Publicado: agosto 22, 2025, 6:23 pm
Las vacaciones de verano son ese momento tan esperado del año, y tan merecido también, en el que el sol y el agua cobran un protagonismo especial. La mayoría de las personas en España eligen el mar para descansar de la rutina y, con ello, multiplican algunos riesgos potenciales que tienen mucho que ver con la salud ocular.
En este sentido, el oftalmólogo y divulgador Vicente Miralles publica en sus redes sociales un vídeo en el que explica de manera sencilla cuáles son los problemas que puede generar en los ojos abrirlos debajo del agua mientras nos damos un chapuzón en el mar. Se trata de algo que todos hemos podido hacer en un momento determinado, y que podría tener algunas consecuencias si no tomamos las debidas precauciones.
¿Qué pasa si abrimos los ojos bajo el agua del mar?
El sol, la arena de la playa y la sal del agua del mar actúan como relajante para muchas personas que eligen estos destinos para desconectar. Sin embargo, de los tres elementos conviene tener precauciones con uno en especial, que es el agua salada. La curiosidad en los adultos, y un acto casi automático en los pequeños consiste en abrir los ojos cuando se sumergen, un gesto instintivo en muchos casos que debemos saber qué puede ocasionar.
Si abrimos los ojos en agua salada solo durante unos segundos sin llevar puestas las correspondientes gafas de buceo que nos protegen, lo más probable es que no tenga ninguna consecuencia más allá de un ligero escozor o enrojecimiento que desaparece enseguida. Sin embargo, si se convierte en una costumbre, estaremos exponiendo a nuestra vista a algunos riesgos como los que explica el doctor Vicente Miralles en su cuenta de TikTok.
Y es que esa reacción de los ojos al contacto con el agua del mar se produce, según el experto, «porque el agua del mar tiene una osmoralidad muchísimo mayor a nuestras lágrimas naturales». Aparte, que esa irritación trascienda y se haga más molesta va a depender también de la posibilidad de que el agua arrastre hacia nuestros ojos restos de arena, partículas indefinidas y algunos microorganismos que pueden empeorar la situación.
Abrir los ojos bajo el agua salada, y el potencial riesgo de infección
A pesar de que el oftalmólogo aclara que en la inmensa mayoría de los casos este gesto va a ser algo temporal y sin trascendencia, cuando mantenemos los ojos abiertos por más tiempo, o tenemos desarrollada una sensibilidad mayor, existe un potencial riesgo de infección. A pesar de que se trata de una posibilidad «muy poco frecuente», es posible.
Así pues, el riesgo de infección ocular se multiplica «especialmente si tienes una herida en la córnea, que es esa primera capa transparente del ojo». Además de procurar no abrir los ojos como norma, o utilizar unas gafas protectoras, Miralles recomienda estar especialmente atentos a no bañarnos en zonas contaminadas, que ahí el riesgo de lesión más permanente aumenta considerablemente.
Para finalizar, el experto desaconseja absolutamente bañarse con lentillas puestas. «Lo mejor es que, por supuesto, te las quites, y que te apliques lágrimas artificiales para hidratar«. Una vez tomadas estas medidas posteriores y si la irritación, «las rojeces, las molestias e incluso cierta visión borrosa no se te pasan, debes consultar con tu oftalmólogo» para que tome las medidas oportunas.