Publicado: agosto 27, 2025, 6:23 pm
Las personas diagnosticadas con ciertas enfermedades intestinales, como colitis , gastritis , esofagitis o trastornos funcionales intestinales, también presentan una mayor probabilidad de desarrollar alzhéimer y párkinson, según un nuevo análisis de 15 años basado en datos clínicos y genómicos del Biobanco del Reino Unido y otras dos fuentes públicas, publicado en la revista ‘Science Advances’. Aprovechando estas extensas bases de datos, el estudio explora la relación entre las alteraciones intestinales y la neurodegeneración, incorporando la genética y la proteómica en sus caracterizaciones. Las patologías intestinales pueden influir en la salud cerebral y viceversa. Es lo que se conoce como eje intestino-cerebro. Desentrañar los entresijos de esta conexión, especialmente la relación entre enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson, y los trastornos digestivos, podría ayudar a los científicos a identificar predictores de enfermedades y mejorar las técnicas de detección y tratamiento tempranos. Utilizando datos del Biobanco del Reino Unido, el banco de datos SAIL y el proyecto FinnGen, Mohammad Shafieinouri y sus colegas investigaron las correlaciones entre 155 diagnósticos de trastornos nutricionales, metabólicos, digestivos y endocrinos. Utilizaron modelos estadísticos que examinaron la conexión entre el momento del diagnóstico de los trastornos intestino-cerebro y el del diagnóstico de alzhéimer o párkinson (que abarca de 1 a 5, de 5 a 10 y de 10 a 15 años antes del alzhéimer o el párkinson). Los datos clínicos incluyeron a más de 502.000 personas. También emplearon modelos lineales de los datos del Biobanco del Reino Unido para generar puntuaciones de riesgo poligénico y evaluar 1.463 biomarcadores proteómicos conocidos. Los datos genéticos incluyeron a más de 487.000 personas y los datos proteómicos incluyeron a más de 52.000 personas. En general, los investigadores descubrieron que cualquier diagnóstico intestinal coexistente contribuye al riesgo de alzhéimer o párkinson, lo que corrobora el trabajo ya existente. No hubo una correlación estadísticamente significativa entre los años desde el diagnóstico y el inicio de la neurodegeneración. Dentro de estas patologías intestinales, las personas con colitis no infecciosa, gastritis y esofagitis tuvieron una mayor tasa de desarrollo de alzhéimer o párkinson. Esta relación también apareció con los trastornos intestinales funcionales. «Estos datos corroboran evidencias existentes acerca del denominado eje intestino-cerebro, de manera tal que se considera importante el prestar atención a estas patologías del intestino con el fin de hacer un seguimiento detallado a los pacientes e intentar realizar un diagnóstico temprano de las enfermedades neurodegenerativas cerebrales», señala José Luis Lanciego, investigador senior del Programa de Terapia Génica en Enfermedades Neurodegenerativas en el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra. En declaraciones a SMC España, el experto explica que el aparato digestivo con frecuencia es considerado como «el segundo cerebro» , pues cuenta con numerosas neuronas en su capa submucosa. «Está conectado con el cerebro bidireccionalmente a través del nervio vago. Hay numerosas evidencias que demuestran un papel principal de la microbiota intestinal y sus alteraciones (conocidas como disbiosis intestinal) a la hora de desencadenar enfermedades neurodegenerativas cerebrales. De hecho, hace pocos días se ha demostrado que cuando una determinada bacteria presente en personas con mala salud bucodental es administrada a ratones, estos desarrollan depósitos de la proteína denominada beta-amiloide en forma de placas muy similares a las presentes en el cerebro de pacientes con enfermedad de Alzheimer«, concluye Lanciego.