Publicado: octubre 25, 2025, 6:23 pm
Estados Unidos y Rusia están separadas por el estrecho de Bering. Apenas 80 kilómetros de mar dividen las dos naciones, pero en los meses de invierno, ocurre algo curioso: es posible ir de Estados Unidos a Rusia andando sobre las aguas. En mitad del estrecho se encuentran las islas Diómedes, y cada una pertenece a un país. Cuando el mar se congela, los cuatro kilómetros entre islas se convierten en un corredor que es ilegal recorrer. Ahora, sin embargo, Rusia y Estados Unidos están acercando posturas para crear un corredor entre los dos países.
Un túnel entre Alaska y Chukotka en Rusia.
En corto. El presidente estadounidense Donald Trump se ha alzado en un actor clave en dos de los conflictos más importantes y mediáticos de los últimos tiempos: la intervención de Israel en Palestina y la guerra entre Rusia y Ucrania. Ya fuera una campaña para conseguir el ansiado Nobel de la Paz o no, lo cierto es que Trump se ha convertido, y ha convertido a Estados Unidos, en un ente considerable en ambos conflictos. Mantiene constantes llamadas con Zelensky y Putin, y tras una con el presidente ruso, ha vuelto la idea de conectar físicamente Estados Unidos y Rusia.
Tras una de esas llamadas, Kirill Dmitriev, director del Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF) y representante especial del Kremlin para la cooperación económica internacional, lanzó la propuesta en Twitter X: un túnel ferroviario de 112 kilómetros entre ambos países, en el estrecho de Bering y bajo las Diómedes. El órdago de Dmitriev no fue espontáneo y, según él, el RDIF lleva meses realizando un estudio de viabilidad del proyecto basado en la experiencia previa conectando Rusia y China sobre el río Amur.

150 años de proyectos. La idea tampoco es nueva. De hecho, el propio Dmitriev aludió días antes al ‘Puente de la Paz Mundial’ que se gestó en la Guerra Fría, durante la época Kennedy-Kruschev, pero lo cierto es que los planes de conectar ambos territorios llevan en la mesa desde el siglo XIX.
En 1890, un gobernador estadounidense propuso un ferrocarril que uniera el mundo y que pasaría por el estrecho de Bering. Dos años más tarde, el diseñador del Golden Gate presentó su idea, aunque los rusos lo descartaron. En 1904, empresarios estadounidenses del ferrocarril volvieron a la carga con la idea, el zar Nicolas II dio el visto bueno y entonces llegó la Revolución Rusa y la Primera Guerra Mundial.
Posteriormente volvió a explorar la posibilidad de la conexión, pero 150 años después, Rusia y EEUU siguen sin su túnel.
La carta de “la compañía aburrida”. ¿Cuál puede ser la clave ahora para emprender las obras? Más allá de la carta geopolítica, los costes. En su propuesta, Dmitriev expuso algunos de los resultados de ese plan de viabilidad, afirmando que un túnel en el estrecho de Bering costaría más de 65.000 millones de dólares si se utilizan los métodos tradicionales, pero (y aquí viene el “pero), otro ente podría bajar el coste total del proyecto hasta menos de 8.000 millones.
¿Quién? Elon Musk y su compañía The Boring Company. El representante ruso afirma que la tecnología de la compañía de túneles de Musk (que construyó el túnel The Loop en Las Vegas, además de protagonizar varias polémicas por sus proyectos) permitiría no sólo convertir el proyecto en realidad con un presupuesto bajo, sino hacerlo en menos de ocho años.
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Enemigo helado. El problema, de ponerse todas las partes de acuerdo, es que el suelo de Las Vegas no es el mismo que hay en el estrecho de Bering. Con esos 112 kilómetros de longitud, el túnel sería el doble de largo que el Eurotúnel entre Francia e Inglaterra y, además, tendría que excavarse en un terreno muy complejo. Para empezar, la región está situada en el Cinturón de Fuego del Pacífico, una zona con una actividad sísmica moderada, pero en la que se pueden dar terremotos de magnitud siete.
Además, tendría que excavarse a 45 metros bajo el lecho marino para protegerse de las corrientes y, lo más importante, las entradas al túnel estarían en terreno permanentemente congelado. Si todo siguiera inmutable, no sería mayor problema, pero Alaska ha experimentado un aumento de temperatura media durante los últimos años, algo que se espera que continúe debido al cambio climático, y que se derrita el hielo complicaría el mantenimiento de estas partes del túnel. De hecho, ya ha pasado en el oleoducto Trans-Alaska.
Veremos si este proyecto se lleva a buen puerto o si termina en la lista de “deberíamos hacer un túnel”, pero lo cierto es que hay demasiado en contra, empezando por cuestiones de seguridad nacional, geopolítica, el propio terreno, las condiciones geológicas extremas y hasta las conexiones por tren que habría que realizar a través de Alaska y Rusia para que el túnel sirviera para algo.
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La noticia
Trump llamó a Putin para acabar con la guerra en Ucrania. Salió de allí con otro proyecto: un túnel entre Rusia y Alaska
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alejandro Alcolea
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