Publicado: septiembre 16, 2025, 10:23 pm
Con tan sólo 13 años de edad, la vida de Brent Chapman cambió radicalmente. En aquel momento este joven, que ahora tiene 34 años, se tomó un ibuprofeno durante un partido de baloncesto. Aunque no era la primera vez que usaba el fármaco, sufrió una reacción severa llamada Síndrome de Stevens-Johnson que lo puso en coma y le causo quemaduras por todo el cuerpo, incluyendo la superficie de los ojos.
Así lo cuenta el canadiense al medio estadounidense CNN: «en los últimos 20 años, he tenido cerca de 50 cirugías para tratar de salvarme el ojo, la mayoría de ellas trasplantes de córnea», dijo. «Me ponían una córnea nueva, y a veces duraba unos pocos meses o años, pero nunca se curaban del todo».
Un diente en un ojo
Este año ha sido diferente. El doctor Greg Moloney, profesor de cirugía corneal en la Universidad de Columbia Británica (Estados Unidos) logró recuperar la vista de Chapman mediante un procedimiento que consistía en implantarle su propio diente en su ojo.
Como suena. La cirugía, que se llama osteo-dento-queratoprótesis o ‘diente en ojo’ consiste en extirpar un diente del paciente, coser un trozo del mismo a la mejilla, y después colocar la estructura en el interior del ojo. Se considera una última opción, y se emplea en casos en los que un trasplante corneal estándar simplemente no funciona.
Para entender cómo funciona, debemos pensar que, en un ojo sano, la córnea actúa como un parabrisas: permite el paso de luz a través de la lente y hasta la retina, donde unas células la ‘traducen’ a impulsos eléctricos que llegan hasta el cerebro. La claridad de la córnea depende de que cuente con una lubricación adecuada y una renovación regular de células, a partir de células madre limbales. En condiciones como el síndrome de Stevens-Johnson, estos sistemas pueden fallar.
Reconstruyendo la visión
Si la córnea se daña permanentemente, es posible sustituirla mediante trasplante. No obstante, en algunas personas, el ojo rechaza el injerto; en algunos de estos casos, los cirujanos pueden optar por la osteo-dento-queratoprótesis.
Para ello, se extrae un canino, el diente más largo de la boca humana, junto con una fina capa de hueso que lo mantiene vivo. El diente, después, se ‘talla’ hasta convertirlo en un bloque de 4mm de espesor, y se taladra para insertarle un cilindro óptico. El ‘dispositivo’ se cose a la mejilla o al párpado durante unos meses, permitiendo que a su alrededor crezca tejido blando.
El último paso es la inserción del ‘dispositivo’ en el ojo, a través de un agujero en su parte frontal, con lo que reemplaza la función de la córnea. Se emplea tejido del interior de la boca para cubrir la parte del diente, lo que da al nuevo ojo un tono rosado. Si las estructuras detrás de la córnea están saludables, el procedimiento devuelve la visión al paciente.
Una cirugía muy poco frecuente
Es una cirugía rara, que muy pocos profesionales realizan. Pero, cuando sale bien, puede permitir a los pacientes recuperar la visión completa, algo que Moloney describe como «muy emocional».
Este parece haber sido el caso de Chapman, que cuenta: «Estoy muy feliz y simplemente disfrutando del mundo y de las cosas pequeñas. Ha sido en cierto modo surrealista, y provoca cierta sensación de euforia». También narra que «ha hecho contacto visual por primera vez en 20 años».
«No teníamos muchas más opciones. Los trasplantes duraban muy poco, y cada vez tenían más riesgos quirúrgicos. Emocionalmente sabía que no iban a durar. Esto me proporciona mucha más estabilidad». Ahora, Chapman quiere viajar y, en sus palabras, «ver el mundo».
Referencias
Asuka Koda. Rare ‘tooth-in-eye’ surgery restores man’s vision after two decades. CNN (2025). Consultado online en https://edition.cnn.com/2025/09/15/health/tooth-in-eye-surgery el 16 de septiembre de 2025.