Publicado: octubre 25, 2025, 9:23 am
Pedro Sánchez se ha caracterizado por saber elegir sus ‘batallas’ en clave internacional pero últimamente la realidad le va pillando con el pie cambiado. Toda la potencia que tuvo en la era pospandemia se ha ido diluyendo porque la mirada del bloque ha virado a temas que a España le resultan más incómodos, como la defensa o la seguridad del flanco oriental. A eso se suman las tensiones con Estados Unidos y también la cierta debilidad del presidente a nivel nacional; con Palestina recobró fuerza, pero también ese ‘momentum’ parece haber pasado ya.
Gaza ha salido del foco de la UE. Y el mensaje que salió por ejemplo esta semana de la cumbre del Consejo Europeo ni tuvo sorpresas ni fue duro. Los líderes de los 27 la liberación de todos los rehenes que permanecieron cautivos durante dos años por Hamás y exhortaron a todas las partes a aplicar sin demora el acuerdo alcanzado, con el fin de poner fin de manera permanente a las hostilidades. Asimismo, el Consejo Europeo pidió garantizar el acceso inmediato y sin restricciones de la ayuda humanitaria a gran escala en la Franja y permitir que las agencias de la ONU y las organizaciones humanitarias trabajen con independencia e imparcialidad. La Unión Europea reafirmó su compromiso «con los esfuerzos de paz y su disposición a colaborar estrechamente con sus socios en los próximos pasos del proceso».
España, en cambio, mantiene una firmeza mayor en su mensaje. El Gobierno quiere que se mantenga la presión sobre Israel, con la suspensión parcial del acuerdo comercial o más sanciones hasta que el acuerdo coja cuerpo en su aplicación. Asimismo, urge a la entrada inmediata de ayuda humanitaria y ha pedido que la UE se mueva ya mismo para jugar un papel importante en la futura gobernabilidad de la Franja. Madrid no se fía de Netanyahu y Sánchez lo deja claro cada vez que habla del asunto.
Con Ucrania, España tiene muy poco que decir. Por ejemplo, el país se ha sumado ahora al programa de la OTAN para comprar armas a EEUU y después donárselas a Kiev, pero ha sonado a maniobra para ganar tiempo político tras los choque con la Casa Blanca. Tampoco es el país un elemento activo en el gran debate financiero que hay ahora en la UE: cómo conseguir que Ucrania pueda usar los activos rusos congelados en la Unión para su reconstrucción; de hecho, España no alberga nada de esos activos. Además, se quedó fuera por ejemplo del grupo de países que reafirmó junto a Zelenski el hecho de que las negociaciones de paz pueden comenzar en el punto actual de la línea de frente. España, entre excusas, se sumó tarde a ese documento.
Bélgica concentra la mayor parte con 180.000 millones de euros, seguida por Japón (28.100 millones de euros), el Reino Unido (26.600 millones de euros) y Francia (19.000 millones de euros). Otros países incluyen Canadá (15.100 millones de euros), Luxemburgo (10.000 millones de euros), Suiza (6.200 millones de euros), Estados Unidos (4.300 millones de euros) y Alemania (210 millones de euros). Las jurisdicciones de la UE, marcadas en rojo, representan la mayoría de los activos rusos inmovilizados. Las cifras provienen del Servicio de Investigación del Parlamento Europeo (EPRS), basados en información del PISM y del gobierno suizo. Esto quiere decir que Moncloa, con los datos en la mano, puede inmiscuirse del asunto.
El gasto en defensa es un elefante en Moncloa y Sánchez se ha convertido en ‘enemigo’ político de Donald Trump. El presidente del Gobierno ha negado que su homólogo estadounidense tenga «una obsesión» con él, pero lo cierto es que España ha recibido cinco reprimendas en dos semanas por la inversión en seguridad; pero Sánchez no cambia de postura. «Sabe que cumplimos», dijo sobre las palabras de Trump, y aprovechó para acusar de incumplimientos al anterior Ejecutivo, liderado por Mariano Rajoy. «Tenemos un acuerdo sobre capacidades y es lo que vamos a cumplir», añadió, en referencia a España solo gastará el 2,1% en defensa; para el secretario general de la Alianza, Mark Rutte, esto no será suficiente y habrá que llegar al 5%. Sánchez no lo ve igual: «El 2,1% no es una cifra que se haya inventado este Gobierno».
España busca otros escenarios y otros aliados. Es por ejemplo uno de los países de la UE que más fuerza pone en que se ratifique el acuerdo con el Mercosur, y Sánchez se va moviendo cerca de otros líderes como Gustavo Petro, Lula da Silva o Gabriel Boric. Ese paso comercial parece que está cada vez más cerca, y España puede reactivar su papel como ‘enlace’ entre Europa y América Latina, algo que se ha defendido por ejemplo muchas veces desde la derecha. Mercosur puede ser un nuevo soplo de aire fresco para Moncloa a nivel internacional.
En ese nuevo escenario, el presidente del Gobierno trata de sacarse debates de la manga, como el del cambio de hora. Quiere que se elimine ya en 2026 y la Comisión Europea ha acogido de buen grado la propuesta, que en cambio no ha calado demasiado entre los socios, que son los que al fin y al cabo tienen que decidir. Eso sí, Bruselas, que revisará de nuevo el asunto como ya hiciera en 2018, tiene claro que esta no es una prioridad política para la UE… por lo que el debate, de nuevo, puede ir para largo y amenaza con volver a estancarse.
En un escenario donde la atención internacional se diluye entre crisis superpuestas, Gaza se desvanece del radar europeo mientras España parece perder peso en el tablero diplomático. La guerra en Ucrania ya no despierta los mismos ecos en los pasillos de Bruselas, y el Gobierno de Sánchez se encuentra, además, ante una nueva sombra: la de un Trump que lo percibe más como obstáculo que aliado. Europa, fatigada por su propio laberinto de prioridades, mira hacia otros elementos de la agenda, dejando a Madrid en un discreto segundo plano. Sánchez asiste a un nuevo pulso… pero sin la fuerza de otros anteriores.
