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Iglesias, el miliciano de Sánchez

Publicado: octubre 19, 2025, 4:07 am

El antiglobalismo se cita en Madrid para afianzar el presente de Sánchez y asegurar su futuro. El altermundismo se disfraza de antifascismo con un elenco de activistas pro Hamas, antisemitas, posmarxistas e identitaristas woke en la Uni de Otoño de Podemos para predicar su propia versión de los derechos humanos, hipócrita defensa que constituye el fundamento del progreso económico de los líderes de la izquierda radical, que conforman una élite extractiva -preocupada únicamente por su bienestar a costa del bienestar de los que dice defender-.

Conocemos la performance. Lo cual no es razón suficiente para que pensemos que esta vez no nos embaucará. Fue la base, jugosamente financiada por la URSS, sobre la que se desarrolló la guerra cultural en los 60 y 70 del siglo pasado. El nuevo movimiento de liberación nacional y el Sur Global -integrado por los países no alineados, o sea, comunistas- pone sus métodos y dispositivos de protesta anticapitalista al servicio de la duración de Sánchez.

Lo poco que queda del PSOE sistémico debe asumir cuanto antes el principio de realidad. El PSOE será pronto una corriente más -y minoritaria- de este movimiento: la futura Españas Insumisas aglutinará pronto a toda la izquierda -incluida la subversiva- previo paso por un implícito o explícito Frente Amplio. Pasaremos suave o abruptamente de Boric a Mélenchon. Mientras, Iglesias rotura, como desde 2016, la vereda por la que transita Sánchez. Iglesias se ofre-ce de nuevo como el seguro de duración de Sánchez. A Sánchez sólo le preocupa su du-ración y a Iglesias la hegemonía. En el fondo son dos maneras sólo formalmente distintas de compartir objetivos. La de Sánchez es absolutamente relativista; la de Iglesias es totalitariamente dogmática. Ambas confluyen en los negociados chino y venezolano.

Algo le dice a Iglesias -que olfato no le falta para identificar un hedor- que la duración de Sánchez depende de la quiebra de la división de poderes y del control y sometimiento del Poder Judicial. Esa perentoria necesidad de Sánchez es la fortuna de Iglesias, que se fuma paciente el puro del Che.

En la investidura clandestina, durante la cabalgata de Reyes de 2020, se repartieron los papeles: Iglesias arremetió contra jueces y medios y Sánchez acicaló el mensaje. Bajo la apariencia de acometer la domesticación de Iglesias se produjo el proceso inverso: Sánchez señaló en 2023 a los «poderes ocultos» que conspiran contra él y asumió la narrativa nacional-kirchnerista del law fare. La pareja Iglesias-Montero había perdido el poder y consolidado el dominio -la propiedad del marco mental-. Una de las mayores muestras de sumisión fue la sollozante súplica de Gabilondo en Madrid: «¡Pablo, tenemos seis días!».

«Vamos a por ellos de verdad», le apremió ayer Iglesias a Sánchez. Le sugirió que no queda tiempo. Sin remilgos, se ofreció a Sánchez para asaltar la Justicia y los medios [la izquierda necesita «un poder mediático propio», dijo, como si no dispusiera de una servil acorazada Intxaurrondo] y neutralizar la posibilidad de alternancia. «Ay, es que Europa dice no sé qué. ¿De verdad pensáis que Europa os va a salvar de la cárcel cuando estos manden?». Se ahorró exponer los motivos que llevarían a prisión a los destinatarios de su arenga. Entretanto, Sánchez se solazaba en Ámsterdam expresando lo mismo con el tono propio del relamido atildamiento socialdemócrata: Sánchez explicó a sus homólogos que la derecha xenófoba es una amenaza real; e Illa omitió que ambos legislan para su solaz en Cataluña. Si le es preciso, Sánchez llegará hasta donde le señala Iglesias.

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