Publicado: octubre 23, 2025, 1:01 pm
Serena Williams llegó a Oviedo, escuchó las gaitas que la recibían y se puso a bailar, como Meryl Streep el año pasado. Es por ella que ya conocía los premios Princesa de Asturias, dijo luego, ya en la rueda de prensa, donde apareció con un vestido tan dorado como su pelo, tan de estrella del deporte o del pop o del cine. Lo primero fue tirar de cortesía y modales internacionales: «Es un honor y una felicidad estar aquí, no me lo creo. Este es un reconocimiento mundial». Y al poco alabó la comida: «Aún no he podido ver la ciudad, solo he dado un pequeño paseo, pero ayer cenamos muy bien». Todo en orden en el principado. Serena empezó por el principio, su padre, hoy más conocido que nunca (Will Smith lo encarnó en la gran pantalla, antes de la mítica bofetada de los Oscar). «Él es el principal motivo por el que mi hermana y yo jugamos al tenis. Fue su idea, quería que tuviéramos una vida mejor para nosotros de la que tuvo él. Y lo hicimos, lo conseguimos. Trabajamos muy duro, escuchamos lo que nos decía él y nuestra madre», afirmó Williams. «Mi carrera ha sido un viaje y un sueño que me ha llevado muy lejos. He estado en todos los rincones del mundo gracias al tenis. Me ha traído mucha alegría muchas veces, y también una gran tristeza en alguna ocasión: eso ocurre con todos los deportes. El tenis me ha enseñado lo que es la disciplina, me ha enseñado a esforzarme. Me ha dado tanto… Todavía estoy beneficiándome del tenis. Y todo esto emepzó con el instito de mi padre», recordó. Las carreras deportivas, subrayó después, son muy cortas, por eso llega un momento en el que la huella que dejas importa más que las victorias, especialmente, intuimos, cuando estas se acumulan. «Es algo que siempre me ha importado mucho, el legado que dejaría en el tenis. Y no me refiero a cuántos torneos podría llegar a ganar sino a mi contribución dentro del deporte. Me interesaba de manera especial la igualdad salarial entre hombres y mujeres. Cuando empecé a jugar, me esforzaba tanto como cualquiera de mis colegas y no entendía por qué yo recibía menos dinero que ellos. Cuando iba a los Grand Slams, no nos pagaban igual a nosotras que a ellos, así que empecé a pensar qué podía hacer para cambiar esto, porque merecíamos ganar lo mismo… Se convirtióuna lucha crucial. Había que alzar la voz. La vida deportiva es muy corta, y tenemos que usar nuestra carrera como un trampolín para ayudar a las siguientes generaciones. Yo siempre he intentado devolver lo mucho que he recibido». ¿Se siente cómoda en la América de Donald Trump?, le preguntaron luego. Ella respondió con una risa incómoda. «Prefiero saltarme esta pregunta. Doy las gracias por estar viva. No me meto en política». Tocó volver al tenis, claro. ¿Qué le diría a una joven sin recursos que quiera ser tenista? ¿Sigue siendo un deporte elitista? «Creo que ahora el tenis es un poco más accesible… Siempre cuento mi historia. Yo vengo de una familia sin grandes recursos. No teníamos una gran casa bonita ni teníamos acceso a un club de tenis. Así que le diría que el dinero no le limite: si quieres jugar al tenis puedes hacerlo. Necesitas apoyo, eso está claro, pero si te esfuerzas mucho, si eres buena, al final te llegará ese apoyo económico. Le diría eso: esfuérzate, estudia, aprovecha la tecnología todo lo que puedas; si te interesa un tenista mira todos sus vídeos, aprende de los mejores. Esto ya no cuesta tanto como antes. Gracias a la tecnología el tenis es bastante más accesible». Hubo tiempo para el tenis español, cómo no. «Claro que lo conozco bien, los españoles llevan mucho tiempo en todo lo alto. Está Rafa, por supuesto, pero hay otros muchos tenistas maravillosos. Alcaraz está haciendo cosas increíbles. Soy una fan incondicional de Alcaraz. Siempre lo llamo cuando juega, para animarlo». ¿Puede igualar o superar el récord de Djokovic de 24 Grand Slam? «A estas alturas todo es posible. Cuando empezó Federer nadie pensaba que pudiera superar a Sampras, y lo hizo. Luego Rafa hizo lo mismo, y luego Djokovic. Carlos es muy joven, tiene grandes rivales, pero claro que es posible. Los récords están ahí para superarlos». Para terminar: ¿con qué momento se queda de su carrera? «Cuando gané el Open de Australia en 2017, mientras estaba embarazada [de dos meses]: no creo que mucha gente pueda hacerlo, no sé ni cómo lo conseguí yo. Fue un poco triste porque tuve que ganar a mi hermana en las finales. Ella ya sabía que yo estaba embarazada. Pienso: si lo hubiera sabido igual mejor, las cosas habrían sido distintas para ella y para mí».
