Publicado: septiembre 30, 2025, 12:23 pm
En las últimas semanas, una sucesión de incursiones de drones y aviones rusos sobre los cielos de Polonia, Rumanía, Estonia, Dinamarca y Noruega ha evidenciado la vulnerabilidad del espacio aéreo europeo. Las violaciones han obligado a cerrar aeropuertos civiles, activar cazas de la OTAN y emplear misiles para derribar aparatos cuyo precio es apenas una fracción de los proyectiles lanzados contra ellos. La alarma se ha extendido desde el Báltico hasta el Atlántico, y en Europa ha tomado fuerza una idea: la respuesta debe ser un esfuerzo coordinado a escala continental.
El concepto “muro de drones”. Sí, bajo el impulso del comisario europeo de Defensa, Andrius Kubilius, se ha lanzado la idea de un “muro de drones” que proteja toda Europa frente a la amenaza rusa. La iniciativa plantea un sistema multicapa con radares, sensores acústicos, plataformas de interceptación, artillería antiaérea de corto alcance y drones defensivos, todo ello conectado en red para compartir datos en tiempo real entre países.
El objetivo es lograr interoperabilidad y una cobertura común que permita detectar y neutralizar drones en cuestión de segundos. El proyecto, que se presentará en la cumbre informal de Copenhague, se extiende más allá de los países fronterizos con Rusia para abarcar la totalidad del continente, integrando también capacidades espaciales en colaboración con la Agencia Espacial Europea.
Ucrania, el socio. Un aspecto central es la participación de Ucrania, que tras más de tres años de guerra se ha convertido en la fuerza armada con mayor experiencia en el mundo en la defensa contra enjambres de drones. Sus fabricantes, apoyados en la retroalimentación inmediata del frente, han desarrollado industrias capaces de adaptar diseños en cuestión de semanas, algo que contrasta con la rigidez de la industria armamentística europea.
Kiev ha ofrecido compartir conocimientos, enviar equipos técnicos para adiestrar a ejércitos de la OTAN y participar en el desarrollo conjunto de sistemas. Varios países, entre ellos Reino Unido y Dinamarca, ya han comenzado a tejer alianzas industriales con fabricantes ucranianos para producir drones en común, conscientes de que el futuro de la defensa aérea pasa por una integración estrecha con la capacidad innovadora de Ucrania.
Política, dinero y la UE. El proyecto del muro de drones avanza en paralelo a una iniciativa financiera de gran calado: un préstamo de 140.000 millones de euros a Ucrania basado en los activos rusos congelados en la UE. Alemania, que había sido reticente, ha mostrado disposición a respaldar el plan, convencida de que sin esos fondos resultará imposible suplir el vacío dejado por la retirada estadounidense.
La fórmula evitaría la confiscación directa de los fondos, preservando la legalidad internacional, pero permitiría generar recursos inmediatos para sostener el esfuerzo bélico ucraniano. Hungría, pese a su proximidad al Kremlin, no ha bloqueado hasta ahora las sanciones, pero el temor a un veto obliga a Bruselas a explorar vías legales que sorteen la necesidad de unanimidad. La interrelación entre la financiación a Ucrania y el despliegue de un escudo continental de drones subraya que la defensa europea ya no puede desligarse de la supervivencia de Kiev.
Las dudas de Berlín. Pese al entusiasmo de Bruselas y los países del este, el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, ha enfriado esta semana las expectativas. A su juicio, no se debe alimentar la idea de que un muro de drones puede estar operativo en tres o cuatro años, cuando los procesos de adquisición y desarrollo tecnológico son mucho más lentos.
Pistorius insiste en priorizar capacidades flexibles, que permitan adaptarse a una tecnología en constante evolución, antes que comprometerse con un concepto rígido y de alto coste. Sus palabras reflejan una tensión latente entre quienes exigen rapidez y contundencia, como los bálticos o Polonia, y quienes abogan por prudencia y sostenibilidad financiera, como Alemania. No obstante, incluso los más escépticos coinciden en la necesidad de invertir masivamente en defensa antidrón, aunque sea fuera del marco de un muro común.
El papel de UK: Project Octopus. En paralelo, Reino Unido ha anunciado su propia contribución con un programa conjunto con Ucrania, denominado Project Octopus, destinado a producir en fábricas británicas drones interceptores de bajo coste que puedan fabricarse en serie y desplegarse en cuestión de semanas. Estos aparatos, eficaces contra los Shahed iraníes, tienen un coste de producción diez veces menor que los sistemas equivalentes y podrían convertirse en la columna vertebral de la defensa aérea europea de corto alcance.
Londres planea compartir la propiedad intelectual con Kiev y suministrar los drones tanto a Ucrania como a países de la OTAN, ampliando así su influencia estratégica. La implicación británica busca además compensar su salida de la UE, mostrando que sigue siendo un pilar de la defensa europea frente a Rusia.
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Nuevo equilibrio estratégico. La iniciativa del muro de drones se enmarca en un contexto más amplio: la desvinculación progresiva de Estados Unidos, impulsada por la política de Trump. El abandono parcial de Washington ha cristalizado la evidencia de que el principal aliado militar de Europa ya no es Estados Unidos, sino la propia Ucrania, que aporta más de 700.000 combatientes en activo, una industria armamentística ágil y la determinación de resistir a Moscú.
Europa, por tanto, apunta a dejar de ver a Kiev como un mero consumidor de ayuda militar y empezar a integrarlo como un proveedor de seguridad. Los acuerdos industriales en drones son el primer paso de una simbiosis que podría redefinir la arquitectura defensiva continental.
Entre urgencia e incertidumbre. Bajo este escenario, Europa encara una encrucijada: necesita actuar con rapidez para cubrir sus vulnerabilidades ante los drones rusos, pero al mismo tiempo debe gestionar expectativas y evitar compromisos financieros o tecnológicos que resulten inviables. El muro de drones simboliza la voluntad de la UE de construir una defensa común, interoperable y sostenida, pero su éxito dependerá de la capacidad de conciliar las demandas de inmediatez del flanco oriental con la cautela del núcleo occidental.
La colaboración con Ucrania, la financiación basada en activos rusos congelados y la implicación británica apuntan a un futuro en el que la seguridad europea se construya sobre pilares propios, o menos dependientes de Estados Unidos. En esa transformación, los drones no parecen solo herramientas tácticas: se han convertido en el emblema de una Europa que busca desesperadamente blindar su cielo mientras redefine su lugar en el orden estratégico global.
Imagen | Khamenei.ir, NARA, RawPixel
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La noticia
Un plan insólito está recorriendo Europa: levantar una muralla que proteja todo el continente, pero en vez de hormigón, de drones
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
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