Publicado: noviembre 20, 2025, 12:07 am

Juanfran Pérez Llorca no quiere ser un «Mazón 2.0», como ya le bautiza la izquierda para cuestionar su designación para suceder a Carlos Mazón. El ya candidato del PP a la Generalitat -el partido registró ayer su nombre en las Cortes en el último día de plazo- se lanza a la investidura marcando distancias con el aún presidente en funciones y, sobre todo, evitando descartarse como futuro candidato del PP en las elecciones de 2027.
La carambola que permitirá a Llorca ocupar el despacho presidencial en el Palau de la Generalitat -siempre y cuando Vox le dé su apoyo- lo sitúa a efectos de Génova como una solución de transición. Es decir, la dirección nacional de Alberto Núñez Feijóo sólo lo ha confirmado como un presidente de la Generalitat interino, ya que su investidura permitirá aparcar el adelanto electoral una vez Mazón anunció su dimisión.
De la misma manera, Llorca relevará a Mazón, también de forma interina, como presidente del PPCV. En este caso, para aplazar el congreso regional que reclama el ex presidente Francisco Camps y evitar abrir precipitadamente el melón sucesorio, pues la apuesta de Génova como cabeza de cartel en unas elecciones autonómicas es María José Catalá. La alcaldesa de Valencia, por cierto, dio ayer su bendición a Llorca siendo la primera en firmar su candidatura a la investidura y apoyando que se retrase el congreso del PPCV.
Pero Llorca, sin embargo, ironizaba ayer con su supuesto liderazgo interino: «Si ustedes conocen a algún político que no sea interino, levanten la mano, yo no conozco a ninguno». Dicho con otras palabras, no es más interino que cualquier otro político. De hecho, hay voces en el PP que señalan que está dispuesto a pelear en el futuro por ser el candidato «definitivo» del PP a la Generalitat, pues el paso que da ahora le obliga a renunciar a su cargo de alcalde de Finestrat.
Preguntado precisamente por si aspira a continuar al frente del Gobierno valenciano más allá de 2027 -año en que se agota la legislatura y deberán convocarse nuevas elecciones autonómicas-, Llorca no descartó ningún escenario. «Mi objetivo es hacerlo bien si soy investido presidente», dijo. «No me preocupa lo orgánico o mi futuro, me preocupa la Comunidad Valenciana», añadió.
Tampoco le preocupa, según afirmó, el lastre de la gestión de la dana que acabó hundiendo a Mazón. Es más, negó hipotecas del pasado o ser un «escudero» de Mazón, a cuya sombra ha crecido políticamente. «Tengo el apoyo de todo el partido», se reivindicó, en un discurso antes de registrar su candidatura en el que no hubo referencia alguna a Mazón.
El presidente en funciones, que conserva su acta de diputado, tampoco estuvo en la reunión del grupo parlamentario que convocó Llorca para nombrar al nuevo portavoz del PP en las Cortes. El encargo recayó sobre Nando Pastor, el actual portavoz en la comisión de investigación de la dana y que ha tenido sonoros enfrentamientos con las asociaciones de víctimas.
Nueva etapa, por tanto, para la que Llorca avanza también cambios en el Consell («siempre cambian las cosas»). No sólo eso, porque espera hacer borrón y cuenta nueva en la guerra que enfrenta a Generalitat y Gobierno de España desde la dana. Así, buscará reconstruir «los puentes de diálogo que se han roto con otras administraciones». Toda una declaración de intenciones para un punto y aparte respecto a la era Mazón que Llorca quiere acometer sin un pacto por escrito con Vox. Otro gesto que rompe con la escenografía de Mazón y que, de momento, no disgusta al partido de Santiago Abascal.
