Publicado: octubre 4, 2025, 4:07 am

Sumar y los socios de investidura digieren en absoluto silencio el informe de la UCO sobre los pagos en efectivo del PSOE a José Luis Ábalos y Koldo García. Pero la hemeroteca habla, y mucho, por ellos. Y les deja comprometidos. Yolanda Díaz avisó en julio a Pedro Sánchez de que su «límite» para romper la coalición y abandonar el Gobierno era que hubiese financiación irregular del partido. Una línea que también trazaron con un rotulador rojo los aliados parlamentarios del presidente, que le advirtieron de que le retirarían su apoyo y le empujarían a convocar precipitadamente elecciones si se diera esa situación. Sería el fin.
«Jure y perjure que no estamos ante la Gürtel del PSOE», le espetó el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, a Sánchez durante una pregunta en la sesión de control en el Congreso, unos días después de conocerse el demoledor informe de la UCO sobre el entonces secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán. El presidente, que siempre ha negado financiación irregular, se revolvió al escuchar Gürtel y «P. Sánchez» y le exigió no hacer «de la anécdota una categoría».
Hoy, la UCO pone bajo sospecha esa versión de Sánchez y sacude los cimientos de la legislatura por los pagos en efectivo desde Ferraz con un dinero de origen desconocido. Tanto Sumar como los socios, que nunca han querido elecciones, dieron carpetazo al caso en julio, cuando dieron por buenas las explicaciones de Sánchez en el Congreso y asumieron el coste político de creer sus palabras. Rebajaron la investigación sobre Cerdán, Ábalos y Koldo a un asunto de manzanas podridas y miraron para otro lado a la hora de exigir responsabilidades políticas. A la espera de que la investigación aportara pruebas concluyentes de que había más.
Sumar, por ejemplo, se ató de pies y manos al PSOE. Sólo fijo una financiación irregular de máximos como detonante. No si era pequeña. Se precisó que tendría que ser una trama consciente y organizada para saquear las instituciones públicas. «Tenemos pocas líneas rojas. Esto tiene un límite que es su extensión al PSOE», dijo Yolanda Díaz. Sumar daba por encapsulado el caso en los tres principales investigados y pasaba el trance de tener que confrontar con el socio.
Los días que vienen marcarán la nueva actitud de Díaz. También la de los aliados que avisaron de las consecuencias drásticas si había pruebas. «La izquierda no puede robar. No nos hagan escoger entre corruptos cutres y corruptos premium, porque al final lo que les diremos es que la gente decida. Y no nos responsabilicen de lo que tenga que ser o lo que tenga que pasar con este Gobierno y con este país, porque la culpa exclusivamente será del PSOE», dijo el pasado 18 de junio Rufián a Sánchez.
El PNV es otro de los aliados más incómodos por la situación. Hizo caer a Rajoy por la corrupción y ese listón ético condiciona sus movimientos. Por eso en la comparecencia extraordinaria de Sánchez en julio fue de los aliados más duros. Exigió certezas y respuestas, porque la «confianza» iba «camino de la UCI».
El nuevo episodio espolea a Podemos en su estrategia de máxima presión a Sánchez. Hace tiempo que se mueve como partido de oposición y con la corrupción de lo que llama «caso PSOE» ha sido y será implacable.
El primer impacto de la desconfianza de los socios se verá en el Congreso. La próxima semana el Gobierno se juega convalidar el embargo a Israel -con dudas en su izquierda- y aprobar la Ley de Movilidad -en peligro y de la que dependen 10.000 millones de la UE-. Con esta inestabilidad, que se zarandeada ahora más por la corrupción, el Ejecutivo tiene que negociar los Presupuestos con unos socios que ya se lo iban a poner muy difícil y que ahora reciben más motivos para dar la espantada.