Publicado: noviembre 15, 2025, 12:07 am
«¡España es el ejemplo más claro de que no todos los países europeos son antichinos!», soltaba un comentarista de la televisión estatal china mientras se pasaban vídeos de la visita de Estado de los Reyes a China: Felipe VI haciendo un brindis con unas palabras en chino en la cena de gala que ofreció el líder supremo Xi Jinping y Doña Letizia probando un té local durante un paseo por un parque de la ciudad de Chengdu y dándose un baño de masas el pasado jueves en una universidad de estudios extranjeros en Pekín.
«¿Por qué la relación entre China y España se ha convertido en un modelo de interacción internacional?», lanzaba esta pregunta un editorial el diario chino Global Times, con tirada también en inglés y que es una de los altavoces del Partido Comunista Chino (PCCh) con más eco en el exterior.
«Ambos países siempre han concebido las relaciones bilaterales desde una perspectiva estratégica y a largo plazo, respetándose y contribuyendo al éxito compartido. Esto ha sentado un precedente para el fomento de relaciones amistosas y el desarrollo común entre países con historias, culturas y sistemas sociales diferentes», continuaba. «Mientras algunas naciones aún debaten cómo posicionar sus relaciones con China, España ya ha tomado su decisión mediante acciones concretas, oponiéndose sistemáticamente a cualquier desvinculación».
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, entrando al Congreso.
En los últimos días, aprovechando el viaje de los Reyes (en la comitiva real también se encontraba el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, y el de Exteriores, José Manuel Albares) desde la propaganda china han ido soltando la idea de que, quien quiera estrechar las relaciones políticas y comerciales con la superpotencia asiática, debe seguir el ejemplo pragmático de España, con un Gobierno que ha lanzado una gran ofensiva diplomática hacia Pekín que incluye tres visitas del presidente Sánchez y de varios ministros, y el primer viaje de la Familia Real en 18 años.
«El Gobierno español ha sido inteligente y rápido porque, en medio de todas las turbulencias globales actuales, fue el primero en ofrecerse como un puente entre China y la Unión Europea», señalaban estos días algunas voces autorizadas del Ministerio de Exteriores chino. Aunque la posición de España, con el último impulso del viaje de los Reyes, no ha convencido a algunos funcionarios de la delegación de la UE en Pekín. «En estos momentos, nuestra relación con China está atravesando uno de sus peores momentos», aseguran.
Las mismas fuentes, que llevan ya bastantes años moviéndose por el patio diplomático chino, reconocen que la UE está cada vez más atrapada en medio de la rivalidad entre Estados Unidos y China, y que «acercamientos unilaterales» como el de España al régimen desnudan en público que el bloque es incapaz de elaborar una estrategia coherente conjunta respecto al país asiático.
En Bruselas, la estrecha relación de Sánchez con China genera incomodidad entre no pocos socios. Las fuentes diplomáticas consultadas coinciden en apuntar que el acercamiento es una «anomalía», que la cercanía española contrasta con la posición que tienen tanto las principales potencias económicas como la propia UE. Alemania, por ejemplo, va a revisar sus políticas comerciales con el país para «reducir riesgos», esto es, que va a reenfocar sus políticas para no tener una dependencia excesiva del gigante asiático.
Italia, por su parte, ya pidió hace tiempo que la UE tenga una posición conjunta y unida frente a China, Francia se ha enfrentado a Shein y Países Bajos llegó a nacionalizar Nexperia, compañía de microchips cuya matriz es la china Wingtech. La postura de los grandes de Europa, por lo tanto, dista mucho de la que mantiene España, que está mucho más cerca de Hungría que de las potencias económicas. Este país acaparó en 2024 un tercio de toda la inversión de China en la UE, según los datos del Gobierno magiar, y su intención es profundizar en esta relación. Viktor Orbán y Pedro Sánchez, unidos por Xi Jinping.
En la Comisión Europea la respuesta oficial es mucho más contenida. Apuntan que los países son libres para tener sus relaciones internacionales, pero el asunto tampoco acaba de gustar. Es cierto que ya no existe la crítica que sí se expresaba el pasado año, cuando el presidente del Gobierno de España viajó a China y pidió que no se le aplicasen aranceles al coche eléctrico chino en plenas negociaciones Bruselas-Pekín. En ese momento se acusó a Sánchez de debilitar la capacidad negociadora de la UE, y se le recordó que «la Comisión es responsable de la política comercial de la UE». Pero el recelo sigue existiendo y, de hecho, esta misma semana se ha acordado acelerar la imposición de aranceles a paquetes cuyo valor es inferior a los 150 euros, que hasta ahora estaban libres de tarifas, en un medida que está directamente dirigida a los envíos desde China de Temu y Shein. El acercamiento de España se produce en un momento geopolítico y comercial muy complicado: la pinza aplicada por China y EEUU pone cada vez más de manifiesto la debilidad europea.
«En los primeros meses de Donald Trump en la Casa Blanca, parecía que las relaciones entre Pekín y Bruselas se iban a estrechar, apaciguando varios frentes conflictivos abiertos. Pero ahora estamos peor que nunca por las tensiones con el suministro de los minerales críticos con los que aprieta la parte china», comentan desde la delegación europea en Pekín. Además, mientras los Reyes de España visitaban el país asiático, los funcionarios chinos no escondían su gran enfado con la UE por el discurso sorpresa de este mes en el Parlamento Europeo de Hsiao Bi-khim, vicepresidenta de Taiwan, la isla autogobernada que China considera una provincia separatista.

