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Las pulseras antimaltrato, otra sombra en el legado de Irene Montero en Igualdad

2025/06/09. Foto Javier Barbancho. La ministra de Igualdad, Ana Redondo, asiste al acto de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER) y asociación Desterradas Hijas de Eva de reconocimiento y petición de perdón a las mujeres supervivientes del Patronato de Protección a la Mujer. Fundación Pablo VI Irene Montero de Podemos

Publicado: septiembre 21, 2025, 2:07 am

Desde que Irene Montero abandonara el cargo de ministra de Igualdad en noviembre de 2023, al departamento no han parado de abrírsele grietas. A medida que transcurre el tiempo, se alarga -y no necesariamente en un buen sentido- el legado que la hoy candidata por Podemos a las elecciones generales dejó a la ahora titular del cargo, Ana Redondo. Las disfunciones en el sistema que respalda las pulseras para maltratadores han sido el último síntoma que se ha manifestado. «Te deseo que tengas y te rodees del mejor equipo», le dijo a su sucesora durante su discurso en el traspaso de carteras; «porque lo vas a necesitar», podría haber apostillado.

Dentro de poco se cumplirán tres años desde la entrada en vigor de la norma que marcó la era Montero: la ley del sólo sí es sí, que eliminaba la distinción entre abuso y agresión sexual, y con la que la hoy eurodiputada se congratuló entonces, alegando que el movimiento feminista volvía «a hacer historia». La implantación de aquella modificación del Código Penal desencadenó un gran número de excarcelaciones y rebajas de condenas firmes a agresores sexuales, y esa consecuencia originó una crisis interna que pasó una factura cara a la unidad de la coalición de gobierno. Pues terminaría abriendo un cisma entre el PSOE y el partido de Montero, Podemos, que se puso en rebeldía.

Irene Montero participó el pasado 9 de junio en una protesta que reventó un acto apoyado por la ministra de Igualdad, Ana Redondo

Irene Montero participó el pasado 9 de junio en una protesta que reventó un acto apoyado por la ministra de Igualdad, Ana RedondoJavier Barbancho

La película del enfrentamiento abierto entre el Ministerio de Igualdad y los socialistas se saldó con la reforma del sí es sí -pactada con el PP-. En medio, y con una posición equidistante, estaba la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Minutos antes de sacar la modificación adelante el 7 de marzo de 2023, la sala del Reloj del Congreso fue testigo de una reunión in extremis entre Díaz y Montero. Sus caras al salir para votar, un poema. Su no a la reforma se revisó hasta el último momento, y aunque Podemos terminó votando en bloque, el socio de investidura quedó herido de muerte. Tras constituir Sumar, los de Díaz vetaron a Montero en las listas electorales. Aunque Podemos se sometió a la petición sacrificando a su líder, la ruptura no tardó en llegar.

Seis meses después de ocupar sus escaños los morados emigraron al Grupo Mixto, pero los errores de Montero y su equipo en Igualdad mermaron las previsiones electorales para la izquierda alternativa al PSOE, que se desangra en intención de voto según revelan las encuestas.

Los deslices en materia de Igualdad, y los ecos de éstos, también le cuestan al Gobierno de Sánchez los votos del que siempre ha sido el feudo electoral del PSOE: las mujeres. A golpe de escándalos de prostitución –Tito Berni, los audios entre Koldo y Ábalos repartiéndose prostitutas, las saunas del suegro del presidente– el voto femenino anda escorado hacia la derecha, según indica el último sondeo de Sigma Dos para EL MUNDO.

Pero las consecuencias de la era Montero no terminan ahí. Acaso la más flagrante sea la división del movimiento feminista en dos. Una ruptura que hoy se antoja irreparable, y en la que la eurodiputada sigue hurgando. Las llamadas feministas clásicas se bifurcaron de la otra corriente después de la aprobación de la Ley Trans -impulsada por Montero-, mostrándose contrarias a la norma así como a la prostitución. Cada movimiento de Redondo irrita a una u otra corriente del movimiento, que por cuarta vez marcharon por separadas el 8-M de 2025, lo que obligó a la ministra a participar, por primera vez, en las dos manifestaciones que se organizaron; una decisión que fue cuestionada por ambos lados.

A las brechas en la izquierda, en el movimiento feminista, y en la legislación que debería proteger a las mujeres se suma un nuevo prurito para el Ministerio: la adjudicación en tiempos de Montero del sistema integral de las pulseras antimaltratadores a una empresa cuyo plan de almacenamiento de datos se calificó de deficiente y cuyo funcionamiento ha quedado puesto en duda. Una herida en la que hurgó Sumar -de aquellos barros estos lodos- con una pregunta escrita al Gobierno del que forma parte el pasado diciembre, y de la que ahora éste se sigue defendiendo con un solo rostro en mente: Irene Montero.

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