Publicado: octubre 17, 2025, 1:07 am
Si antes era quien preguntaba al espejo lo que tenía que hacer, ahora es quien se ve dentro del espejo dando consejos, siendo la «brújula», el «referente». Hace unos años, la socialdemocracia española se miraba en el ejemplo de la escandinava o la alemana. Ahora, ante el avance de la derecha y la extrema derecha, creen en La Moncloa que la española se ha convertido en el ejemplo a seguir. Y en ese rol nuevo, Pedro Sánchez busca enarbolar a nivel nacional e internacional las banderas progresistas.
Esta semana, en Ámsterdam, en el congreso de los socialistas europeos, busca ejercer de punta de lanza de un modelo de gestión y unos plantemientos que contrapone con los conservadores y la ultraderecha. «El presidente presenta unos valores y una manera de entender el mundo que ahora no está de moda», dicen en su equipo. «Somos la socialdemocracia que queda».
Pese a que España se mueve en un marco de inestabilidad, Sánchez se ha consagrado como uno de los líderes más longevos de Europa. De hecho, en su núcleo duro presumen de que fuera no les preguntan por ese asunto. Es de los pocos mandatarios mundiales que resiste en el cargo desde la pandemia. Y la caída de pesos pesador como el alemán Olaf Scholz ha incrementado su relevancia. De ahí que en noviembre de 2022 fuera elegido presidente de la Internacional Socialista. «Pedro y Lula (da Silva) son ahora los dos grandes líderes de la izquierda en el mundo», reflexionan en su equipo.
Hace dos años, Málaga acogió el congreso de los socialistas europeos. Entonces, los jefes de gobierno en funciones europeos socialistas y socialdemócratas eran Pedro Sánchez, los primeros ministros de Dinamarca, Mette Frederiksen; Malta, Robert Abela; Rumanía, Marcel Ciolacu, y el canciller alemán, Olaf Scholz. Ahora sólo sobreviven Sánchez, Frederiksen y Abela con mando en plaza. Hay afinidad ideológica con el primer ministro británico, el laborista Keir Starmer, pero no pertenece a la familia socialdemócrata.
La caída de líderes de izquierda y la llegada al poder de conservadores ha propiciado que, por ejemplo, Sánchez busque refugio en líderes de Latinoamérica como el propio Lula, el chileno Gabriel Boric, el colombiano Gustavo Petro o el uruguayo Yamandú Orsi, con quienes comparte más afinidad y principios que con muchos líderes europeos.
Pedro Sánchez preside la reunión del Presídium de la Internacional Socialista (IS) en Madrid.PSOE
En el complejo presidencial consideran que la causa palestina y la apuesta por la transición energética y la lucha contra el cambio climático son dos ejemplos de ese liderazgo y «brújula» progresista que ha decidido emprender Sánchez. «La política exterior no es solo un instrumento para relacionarse con otros Estados; es también un reflejo de los valores que una sociedad defiende y proyecta en el mundo. Para un gobierno socialista como el de Pedro Sánchez, la defensa del derecho internacional, de los derechos humanos y de la paz en cualquier lugar del mundo forman parte esencial de esa proyección», señalan desde la cúpula socialista.
«Los líderes suelen hablar entre ellos para tomar decisiones. En el caso de Palestina, él es quien ha ido abriendo puertas. Pero lo hacía no sólo como presidente del Gobierno de España, sino también como líder de la Internacional Socialista. Fija posición, habla de genocidio…», describen los colaboradores del jefe del Ejecutivo. Respecto al cambio climático, en su equipo resumen así su que sea un asunto central de su agenda nacional e internacional: «El futuro del planeta dependerá de tener energía o no, de quién la tiene y quién no».
La buena marcha de la economía española ayuda a que Sánchez pueda demandar foco y es, también, una de las palancas que emplea en sus intervenciones y entrevistas en los foros internacionales.
Hay unas ideas fuerza que va exponiendo en los países y escenarios que visita, estructurando su visión de lo que debe ser esa socialdemocracia española que ejerza de faro -«Ahora nos toca a nosotros inspirar a otros, ser la luz en un tiempo oscuro», sostiene Sánchez-: la desigualdad, con el gran hándicap en España de la vivienda; la igualdad de género; la lucha contra el cambio climático; la defensa de la ciencia; la preeminencia del gasto social frente al gasto militar; el impulso de medidas sociales como la reforma laboral, la subida de las pensiones o la inversión en ciencia y educación; la defensa del multilateralismo; o la confrontación con las posiciones y el discurso de la derecha y la extrema derecha.
Sánchez se hace una foto con simpatizantes del PSOE.PSOE
Se trata de medidas con las que Sánchez se siente cómodo y que, a su vez, le permiten tratan de reconectar con los partidos que le sustentan en el poder y mantener la pulsión de un electorado al que necesita reactivar.
«Pese a la imagen que se da de él, Pedro se lo cree. En su cabeza también está el qué voy a hacer con mi tiempo, qué legado le quiero dejar al mundo. Un eslogan siempre tiene detrás una realidad y merece la pena lo que está intentando, aunque ahora mismo seamos una minoría», explican quienes trabajan codo a codo con él.
Ese propósito deriva en un gran peso de la agenda internacional, que además le permite orillar asuntos más incómodos como las investigaciones judiciales a su esposa o hermano, o la trama Cerdán/Ábalos/Koldo. Asuntos que condicionan su día a día e impiden al Ejecutivo marcar agenda en España.