Publicado: agosto 20, 2025, 6:23 am
El deporte implica muchos beneficios para la salud, tanto mental como física. Si eres de aquellos que han decidido dar un golpe sobre la mesa y establecer una rutina, probablemente, uno de los miedos que te surgirán sea el de la aparición de las agujetas, ese incómodo dolor muscular que suele durar, como máximo, tres días. También se las conoce como DOMS (las siglas en inglés de ‘Delayed Onset Muscle Soreness’).
Hay quien opina que la aparición de las agujetas es sinónimo de haber hecho un buen entrenamiento. Pero ¿cuánto hay de cierto en esta teoría que escuchamos cada vez que nos quejamos de esta molestia? Para conocer la respuesta, desde 20minutos nos hemos puesto en contacto con dos expertos en el campo. Sus teorías coinciden: «No necesariamente».
¿Qué son las ‘agujetas’?
Antes de profundizar en si las agujetas se traducen a un entrenamiento bien efectuado, hay que saber su significado. Daniel Armengod es fisioterapeuta del club Metropolitan Romareda y las describe así: «Son pequeñas microrroturas en las fibras musculares que se producen tras realizar un esfuerzo físico al que el cuerpo no está acostumbrado». Aparte, «son una respuesta natural del músculo a un nuevo estímulo».
Paula Galán es directora del Centro Club Barre en Valencia y expone que «las agujetas son una molestia común para quienes retoman la actividad física tras un periodo de inactividad o se enfrentan a un nuevo tipo de entrenamiento». Bien es cierto que son «incómodas», como declara, pero «no deben interpretarse como un síntoma negativo, sino como parte del proceso natural de adaptación del cuerpo al esfuerzo físico».
Las agujetas aparecen a las 12 o 24 horas de practicar ejercicio y «alcanzan su punto máximo a las 24 y 72 horas«, expone Armengod. Afirma que «en la mayoría de los casos, desaparecen por completo en 4 a 7 días, aunque esto puede variar según la intensidad del ejercicio y el nivel de condición física de la persona«.
Suelen surgir con actividades «que implican movimientos excéntricos«, según Armengod, o «deportes que involucren grupos musculares poco trabajados o técnicas nuevas«. De hecho, el experto afirma que pueden aparecer si se practica el yoga «de forma intensa o prolongada». Galán también señala que hasta aquellas personas con experiencia «pueden experimentarlas al variar su rutina. Por ejemplo, bajar la frecuencia en el entrenamiento y reincorporarse de forma brusca».
No indican «necesariamente» un buen entrenamiento
Ahora llega la pregunta clave: ¿indican que hemos entrenado de una manera correcta? La respuesta de los dos expertos es la misma: «No necesariamente». Para Galán, «la ausencia de agujetas no implica que el ejercicio haya sido ineficaz. A medida que el cuerpo se adapta al esfuerzo, su aparición disminuye, incluso con rutinas intensas».
Armengod subraya que «las agujetas solo indican que hemos sometido al músculo a un estímulo nuevo o más intenso de lo habitual. Un buen entrenamiento no tiene que generar agujetas para ser efectivo. De hecho, con una rutina progresiva y bien planificada, el cuerpo se adapta y las agujetas disminuyen, aunque el entrenamiento siga siendo eficaz».
Los expertos también están de acuerdo en que se puede «reducir su intensidad» a través de entrenamientos progresivos, calentamientos adecuados y estiramientos. La alimentación es otro factor a tener en cuenta en esta clase de situaciones, sobre todo aquella que sea «rica en proteínas», según Armengod, «para favorecer la recuperación muscular».
Un buen descanso que implique, entre otras cosas, dormir bien, es otro aspecto igual de importante para aliviar las agujetas y que tanto Armengod como Galán señalan. «El descanso favorece la regeneración de los tejidos«, razona el experto de Metropolitan Romareda.