El momento Mélenchon de Pedro Sánchez

Publicado: septiembre 16, 2025, 10:07 pm

En una reentré sin concesiones, el Gobierno ha metido al procés español -metástasis del procés catalán- en la fase insurreccional y de algarada callejera. Lo hace utilizando con oportunismo la tragedia de la población civil de Gaza -cuyo peor carcelero y verdugo sigue siendo Hamas- y las críticas al criminal Netanyahu como pretexto para reventar, por el momento, La Vuelta.

La turba, al servicio del Ejecutivo, actúa como fuerza intimidatoria y de transformación política: destino final de cualquier gobierno populista acorralado y débil. En el caso de Sánchez, por las numerosas causas judiciales de corrupción que implican a su familia y partido, por el colapso de los servicios básicos del Estado -sanidad, trenes, educación, seguridad…- y por unos sondeos que mantienen la suma de PP y Vox en la mayoría absoluta.

Queda claro ya que el presidente empleó sus vacaciones acorazadas en La Mareta, bien protegido del populacho protestón, para ultimar una estrategia de violencia política y enfrentamiento social que, con todos los resortes y medios al alcance del Gobierno, agita la división entre españoles con la que ha impregnado su mandato. Va culminando Sánchez de esta manera el proceso de mutación del PSOE en un partido de izquierda radical, alineado con el neomarxismo cultural cuya síntesis -el wokismo- está acabando con la vieja socialdemocracia europea.

Alentando el boicot violento a La Vuelta, alistando para la primera línea de choque a viejos etarras y nuevos yihadistas, y desplegando un discurso abiertamente antisemita para aparentar que es la némesis internacional de Netanyahu, Sánchez rompe un tablero político en España que, antes del verano, no le era propicio y con el que Feijóo esperaba avanzar poco a poco, casi por natural decantación gallega, hacia una mayoría amplia que le permitiera gobernar, ay, en solitario.

Con la instrumentalización de la calle y la polarización calculada, Sánchez busca su momento Mélenchon. El viejo líder de la izquierda radical francesa, puitinejo y precursor del islamowokismo -el maridaje del integrismo islámico y la izquierda-, que con su alianza táctica con la extrema derecha de Le Pen está condenando a Francia a la inestabilidad crónica, con periódicas explosiones de violencia y huelgas generales que mantienen el país en la excepcionalidad. Boicoteando al Gobierno liberal de Macron y, a la vez, obstaculizando la configuración de una alternativa moderada.

Esta coalición estratégica de la diestra y siniestra radical francesa es la que intenta emular Sánchez con Abascal. Su Le Pen. Los disturbios de La Vuelta han sido interpretados por muchos como un anticipo de cómo el PSOE y sus socios plurinacionales incendiarán las calles con un Gobierno de derechas. Seguramente sea así. Pero significa, sobre todo, un ejercicio de radicalización del contexto político y social para favorecer a Vox sobre el PP. Si en Cataluña Illa busca la confrontación con Orriols, convirtiéndola en la líder de facto de la oposición -lo que está ayudando a Aliança Catalana a captar mucho voto de Junts-, Sánchez va a propiciar el choque permanente con Abascal.

Con tres objetivos: movilizar a la izquierda contra la amenaza de la «ultraderecha»; impedir que el PP alcance la mayoría absoluta y dependa así de Abascal; y crear un clima de crispación social y política tal que, justamente, impida a Feijóo gobernar con Vox.