Publicado: octubre 5, 2025, 1:07 am

Cuando se destapó que el más estrecho colaborador de Sánchez, Santos Cerdán, lideraba una organización criminal, el laboratorio de narrativas de La Moncloa distribuyó un argumentario entre sus socios parlamentarios. Todos se pronunciaron alineados al mandato de Sánchez y, sin fisuras, trazaron estupendos la línea roja y límite de sus tragaderas: la financiación ilegal del PSOE. Falsamente alarmados y compungidos, Rufián, Díaz y compañía se expresaron sospechosamente tajantes: su confianza en el Gobierno decaería «si aparece un papel donde ponga P. Sánchez».
En La Moncloa ya sabían que la investigación sobre financiación ilegal llegaría y sólo necesitaban confundir a sus socios y a la audiencia, que ya mezclaban, reducían y asociaban inadvertidamente la financiación ilegal con Ábalos y Cerdán para justificar que ellos no son el PSOE -aunque lo dirigiesen- ni el PSOE es Sánchez -aunque lo someta-. Con la eufonía, todos se anticipaban a los acontecimientos. Sánchez ganaba tiempo.
Los guionistas de La Moncloa manejan con precisión los ritmos narrativos. Daban por descontado que aparecerían los sobres. No lo consideran un problema, pues creen que el asunto está naturalizado y subsumido en Ábalos, Cerdán y Koldo. Si bien, el ardid permite sospechar que estamos ante otro cortafuegos; porque la cuestión de fondo no es que la trama cobrara en negro de Ferraz, que ya de por sí es demoledor [«Se ha ido sin que le diera el money (…) no me gusta tener tanto dinero en el cajón», se quejó una empleada del partido], sino de dónde salió el dinero y por qué brotaba. Ese hilo puede anudar las tramas superpuestas y nombres propios [Aldama, hidrocarburos, adjudicación arbitraria de contratos a Barrabés, rescate de Globalia, la petrolera chavista PDVSA, Duro Felguera -uno de los orígenes de la conexión venezolana-, mascarillas…]. Para cuando afloren con consistencia las conexiones, el aparato de propaganda de Sánchez cree que le habrá dado tiempo de fabricar una nueva excepcionalidad -que es su normalidad-, doblando la intensidad de los ataques a la Justicia y creando un clima irrespirable, binario y plebiscitario.
Ábalos multiplicó sus ingresos opacos entre 2017, al ganar Sánchez sus segundas primarias, y 2024. En 2018 fue el portavoz de la moción de censura. Su año de oro fue el de la pandemia -que comenzó una noche con Delcy Rodríguez en Barajas y terminó con más de 75.000 muertos por covid, cifra INE-.
En 2021, Sánchez prescindió de Ábalos, al poco cesó el gerente, el partisano Mariano Moreno, que hoy preside la empresa pública ENUSA. Fuentes de Ferraz deslizaron equívocamente que era afín a Lastra, aunque gestionó con Cerdán el aterrizaje de Koldo en Madrid. A partir de 2022, con el aliento de la investigación en el cogote, el metálico sustituyó a la tarjeta y apareció el hijo de Ábalos como intermediario. En 2023, cuando Sánchez rescató a Ábalos para las listas del PSOE, llamativamente los ingresos se interrumpieron: entre la S y la Z ronda la X, un negocio familiar y varias incógnitas que los cómplices de investidura no quieren despejar.