Publicado: septiembre 19, 2025, 12:23 am
Desde la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, el conflicto ha evolucionado hacia una guerra prolongada caracterizada por intensos combates, uso extensivo de tecnología militar avanzada y un alto coste humano y material. Las fuerzas rusas han desplegado una variedad de sistemas de armas, incluidos misiles de largo alcance, artillería pesada y drones de ataque, mientras que Ucrania ha recibido apoyo significativo de aliados occidentales en forma de armas, inteligencia y asistencia financiera.
En este contexto, el Geran-3, también conocido como Shahed-238, se ha posicionado como una de las armas más letales de Rusia. Se trata de un dron de ataque que destaca por su velocidad de hasta 370 km/h y un alcance de 1.000 km, pero lo que esconde es algo más.
Ahora, ese misterio parece haberse resuelto: Ucrania ha conseguido capturar, desmantelar y analizar uno de ellos y ha descubierto sus componentes internos. El hallazgo ha revelado que letalidad del dron ruso Geran-3 no proviene de la innovación del país de Putin, sino de una compleja red de suministros que canaliza componentes occidentales para alimentar las entrañas esta arma mortal.
Un arma aérea sofisticada con orígenes extranjeros
Derivado del modelo iraní Shahed-136, cuenta con un motor turbojet Telefly JT80 de fabricación china, lo que le permite alcanzar velocidad suficiente como para evadir las defensas aéreas convencionales.
Ahora, el análisis de inteligencia ucraniana ha desmantelado su sofisticación, revelando que el dron es una amalgama de tecnología de doble uso de diferentes países.
Además del mencionado motor turbojet Telefly JT80 fabricado en China (disponible en el mercado civil por un precio de entre 30.000 y 35.000 dólares), integra una bomba de combustible Bosch fabricada en la República Checa, microchips y módulos electrónicos suministrados por empresas de Estados Unidos, Reino Unido, Suiza y Alemania y una computadora Raspberry Pi 4 utilizada en sistemas de navegación y control del dron.
La presencia de componentes occidentales en un sistema de armas ruso plantea interrogantes sobre la efectividad de las sanciones internacionales impuestas a Rusia. A pesar de los esfuerzos por restringir el acceso a tecnología avanzada, las redes de suministro globales y la demanda de componentes electrónicos han permitido que piezas fabricadas en países aliados lleguen a armamento del país.