Publicado: octubre 14, 2025, 12:23 pm
La historia de Mwajuma Abdalla Ngema es la de miles de personas. Acudió a una clínica en Dar es Sallam (Tanzania) con tos persistente y lo primero que le hicieron fue que la prueba de la tuberculosis que dio negativo. Tras tener el alta y pasados los días recibió una llamada: la prueba si era positiva para tuberculosis, y el resultado no provino de una máquina de laboratorio, sino del olfato de una rata gigante africana.
El método. Este escenario, que parece sacado de una película de ciencia ficción, es el núcleo de un innovador programa dirigido por la organización sin ánimo de lucro APOPO. En este caso, utilizando ratas gigantes de abanzones (Cricetomys ansorgei) han conseguido crear un sistema de detección de tuberculosis que no solo es más rápido y barato, sino que en muchos casos está resultando ser más eficaz que los métodos convencionales.
La tuberculosis. Sigue siendo una de las enfermedades infecciosas más mortales del mundo, causando 1,25 millones de muertes en 2023. Uno de los mayores desafíos es la detección, especialmente en aquellos países que cuentan con recursos muy limitaos para poder comprar reactivos o maquinaria adecuada. Y es que aunque se cuente con estas posibilidades, el análisis de esputo tiene una sensibilidad limitada y pueden pasar por algo casos con una baja carga bacteriana.
Aquí es donde entran las ratas. APOPO, que inicialmente comenzó a entrenarlas para detectar minas terrestres, descubrió que su agudísimo sentido del olfato podía ser reorientado para identificar los compuestos orgánicos volátiles (COV) específicos que emite la bacteria Mycobacterium tuberculosis en las muestras de esputo. Y los resultados hablan por si solos.
Respaldo científico. Un estudio publicado en BMC Infectious Diseases revela la increíble eficacia de este método. Durante 2022, el programa analizó 35.766 muestras en pacientes en Tanzania. De estas, las clínicas locales dieron un resultado negativo a 33.866 de estas muestras a través de las técnicas clásicas de microscopía o pruebas Xpert. Y aquí es donde entraron las ratas para poder reevaluar los resultados, ofreciendo un dato impactante: los roedores identificaron 2.029 casos adicionales de tuberculosis que de otro modo se habrían perdido.
Esto significa que las ratas contribuyeron al 52% del total de casos de tuberculosis identificados en el programa, salvando a miles de personas de quedar sin diagnóstico ni tratamiento. La velocidad también es una ventaja clave: una rata puede analizar 100 muestras en menos de 20 minutos, una tarea que llevaría días a un técnico de laboratorio.
Más eficaces. El verdadero superpoder de estas «HeroRats», como las llama APOPO, reside en su capacidad para detectar lo indetectable. El estudio demostró que las ratas son seis veces más propensas a detectar la tuberculosis en pacientes con una carga bacteriana baja (categorías «escasos» o «1+») en comparación con la microscopía estándar en las clínicas.
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Esta sensibilidad es especialmente crucial para los niños, cuyo diagnóstico de tuberculosis es notoriamente difícil debido a la baja concentración de bacterias y la dificultad para obtener muestras de esputo de calidad. Pero esto no es un problema para las ratas que tienen el doble de probabilidades de identificar un caso de TB en un niño que en un adulto.
El entrenamiento. Detrás de cada diagnóstico acertado hay un riguroso proceso de entrenamiento que dura entre nueve meses y un año en el centro de APOPO en Morogoro. Los entrenadores socializan con las crías desde las cuatro semanas para crear un vínculo de confianza rata-investigador.
Aunque la convivencia no es fácil, según el propio coordinador de APOPO que afirma que «al principio hay problemas de confianza […] La rata tiene que confiar en que no soy una amenaza, y yo tengo que estar seguro de que no me morderá».
Una vez se ha creado el vínculo, el entrenamiento se basa en el refuerzo positivo. A las ratas se les va presentando varias muestras y son recompensadas con comida cuando identificar correctamente una muestra que es positiva. Y lógicamente, antes de pasar a ser un ‘sistema de diagnóstico’ deben tener una puntuación de 10/10 acertando las muestras positivas.
Economía. Además de ser eficaces también es una solución muy económica. El coste de analizar una muestra con una rata es de unos 2.600 chelines tanzanos (unos 0,90 euros), mientras que una baciloscopia cuesta entre 4.700 y 7.000 chelines. Y si hablamos de una prueba molecular como la PCR ya si que nos vamos hasta los 42.000 chelines. Esto hace que tras una vida útil de siete años, las ratas se «jubilen» habiendo ahorrado mucho dinero, salvando vidas y acabando sus días en el centro de Morogoro.
Cientos de miles de vidas. Desde el inicio, APOPO ha analizado más de 900.000 muestras diferentes y detectado más de 30.000 casos de tuberculosis que los sistemas de salud habían pasado por alto. Esto es algo que ha hecho que se evitaran aproximadamente unas 300.000 nuevas infecciones por contagio, porque una persona no tratada puede infectar a entre 10 y 15 personas al año.
El éxito en Tanzania y Etiopía ha impulsado a APOPO a planificar la apertura de más laboratorios en el norte de Tanzania e incluso de trasladar la idea a países vecinos que también cuentan con una prevalencia de esta enfermedad muy elevada.
Imágenes | National Institute of Allergy
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La noticia
Ratas gigantes contra la tuberculosis: la ‘tecnología’ animal que está superando a los laboratorios
fue publicada originalmente en
Xataka
por
José A. Lizana
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