Publicado: octubre 1, 2025, 2:07 am

«¿Reconoces a esta mujer? Fue hallada ahogada en 2019 por los ocupantes de un barco anclado a 150 metros de la costa de Santa Eulalia (Ibiza) La llamamos ‘la introvertida’». Antes de lanzar la campaña, Interpol pidió a las policías de los seis países participantes -Bélgica, Alemania, Países Bajos, Italia, Francia y España- que recopilaran los casos que tenían de mujeres que habían fallecido en las últimas décadas de forma violenta y cuyos cadáveres no habían podido identificar. En España se rescataron siete, expedientes rebautizados por los de Interpol con nombres con cierto gancho para que captaran la atención de los ciudadanos, que era a quienes se pedía ayuda.
Además de a «la introvertida», las diferentes policías españolas buscaban poner nombre a «la mujer del monte Archanda», «la mujer del anillo en forma de búho», «la mujer que no estaba sola», «la mujer de la carretera», «la mujer del cobertizo» y a «la mujer de rosa». En toda Europa, el número de casos incluidos en el programa, que se lanzó en octubre de 2024 y se bautizó como Identify me -«Identifícame»-, ascendía a 46.
«La campaña surgió porque a nivel policial ya no teníamos más vías de investigación y esto permitía darle publicidad a los casos, abrirlos a la gente para que interactuaran y nos diera alguna pista. Se hizo un retrato robot de cada mujer y se divulgaron detalles concretos de ellas, como un tatuaje, una joya o la ropa», explica el inspector Francisco Javier Álvarez Zarzo, jefe del grupo V de la OCN-Oficina Central Nacional- de Interpol en España y responsable del programa Identify me en nuestro país.
Sobre la mesa tiene dos expedientes, los correspondientes a los dos casos que su equipo ha logrado cerrar en estos meses, los únicos de esta campaña de Identify me resueltos de momento a nivel europeo, un éxito de la policía española. Hace sólo unos días que han dado a conocer la identificación de la segunda de ellas, a la que no había sido difícil bautizar como «la mujer de rosa».
Cuando un taxista halló su cadáver el 3 de julio del 2005, a la altura del kilómetro 84 de la carretera de la Vila, en Viladecans (Barcelona), vestía pantalones de color fucsia talla 36, top rosa estampado de flores y sandalias negras y rosa. «Había muerto a causa de una sobredosis en otro sitio unas 12 horas antes, pero habían trasladado el cadáver», detalla el inspector Álvarez Zarzo.
Indocumentada, se preguntó en un afterhour cercano, por si había estado allí, pero nadie aportó ninguna pista sobre su identidad. «Por el aspecto [1,60 de altura, piel cara, cabello castaño teñido de cobrizo, ojos azules], parecía Europea del Este, por lo que fuimos preguntando en Ucrania, Rumanía, Bulgaria, en toda la zona, en Turquía también. No dejamos de preguntar de vez en cuando porque hoy no hay ninguna denuncia por su desaparición, pero mañana la pueden presentar los padres».
La insistencia dio sus frutos. Así, la policía turca les comunicó que las huellas de la desconocida coincidían con una ciudadana rusa de la que tenían un reseña por ejercer la prostitución. Los turcos enviaron las huellas de la rusa y la policía científica española confirmó la coincidencia. «Aún así, se preguntó a Rusia. Rusia no tiene huella de todos los ciudadanos como nosotros, solo de la gente que ha cometido algún delito y ella no les constaba. Pero nos confirma la identidad y que el pasaporte coincide», detalla el inspector los siguientes pasos que dieron. «Les pedimos que buscaran un familiar para confirmar la defunción y por si se podía conseguir un perfil genético. Localizaron a una hermana pero no quería dar su ADN porque no quería que su perfil genético saliera fuera de Rusia».
Ante la negativa de la hermana, se hizo el camino inverso, es decir, se envió el perfil genético de «la mujer de rosa» a Rusia y se cotejó allí. A principios de septiembre, los rusos la confirmación la identidad. Nadie había denunciado su desaparición. Liudmila Zavada, de 31 años cuando falleció, está enterrada como anónima en el cementerio de Gavá (Barcelona).
Incinerada se encuentra la otra identificada, «la mujer del cobertizo», hallada ahorcada -se había suicidado- en una casa de campo de Sant Julià de Ramis (Gerona) el 3 de agosto de 2018. Los dueños, quienes la encontraron, no la conocían.
Unos cuatro meses después se emitió una notificación de Interpol negra, la que se usa para los cadáveres sin identificar. El inspector tiene este expediente en la mesa junto a otro que lleva el sello amarillo, el que corresponde a las desapariciones y que llegó cinco años después, en 2023. Una persona en Paraguay había denunciado la desaparición de su hermana, a la que situaba en España. En poco se parecía la foto de la desaparecida -pelo largo, rubia, atractiva- con la ahorcada, de pelo oscuro y corto, demacrada.
Si el expediente de la desaparición hubiera incluido una huella dactilar, el caso se habría resuelto automáticamente. Pese a que ambas mujeres aparentemente tenían poco en común, se buscó en Extranjería una huella de la desaparecida y se cotejó con la de la fallecida. Eran la misma persona: Ainhoa Izaga, de 33 años,
Entre las cinco mujeres aún sin nombre están una mulera -«la mujer del anillo en forma de búho»-, fallecida en marzo de 2007 al explotarle una de las bolas de cocaína que transportaba en su cuerpo. O «la introvertida», hallada el 9 de julio de 2019, ahogada, a 150 metros de la costa de Ibiza. Solo llevaba puesto un biquini negro. De las indagaciones policiales se concluyó que ejercía la prostitución y que probablemente había estado trabajando en un yate. Fue bautizada como «la introvertida «porque apenas hablaba, de modo que los pocos que la trataban ni sabían su nombre. ¿Se cayó del yate y se ahogó? ¿La empujaron? ¿Qué le pasó? ¿Quién es?