Publicado: mayo 9, 2025, 10:23 am
A las 18:08 del 8 de mayo de 2025, en la cuarta ronda de votaciones del segundo día del cónclave, el cardenal Robert Francis Prevost fue elegido Papa. No es ninguna exclusiva, ni ningún misterio. Estos días hemos vivido el que posiblemente sea el cónclave más retransmitido de la historia de la humanidad y, a estas alturas de la semana, casi todo el mundo sabe todo lo que hay que saber sobre el nuevo vicario de Roma.
De hecho, todo el mundo sabe demasiado sobre León XIV.
Un serie de gestos extraordinariamente bien medidos. Hoy, los diarios italianos comentan que Prevost sacó muchos votos ya en la primera votación del cónclave. No es algo que podamos saber a ciencia cierta, pero puede que esa sea la explicación de que su discurso desde el balcón fuera tan largo. Tuvo tiempo para pensar en las palabras, los gestos y los énfasis.
También en los símbolos. Leon XIV salió a la plaza de San Pedro vestido con los hábitos tradicionales del Sumo Pontífice. Algo que Francisco no hizo. Y, de hecho, ha escogido un nombre muy rico simbólicamente.
Todo el mundo está hablando de Leon XIII («padre» de la riquísima Doctrina Social de la Iglesia, pero también del Syllabus, la gran refutación de los ‘principales errores’ del Mundo moderno); pero se podría hablar de Leon I (cuyo papado, según Benedicto XVI, «fue sin duda uno de los más importantes en la historia de la Iglesia») o incluso de Fray Leon, uno de los colaboradores más estrechos de San Francisco de Asís.
Y eso se ha notado… «Las decisiones del Papa León XIV de adoptar un nombre tradicional y aparecer con el atuendo papal tradicional –como lo hizo Benedicto XVI y no Francisco– son señales pequeñas pero alentadoras de un hombre que se subordina al oficio papal y entiende la importancia de la continuidad con el pasado». Esas palabras son de Edward Feser uno de los teólogos conservadores más conocidos hoy en día. Pocos minutos después, incluso alababa su temperamento. Burke o Sarah, enemigos acérrimos de Francisco también se han mostrado esperanzados.
En el lado contrario, el jesuíta James Martín (uno de los miembros de la iglesia más cercanos a la apertura LGTB) decía que sabía que «el Papa León XIV es un hombre amable, abierto, humilde, modesto, decidido, trabajador, directo, confiable y con los pies en la tierra. Una elección brillante».
¿Cómo es posible? Pues porque, aunque no lo parezca, la lectura que están haciendo los medios de por qué se ha elegido a Leon XVI ignora las dinámicas y políticas propias de la Iglesia.
La tentación constante de interpretar lo que pasa en el mundo según el estrecho marco de referencias sociopolíticas en el que nos movemos, hace que el debate sobre el cónclave sea visto como unas primarias a Papa: pero sin tratar de entender qué es lo que está pasando en una organización internacional con miles de problemas y soluciones muy complicadas.
Cosas como enarbolar viejos tuits de Prevost contra la política migratoria de Trump, aprovechar para pedir que haya mujeres en el cónclave o los lamentos generalizados porque la doctrina de la Iglesia sobre el aborto está «desfasada», muestran que estos últimos días no han sido más que un enorme ejercicio de proyección.
in Illo uno unum. El lema de su pontificado no es una casualidad. Además de por sus 12 años como prior general de los Agustinos (una orden enorme con implantación global), Prevost era conocido, sobre todo, por la proeza diplomática que llevó a cerrar el acuerdo del último sínodo de los obispos en los que los grupos más reformistas y los más tradicionalistas estuvieron a punto de declararse la guerra. Como sugiere el lema que ha escogido: parece que su misión va a estar en tender puentes y sanar una Iglesia Católica que lleva muchos años «acosada por los lobos».
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Sin embargo, la esperanza tiene un reverso tenebroso. De la misma forma que todos los grupos eclesiásticos tienen motivos para estar esperanzados, todos tienen motivos para andarse con tiento. Nadie sabe a ciencia cierta qué hará o dejará de hacer Leon XVI. Como en el caso de Francisco o Juan Pablo II, la elección de alguien relativamente desconocido en Roma abre el terreno de juego de forma radical e inesperada.
Y eso, en una organización del tamaño y el poder de la Iglesia Católica es decir mucho.
Imagen | INFOWeather1 | Wikimedia
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La noticia
Un misterio llamado León XIV: todo el mundo tiene razones para estar medio contento y medio preocupado con el nuevo Papa
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Jiménez
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