Publicado: junio 26, 2025, 1:23 pm
Donald Trump conjuga con frecuencia el verbo amenazar. Sentarse desde el 21 de enero en el despacho oval de la Casa Blanca no ha variado esa conducta suya. Trump ha amenazado con aranceles a todo el planeta, con enviar al Ejército contra las protestas de Los Ángeles; con medidas contra los países en la conferencia de la ONU sobre la solución de dos Estados en Palestina; y a su examigo Elon Musk, si pacta con demócratas.
Dicen los que le conocen que Trump utiliza la amenaza como arma de negociación. Lanza un órdago para mover la negociación hacía arriba, situándola en un terreno en el que siempre obtendrá un beneficio mayor del previsto, aunque nunca sea ese máximo inicial. Él mismo ha explicado que a veces establece «una cifra ridículamente alta» y luego cede si otros países ceden a sus exigencias.
Es lo que el mandatario hizo con su cruzada de los aranceles, pero con éxito desigual y con nefastas consecuencias para la economía mundial. El último ejemplo de ese comportamiento ha sido amenazar a España con hundir su economía y duplicarle los aranceles después de que Pedro Sanchez no secundara su exigencia de elevar al 5% del PIB la inversión en defensa, según lo pactado durante la última cumbre de la OTAN.
Trump ve ese modo de actuar a partir de la amenaza como una parte de cualquier negociación. Es una manera de verlo. La otra es que tal vez el presidente siempre se echa atrás, sin más. Esta última es la que más fortuna está haciendo en los medios de EEUU y ya se repite el acrónimo ‘TACO’, o sea, Trump always chickens out, que se traduce como «Trump siempre se acobarda».
TACO como teoría económica
El hallazgo fue de Robert Armstrong, columnista del Financial Times y va camino de convertirse en teoría económica. TACO nació en el artículo que firmó el 2 de mayo, titulado El regreso sorpresa del mercado estadounidense… y el auge de la teoría comercial TACO.
Armstrong hablaba allí de la tendencia de Trump a cambiar de opinión cuando los mercados financieros lo presionan. «Los mercados se han dado cuenta de que el gobierno estadounidense no tiene una gran tolerancia a las presiones económicas y bursátiles, y que retrocederá rápidamente cuando los aranceles causen dolor. Esa es la teoría TACO: Trump siempre se echa para atrás», se lee en aquel artículo.
El acrónimo hizo fortuna, primero en el periódico —muchos compañeros de Armstrong en el Financial Times comenzaron a utilizarlo en sus textos— y luego entre los analistas financieros, que han acuñado el término TACO TRADE, algo así como «comercio de tacos». La idea es que las amenazas de Trump habían creado un patrón que hacía bajar las acciones, solo para verlas subir cuando cambió de rumbo semanas después.
Las decisiones poco fiables de Trump
Desde sus primeras bravuconadas, y especialmente tras el episodio de «aranceles para todos», los mercados se han ido acostumbrado a las amenazas de Trump. «Estos retrocesos son tan frecuentes que los inversores deberían, racionalmente, esperarlos«, opinó Paul Donovan, economista jefe de UBS, en declaraciones al South China Morning Post.
Y eso es lo que ha ocurrido, que la Bolsa de Nueva York reacciona cada vez con menos intensidad ante los anuncios del presidente. Sus decisiones son consideradas por los actores financieros como «fácilmente reversibles o poco fiables», según Sam Burns, analista de Mill Street Research, en declaraciones a la AFP.
Otro experto, John Authers, columnista de Bloomberg, considera que «este asunto se reduce al cinismo». Según él, «tras tomar a Trump muy en serio durante una o dos semanas después del Día de la Liberación, los mercados parten de la base de que se le puede ignorar sin problemas. No se están imponiendo aranceles, y la administración hará lo que sea necesario para generar crecimiento a corto plazo».
«Trump puede efectivamente ‘echarse para atrás’ en ciertos momentos, pero sus políticas representan un cambio muy serio en EEUU»
Pero aunque se eche atrás, el daño puede ya estar hecho. Según John Hardy, jefe de estrategia macroeconómica del banco de inversión danés Saxo, «Trump puede efectivamente ‘echarse para atrás’ en ciertos momentos, pero sus políticas de fondo son muy reales y representan un cambio muy serio en la política económica e industrial de Estados Unidos».
¿TACO? «No vuelvas a decir eso jamás»
TACO se convirtió en una especie de chiste recurrente en el Twitter financiero, el espacio informativo y generalmente jovial de X donde comentaristas y analistas financieros debaten. En pocas semanas, el acrónimo se convirtió en un tema recurrente en Wall Street y empezó a aparecer en notas de clientes de analistas financieros y economistas.
Había que preguntarle al presidente al respecto. Cuando alguien se atrevió a hacerlo, la cuestión sirvió para enfadarle y su respuesta para explicar el «concepto» de TACO. «¿Yo? ¿Que me echo para atrás? Nunca escuché eso», respondió el pasado 28 de mayo. Y aunque la consideró una «pregunta sucia», finalmente se justificó: «Eso se llama negociar».
«¿Yo? ¿Que me echo para atrás? Nunca escuché eso… Eso se llama negociar»
No, a Trump no le gustó. «No vuelvas a decir eso jamás», le respondió visiblemente molesto a un reportero de CNBC. «Esa es una pregunta muy desagradable. La más desagradable que me han hecho nunca», dijo el presidente. Cuenta CNN que el mandatario se sintió frustrado con su equipo. No solo le molestó el término en sí, sino también que su equipo no le informara sobre la popularidad de la expresión.
El increíble caso de los aranceles menguantes
Nada más tomar posesión, Trump anunció que aplicaría aranceles adicionales del 25% a las importaciones procedentes de Canadá y México a partir del 1 de febrero. Ese día firmó una orden ejecutiva por la que imponía esos aranceles y otros del 10% a China. El 3 de febrero acordó una pausa de 30 días en sus aranceles a México y Canadá, pero amenazó con nuevos aranceles contra la Unión Europea.
El 10 de febrero, el mandatario resucitó un viejo empeño de su primer mandato y puso un arancel del 25% sobre todo el acero y el aluminio extranjeros. El 4 de marzo entraron en vigor los aranceles sobre las importaciones de Canadá, México y China. Al día siguiente, dijo que suspendería durante un mes los aranceles sobre los automóviles procedentes de Canadá y México. El 2 de abril, Trump anunció sus «aranceles para todos».
El 9 de abril, EEUU anunció un incremento de aranceles a las importaciones desde China en un 145%, pero bajaron al 30% después de una reunión entre ambos países el 10 y 11 de mayo. Pekín bajó sus aranceles recíprocos a importaciones de EEUU de un 125% a un 10% después de esa reunión. Finalmente, esta semana Trump ha dado por cerrado un nuevo acuerdo comercial con China que entierra la disputa. «Las relaciones son excelentes», ha dicho el estadounidense.
Hasta el 14 de mayo, la Casa Blanca anunció «políticas arancelarias nuevas o revisadas en más de 50 ocasiones», según repaso de The Washington Post. Algunas de estas medidas «no duraron más de una semana» o un día «antes de ser modificadas», aunque la Casa Blanca aseguró que esto se debía «a que lograron el resultado deseado», relata el diario.
Hasta el 14 de mayo, Trump anunció políticas arancelarias nuevas o revisadas en más de 50 ocasiones, y algunas no duraron más de una semana, recoge ‘The Washington Post’
La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) calculaba a principios de junio que el crecimiento de la economía global se desacelerará del 3,3% de 2024 al 2,9%. Las causas, un menor crecimiento anticipado para EEUU, Canadá, México y China, y reducciones más moderadas en el resto de economías.
Que se siga echando atrás
¿Cambiará el modo de operar de Trump ahora que los mercados tienen menos en cuenta sus excesos dialécticos? No parece. «Ahora, los operadores temen que Trump no se eche para atrás. ¿Acaso Rob (Robert Armstrong, el creador del acrónimo) acaba de hacer colapsar la economía estadounidense?», se preguntaba un podcast del Financial Times a finales de mayo.
El propio Armstrong empieza a lamentarlo. «Me da un poco de miedo que, ahora que conoce la frase y le da vueltas en la cabeza, deje de echarse para atrás, lo cual es exactamente lo que no quiero», confesó en una entrevista con la radio canadiense CBC. «Digámoslo claramente: acobardarse es bueno y digno de celebrar. Acobardarse con malas políticas… ¡Bravo!», aseguró.