejecutivo. Será la primera cita entre ambos, porque hasta, como en octubre de 2023, el contacto había sido telefónico -el pacto de investidura entre ERC y PSOE lo firmaron Junqueras y Félix Bolaños-.

No es el único a los independentistas. Sabe Sánchez que su permanencia en La Moncloa descansa, sobre todo, en los partidos vascos y catalanes. En el radar están situados con más esmero PNV y Junts, de ideología más conservadora y más proclives que ERC o Bildu a un posible pacto con el PP. De ahí que La Moncloa esté inmersa en una cadena de gestos y cesiones.

La última, anunciada por el propio presidente del Gobierno: está trabajando para lograr que Cataluña y el País Vasco sean miembros asociados dela Unesco y de la Organización Mundial del Turismo. «Algo que vamos a solicitar en los próximos días, como lo son otros muchos territorios de otros países». Y mientras se intenta esa condición, el Gobierno quiere que a estas comunidades se les conceda un estatus que les confiera competencias más amplias.

Más guiños: en los próximos días quiere el Ejecutivo que se publiquen las balanzas fiscales de las comunidades, acorde a «una metodología acoradada entre Junts y el Gobierno».

Otra formación que pone en tela de juicio el propósito de llegar a 2027 es Podemos. Los morados, desde el principio, han censurado a los socialistas por los escándalos de machismo y corrupción, hablando de «caso PSOE». Su análisis es que el Ejecutivo está «muerto» porque la corrupción, el machismo y la falta de políticas sobre vivienda «se lo ha llevado por delante».

Frente al pesimismo, el jefe del Ejecutivo sigue viendo el vaso medio lleno. Intenta trasladar una imagen de «estabilidad», de «normalidad». Como si no hubiera heridas. «Nos sentimos cargados de determinación, convicción y energía», ha dicho en la rueda de prensa de balance de fin de año celebrada en La Moncloa. «Vamos a dar lo mejor de nosotros mismo en esta segunda parte de la legislatura».

Su planteamiento, al menos a día de hoy, es no adelantar las elecciones. Cumplir con el mandato de cuatro años, por más que el momento sea crítico. Pisa el acelerador del coche por una carretera donde todo son disparos. «Queda mucho por hacer. Por eso estamos aquí y queremos seguir gobernando este país». No prevé una remodelación de su gabinete, como exige Yolanda Díaz, y mantiene la idea de hacer «cambios quirúrgicos»: sacar únicamente a sus ministros candidatos según lleguen las elecciones. La primera en salir, en los próximos días, Pilar Alegría, ya que Aragón celebra comicios el 8 de febrero y ella es la candidata socialista.

De hecho, esta comparecencia para hacer balance del año intenta asentar esa imagen de que el Gobierno sigue a lo suyo, que sigue haciendo cosas, aunque la actualidad lo opaque totalmente. Ha hablado de inversiones, ayudas socioeconómicas, crecimiento, creación de empleo, vivienda… Y ha anunciado la creación de un abono único de transporte nacional «para viajar por todo el país». Cuestionado por un «revulsivo» que permita retomar la iniciativa política frente al «ruido», como demanda su propio socio Sumar, Sánchez ha tirado de ironía diciendo si lo que tiene que hacer es bostezar cuando anuncia que van a subir el sueldo a 3,5 millones de funcionarios.

«Tenemos recursos, ideas, ganas de enfrentarlo y un buen equipo de ministros. Y dos años por delante para hacerlo realidad. Vamos paso a paso con determinación», ha sido la reflexión que ha trasladado.

Sánchez que prefiere no hacer caso a las encuestas hasta que se convoquen las elecciones, recupera otro de sus mantras habituales en los últimos años, para tratar de tener el respaldo de los votantes y de sus socios: el miedo a la derecha y la ultraderecha. Un mensaje que aunque ya es desechado por sus socios, que exigen algo más, sigue formando parte de su narrativa y estrategia: «El mayor error histórico que se cometería en nuestro país es un gobierno de la derecha y la ultraderecha. Lo creo de verdad y lo estamos viendo en otros países».

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