Publicado: septiembre 7, 2025, 6:28 am
Vamos a cerrar la semana con un nombre peculiar de la época victoriana que pasó a la historia no tanto por su desempeño deportivo, sino por un suceso llamativo que lo convirtió en una celebridad: Es Vere Goold.
Nacido el 2 de octubre de 1853 en el seno de una adinerada familia aristocrática en Clonmel, Irlanda, Vere Thomas St. Leger Goold mostró desde su juventud sus buenas dotes como boxeador y tenista.
Hijo de un baronet, en el año 1879 se convirtió en campeón de Irlanda de tenis tras derrotar a CD Barry por un doble 8-6. Con estas credenciales se presentó en el torneo de Wimbledon, que disputada su tercera edición, en el verano de aquel año.
Goold logró plantarse en la final y era favorito, pero fue derrotado por el sacerdote anglicano John Thorneycroft Hartley en tres sets (6-2, 6-4 y 6-2). Se rumoreó entonces que Goold se había pasado la noche anterior de juerga y que la consecuente resaca le impidió dar lo mejor de sí mismo.
Su carrera tenística entró en barrena y colgó la raqueta en el año 1883, envuelto en dos grandes vicios: el alcohol y el opio. En el año 1886, instalado en Londres, conoció a una modista francesa llamada Marie Girodin, una doble viuda de la que se enamoró perdidamente. Se casaron el 22 de agosto de 1891 en la iglesia católica de St Mary of the Angels.
Iniciaron una vida plagada de lujos y comodidades en Londres, pero empezaron a sufrir problemas financieros. La pareja emigró en 1902 a Canadá, en concreto a Montréal, donde Girodin puso otro negocio de moda, pero la afición de ambos por el juego y algunas inversiones fallidas los volvieron a dejar en la ruina. Decidieron entonces regresar a Europa y se establecieron en Liverpool, donde abrieron una lavandería.
Fue entonces donde ambos decidieron trasladarse a Monte Carlo, donde pretendían poner en práctica un supuesto sistema infalible para ganar en el célebre Casino del enclave de la Costa Azul. Alquilaron una villa y se relacionaron con la alta sociedad, pero el plan inicial no funcionaba y las reservas de dinero empezaron a disminuir de forma alarmante.
Fue entonces cuando conocieron a Emma Levin, una viuda danesa, a la que su difunto marido, un acaudalado empresario sueco, dejó una sustanciosa herencia que la señora no dudaba en mostrar. El matrimonio Goold, que en Monte Carlo usaban los tratamientos de ‘Sir’ y ‘Lady’, lograron que Levin les prestara 1.000 francos.
Levin comenzó a sospechar de las intenciones de los Goold, y decidió irse de Mónaco, no sin antes visitar al matrimonio para reclamarles el pago de la deuda. No salió con vida de aquella visita.
Unos días después, un mozo de la estación de Marsella notó que de un baúl que acababa de dejar una pareja supuestamente inglesa, rezumaba lo que parecía sangre. El mozo había recibido instrucciones de enviar el baúl a Londres, pero sospechó y decidió avisar a la policía francesa. Los Goold fueron localizados y aunque alegaban que el baúl contenía carne de pollo, los agentes abrieron el cofre y lo que hallaron les horrorizó: el torso y los brazos cercenados de una mujer. Después, en la bolsa del extenista hallaron la cabeza y las piernas de la viuda danesa.
Vere Goold dijo que un hombre desconocido había matado a Levin en su domicilio y que ellos simplemente iban a deshacerse del cuerpo para evitar un escándalo.
El caso se convirtió en una célebre noticia que recorrió todo el mundo bajo el nombre del ‘Asesinato del Baúl de Monte Carlo’, como si de un relato de Sherlock Holmes se tratara.
No obstante, este caso carecía de complicaciones: Vere Goold confesó que estaba borracho y que había apuñalado a Levin tras una discusión, y que fue su esposa la que propuso desmembrar el cadáver.
Se celebró un juicio, donde las autoridades francesas concluyeron que fue Marie Girodin la que instigó a su marido para que cometiera el crimen. La mujer fue condenada a la guillotina y Goold, considerado el atenuante de la embriaguez, fue condenado a ser internado de por vida en la Isla del Diablo. Un mes después de la sentencia, la pena de Girodin se conmutó por la de cadena perpetua, que cumpliría en la prisión de Montpellier.
Desesperado por la abstinencia de alcohol y opio, Vere Goold se suicidó en la Isla del Diablo en 1909. Cinco años después, Marie Girodin murió de fiebre tifoidea en la cárcel.
Espero que os haya interesado tan peculiar artículo. Hasta la semana que viene.