Publicado: octubre 3, 2025, 2:07 am
«La provocación Hamas-Sumud ha terminado«. Con estas palabras publicadas en un tuit en la cuenta del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí, el país gobernado por Benjamin Netanyahu daba por finalizada la operación para desarmar a la Flotilla Global Sumud. Eran más de 40 barcos que tuvieron la esperanza a lo largo del 1 de octubre de romper el bloqueo de la Franja de Gaza. No lo consiguieron pese a haber superado las 118 millas náuticas en las que la última Flotilla fue interceptada en junio. Tras una noche de trabajo de las Fuerzas Armadas Israelíes, a las 12.30 de la mañana hora española daban por finalizada la operación. Se salda con centenares de detenidos, 32 de ellos españoles, y un presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, acorralado por la presión.
La relación diplomática con Israel es pésima y las detenciones ilegales no ayudan, pues se han producido en la zona de interés económico de las aguas israelíes, pero no de soberanía. Pese a ello la respuesta del Ejecutivo fue insuficiente para sus socios, que convocaron una manifestación frente al Ministerio de Asuntos Exteriores que congregó a miles de jóvenes a las puertas del palacio de Santa Cruz que portaban banderas palestinas y mostraron su desacuerdo con la política exterior respecto a Gaza, un conflicto al que Sánchez se agarra para tratar de tapar las múltiples grietas que se le abren a su alrededor en los tribunales, con los casos de corrupción que afectan a su mujer, a su hermano y a sus dos últimos secretarios de Organización.
Las críticas comenzaron el miércoles, cuando Moncloa informó de que el buque de aprovisionamiento marítimo Furor había llegado a la posición establecida, a 200 millas náuticas de Gaza. Desde allí iba a esperar si había alguna situación excepcional que precisara de su ayuda. «El Gobierno recomienda encarecidamente a la Flotilla que, en las actuales circunstancias, no se adentre en la zona de exclusión, porque hacerlo pondría en riesgo severo su propia seguridad. La misión de la Flotilla es encomiable y legítima, pero las vidas de sus integrantes tienen que estar por encima», pidieron las fuentes de Moncloa. Este consejo provocó la crítica de Yolanda Díaz, quien afirmó que no debían animarles a dar la vuelta.
Ayer, tras la detención de los españoles y el resto de integrantes de la Flotilla, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, informó de que había convocado a la encargada de negocios israelí en Madrid, Dana Elrich, así como de que se había movilizado el cónsul en Tel Aviv para prestar toda la ayuda a los ciudadanos españoles. «No voy a aceptar ninguna acusación injusta e infundada contra ellos», aseguró en una intervención en TVE a las nueve de la mañana. Después la política de comunicación pasó al silencio. Mientras en Italia, su homólogo, Antonio Tajani, ofreció detalles hasta de la próxima deportación la semana que viene en dos vuelos chárter, la Oficina de Información Diplomática optó por el silencio, sin confirmar ningún dato de los que estaba facilitando el país vecino.
Al cierre de esta edición, el cónsul de España trataba de acceder a los detenidos para llevar a cabo el apoyo consular pertinente. Pedro Sánchez, que ayer se encontraba en Dinamarca, no quiso hacer ningún pronóstico, aunque aseguró: «Ahora mismo, lo más importante es la seguridad de nuestros compatriotas y que puedan regresar pronto a casa, a España. A partir de ahí, estudiaremos cualquier tipo de acción», informa Raúl Piña.
Mientras los manifestantes gritaban en las oficinas de Albares, en Exteriores informaron de que «el ministro ha hablado a lo largo de este jueves con su homólogo de Irlanda y también con la Alta Representante, a quien ha pedido que la UE se posicione a favor de los ciudadanos europeos. Exteriores analiza la situación con otros países como Turquía o Brasil, con nacionales en la flotilla». Argumentos políticos, en lugar de información sobre los detenidos, para intentar aplacar las críticas de los socios.