Publicado: noviembre 7, 2025, 7:07 pm
Si en un momento complicado, como el de la aprobación de la Ley de Amnistía, Pedro Sánchez acuñó la ya famosa frase «hacer de la necesidad, virtud», ahora en un momento también delicado, con Junts planteando un bloqueo de la legislatura y con otro socio como Podemos zarandeando al Ejecutivo, bien podría abanderar otra reflexión: «hacer normal lo excepcional». La decisión del partido de Carles Puigdemont de rechazar todas las iniciativas que La Moncloa lleve al Congreso y que salgan del Consejo de Ministros -y no hayan pactado con ellos- supone el certificado de defunción, ahora parece que sin resurrección posible, de los Presupuestos. El presidente del Gobierno mantiene su intención de presentarlos, pero ante la circunstancia de consumar una legislatura sin poder aprobar unas solas Cuentas Públicas, presume de encabezar «uno de los mejores momentos» en la historia de España.
Con el paso de las semanas, la utopía de unos Presupuestos se fue evaporando. En dos años de mandato, La Moncloa se ha dejado por el camino a dos socios de gobernabilidad: Junts y Podemos. Once votos -siete independentistas y cuatro morados- sin los que las iniciativas gubernamentales pueden ser invalidadas en el Congreso. Esto implica una fotografía de parálisis, acrecentando la debilidad parlamentaria de la coalición. Porque en su propósito de no convocar elecciones -Sánchez sí las pide en Valencia ante la dimisión de Carlos Mazón-, Sánchez está decidido a seguir, como ya ha anticipado, apruebe o no unos Presupuestos, camine cuatro años con los números de la legislatura pasada.
«Con nuevos presupuestos o no, España avanzará y el Gobierno seguirá con su hoja de ruta», ha expuesto Sánchez ante los periodistas en una comparecencia en Belém (Brasil) con motivo de su asistencia a la COP30. Ni siquiera la amenaza de que las iniciativas que no puedan aprobarse pongan en peligro la recepción de fondos europeos hace calibrar la situación al jefe del Ejecutivo. «Este Gobierno es el que más fondos europeos ha ejecutado. Eso explica el crecimiento y la modernización del tejido productivo. Y eso va a seguir siendo así». El partido que lidera el prófugo de la Justicia bloquea ya al menos seis leyes de las que están en tramitación y que el Gobierno necesita para recibir fondos europeos, porque son las que se comprometió con la Unión Europea a aprobar sin consenso interno previo -La Ley de Industria, la de Familias, la de Equidad, Universalidad y Cohesión del Sistema Nacional de Salud o la Ley para el control, inspección y régimen sancionador de la pesca-.
El presidente del Gobierno insiste en que presentará las Cuentas en el Congreso -lo que implicaría que se votasen- pese a conocer ya el final: serán tumbadas. Pero mientras la expectativa hace unas semanas era hacerlo lo antes posible, ahora ya se evita poner fecha.
Sobre el manejo de la gobernabilidad ante un escenario donde no cuenta con mayoría y donde un partido, cuyos siete escaños son claves, ha manifestado que votará todo en contra, La Moncloa no ofrece pistas más allá del ofrecimiento de «diálogo» y «sudar la camiseta». Se aferra Sánchez a la buena marcha de la economía como sostén para mantenerse en pie y advertir de que, con él, España funciona, sin él… Es una nueva variante del miedo a la llegada de la ultraderecha al Gobierno para aglutinar a sus socios. Una vez que ese mensaje saturó a los grupos, emplea una nueva vertiente, tratando de lograr ese pegamento en un bloque con importantes fisuras.
«España vive uno de sus mejores momentos de los últimos 45 años», ha sido el argumento empleado cuando los periodistas le han cuestionado sobre las constantes vitales de la legislatura. «Ahí están los datos en términos de crecimiento económico, de creación de empleo, de reducción de la desigualdad, que sigue siendo uno de los problemas del país, en términos de proyección internacional y de paz social». Sánchez se postula como ese líder de la bonanza que, dice, «hemos logrado con mucho esfuerzo y capacidad de diálogo y de llegar a acuerdos».
Y mientras la ausencia de una mayoría en el Congreso no altera su pretensión de llegar hasta 2027, en la Comunidad Valenciana, donde el PP y Vox están en negociaciones para acordar quién sucede a Carlos Mazón y bajo qué programa, Sánchez considera que deben convocarse elecciones. «El problema no ha sido el señor Mazón, sino una mayoría parlamentaria negacionista que ha frivolizado y debilitado la respuesta de la Comunidad Valenciana a la emergencia climático. Si hay que temer algo es el negacionismo de Abascal y Vox y no temer a la voz de los valencianos. Por eso lo que pide el PSOE son elecciones para romper esa mayoría negacionista».

