Publicado: septiembre 22, 2025, 8:07 am

Cada día que pasa aumentan las dudas sobre el dispositivo de seguridad desplegado por la Policía Nacional durante la última etapa de La Vuelta ciclista a España en Madrid. El operativo, diseñado para proteger a los corredores, fue recortado en varios puntos, empezando por la eliminación de un destacamento de 25 motocicletas de la Unidad de Intervención Policial (UIP), previsto para escoltar al pelotón por las calles de la capital, según fuentes sindicales consultadas.
Así, los corredores afrontaron el recorrido sin el apoyo de los motoristas antidisturbios que debían garantizar su protección en todo momento. Este grupo de uiperos motorizados estaba destinado a colocarse por delante del pelotón, «limpiando» la carrera y asegurando que nadie entrara en la calzada.
El servicio estaba planeado dentro del despliegue operativo de La Vuelta en Madrid ante la amenaza de boicot anunciada en redes por diversas organizaciones propalestinas. Sin embargo, el viernes, 48 horas antes de la etapa final, se ordenó su retirada, obedeciendo directrices políticas de la Delegación de Gobierno que desaconsejaron el despliegue de estos policías motorizados, según las mismas fuentes. «Desde días antes era evidente que no había intención de plantear un dispositivo similar al de la Cumbre de la OTAN anunciado en Delegación de Gobierno de 1.100 agentes», denuncian las organizaciones sindicales.
No fue el único recorte. Los equipos Puma, los más experimentados en control de multitudes y escenarios conflictivos, fueron relegados a posiciones secundarias, mientras que las zonas más delicadas quedaron a cargo de antidisturbios de la UIP desplazados desde Valencia.
Según denuncian los sindicatos, el operativo de no más de 450 agentes se diseñó al revés: las unidades menos habituadas a entornos de máximo riesgo quedaron en primera línea. El Ministerio del Interior únicamente desplegó 11 grupos en la capital, cuatro de la Unidad Central de Intervención (UCI) y el equipo valenciano, cuando en otros eventos de alto riesgo, como partidos de fútbol, se movilizan muchos más efectivos.
Además, una unidad de caballería fue destinada a la zona de El Pardo, cuando su presencia habría sido más útil en áreas críticas de la ciudad, donde se concentraban los grupos más radicales.
Los sindicatos también critican las órdenes recibidas: limitar la actuación policial solo a casos de agresión directa dejaba margen a los manifestantes violentos para actuar sin respuesta inmediata. «Hay imágenes muy evidentes: se ve clarísimo cómo los manifestantes tiran las vallas en la Castellana y todos los policías se retiran en fila, dándoles la espalda. Ese proceder, cuando las protestas están en su punto álgido, es una mala operativa; nunca damos la espalda a un conflicto de seguridad ciudadana. Se ve cómo los agentes abandonan la zona para dejarles actuar», explican.
«Todo fue lamentable. Desplegados sin material y permitiendo que grupos de proetarras y propalestinos se colocaran tras las vallas sin atar. Varias horas después, cuando la situación empezó a calentarse, nos retiraron para equiparnos con protecciones antitrauma, pero sin refuerzos suficientes ni escudos; éramos aproximadamente uno por cada 300 personas. A continuación nos lanzaron vallas, cascotes, conos, botellas y latas de cerveza; nos rodearon y nos agredieron, por lo que tuvimos que replegarnos hacia Atocha sin cobertura hasta poder llegar a los vehículos y recoger el material. Pensábamos que íbamos a cargar, pero no: nos mantuvieron en línea en Atocha mientras algunos nos filmaban y se burlaban en nuestra cara. No entiendo por qué nos exponen a estas condiciones: si no íbamos a intervenir, lo correcto hubiera sido relevarnos y trasladarnos a base en lugar de dejarnos en primera línea», relató uno de los agentes de la UIP que estuvo en el dispositivo.
Asimismo, los sindicatos denuncian que los manifestantes rajaron las ruedas de al menos tres coches y que se impidió a los agentes utilizar a tiempo sus materiales de protección y antidisturbios.
Menos efectivos policiales
Cuentan los agentes además que fueron los propios policías de la UIP los que tuvieron luego que proteger a los ciclistas del pelotón y recluirlos en la explanada del Palacio Real a la espera de la llegada de sus autobuses y equipos en una zona alejada de los puntos de mayor conflicto.
El operativo presentó, además, otras deficiencias: cada grupo de la UIP se desplegó con menos efectivos de los habituales y no se procedió al embolsamiento de los colectivos más radicales, pese a estar identificados como los más violentos.
Para los sindicatos, todas estas decisiones redujeron deliberadamente la seguridad del evento y pusieron en riesgo no solo a corredores y público, sino también a los propios agentes. Lo ocurrido en la última etapa de La Vuelta en Madrid, aseguran, demuestra que las órdenes políticas pesaron más que la protección efectiva.
Con todo, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, defendió el dispositivo policial. «El dispositivo fue absolutamente suficiente. Tened en cuenta que uno como el de la capital de España, no se había desplegado desde la conferencia de la OTAN de 2022. Creo que ese dispositivo y esas circunstancias hablan por sí mismas». El ministro felicitó a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado «por el trabajo desarrollado», y en particular a la Policía Nacional, que según él gestionó «una situación absolutamente compleja, como siempre lo hace, en términos de proporcionalidad». Desde la Delegación del Gobierno de Madrid, por su parte, niegan que se hubiera dado la orden de no usar la fuerza en una jornada que se preveía especialmente complicada.