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Quién era Jeffrey Epstein, el cerebro de la red de abusos sexuales al que Musk vincula ahora con Donald Trump

Publicado: junio 6, 2025, 12:23 pm

El caso Epstein es uno de los mayores escándalos de abuso y tráfico sexual de menores de las últimas décadas. Durante años —y aún después de su muerte— su principal implicado, Jeffrey Epstein, ocupó titulares en todo el mundo, no solo por los impactantes testimonios de sus víctimas, sino también por sus estrechos lazos con figuras poderosas del ámbito político, económico y social.

Algunos de esos nombres han salido a la luz en lo que hoy se conoce como «la lista Epstein», una serie de documentos que apuntan a posibles cómplices o colaboradores de Epstein y su expareja, Ghislaine Maxwell. Ahora, en medio de una nueva polémica, Elon Musk ha señalado directamente a Donald Trump, expresidente de Estados Unidos, como uno de los nombres vinculados a esta red.

La vida de Epstein antes de conocerse el escándalo

En menos de 40 años, Jeffrey Epstein pasó de ser un reputado genio de Wall Street a ser el rostro de una trama de pederastía que se desarrollaba en sus exclusivas fiestas en las Islas Vírgenes de Estados Unidos. Pero empecemos por el principio. ¿Quién fue Epstein y cómo fue su vida antes del escándalo por el que acabó quitándose la vida en prisión preventiva, pendiente de juicio?

Jeffrey Epstein llevó una vida marcada por el lujo y las relaciones con las élites del poder. Sin embargo, sus orígenes fueron más modestos. Nació en 1953 en el distrito de Brooklyn, Nueva York, en el seno de una familia de clase media. Su padre, Seymour Epstein, trabajaba como jardinero para el Departamento de Parques de la ciudad, mientras que su madre, Pauline, fue asistente de maestra antes de dedicarse por completo al cuidado del hogar. Era el mayor de dos hermanos, asistió a escuelas públicas y desde muy joven mostró interés por la música: comenzó a tocar el piano a los cuatro años.

Tras terminar la escuela secundaria, Epstein se matriculó brevemente en dos universidades —Cooper Union y la Universidad de Nueva York— donde estudió matemáticas y ciencias. Sin embargo, abandonó sus estudios sin obtener un título. A pesar de ello, logró una plaza como profesor de cálculo y física en la prestigiosa escuela Dalton, en Manhattan, donde trabajó entre 1973 y 1975. Fue allí donde conoció a Alan «Ace» Greenberg, entonces presidente del consejo del banco de inversiones Bear Stearns, tras dar clases particulares a su hijo. La cercanía con la familia Greenberg sería decisiva para su futuro.

En 1976, Epstein dejó la enseñanza para ingresar a Bear Stearns, donde comenzó una carrera meteórica en el mundo financiero. Gracias a su habilidad para asesorar sobre estructuras fiscales complejas, ascendió rápidamente dentro de la firma hasta convertirse en socio. Su trabajo consistía en ayudar a clientes millonarios a optimizar sus inversiones y evitar impuestos, un campo en el que destacaba por su destreza y discreción. A partir de allí, su fortuna empezó a crecer y, con ella, sus conexiones con empresarios, políticos y celebridades.

El principio de su gran red de abusos

Finalmente, en 1981, dejó Bear Stearns para fundar su propia firma de gestión financiera: J. Epstein & Co. Desde sus inicios, la compañía operó bajo un manto de discreción extrema, aceptando únicamente clientes con activos superiores a los mil millones de dólares. Hasta hoy, los nombres de la mayoría de esos clientes han permanecido en secreto. Sin embargo, según reportes de CNN y otros medios, el único cliente confirmado públicamente ha sido Leslie Wexner, el multimillonario fundador del conglomerado L Brands, propietario de marcas como Victoria’s Secret, The Limited y Bath & Body Works.

Gracias a su relación con clientes ultrarricos como Wexner, Epstein amasó una fortuna considerable que le permitió adquirir propiedades en varios países. Entre sus bienes destacaban una lujosa mansión en el Upper East Side de Manhattan —considerada una de las residencias privadas más grandes de Nueva York—, una casa en Palm Beach, Florida, un rancho en Nuevo México, un apartamento en París y su isla privada en el Caribe, Little St. James, conocida más tarde como «la isla de las orgías».

A medida que crecía su riqueza, también lo hacía su red de contactos. En su círculo íntimo llegaron a figurar personalidades como el entonces empresario y futuro presidente de Estados Unidos, Donald Trump; el expresidente Bill Clinton; y el príncipe Andrés del Reino Unido, entre otros.

El caso Epstein

Con el tiempo, Jeffrey Epstein fue construyendo algo más que una fortuna: tejió una red de abusos sexuales sistemáticos que operaba bajo la fachada de sus lujosas propiedades. Según múltiples testimonios de víctimas y fiscales, Epstein reclutaba a adolescentes —muchas de ellas en situación vulnerable— para que acudieran a su mansión de Palm Beach, con la promesa de pagarles por masajes.

Una vez allí, las jóvenes eran agredidas sexualmente y, en algunos casos, persuadidas para reclutar a otras chicas, en una dinámica piramidal que duró años. La operación era facilitada, según las investigaciones, por asistentes, empleados e incluso por su expareja y socia, Ghislaine Maxwell.

Aunque las sospechas contra Epstein comenzaron mucho antes, no fue hasta 2008 que enfrentó sus primeras consecuencias legales. Sin embargo, logró evitar un juicio federal gracias a un controvertido acuerdo con la Fiscalía del Distrito Sur de Florida. En virtud de ese pacto, se declaró culpable de dos cargos menores por solicitud de prostitución —uno de ellos relacionado con una menor de edad—, lo que le permitió cumplir solo 13 meses de prisión en un régimen de «libertad laboral» que le permitía salir de la cárcel hasta 12 horas al día, seis días a la semana. Además, el acuerdo incluía inmunidad para posibles cómplices, un aspecto que más tarde fue duramente criticado por organizaciones de derechos humanos, periodistas y las propias víctimas.

Epstein también llegó a acuerdos económicos con varias de las jóvenes que lo habían denunciado, evitando así que los casos fueran llevados a juicio. Durante los años posteriores, a pesar del escándalo, logró mantenerse en libertad y seguir cultivando relaciones con figuras influyentes del mundo político, empresarial y cultural.

No fue sino hasta julio de 2019 que el caso se desempolvó en la agenda pública y la Fiscalía federal del Distrito Sur de Nueva York reabrió la investigación y presentó nuevos cargos contra Epstein por tráfico sexual de menores y conspiración. Finalmente, fue detenido en el aeropuerto de Teterboro, en Nueva Jersey, al regresar de un viaje a París, y se le negó la libertad bajo fianza al considerarse un riesgo de fuga y una amenaza para la comunidad. La magnitud del caso provocó una avalancha de testimonios.

Sin embargo, no hubo tiempo de hacer justicia. Un mes después, en julio de 2019, Epstein fue hallado inconsciente en su celda tras un posible intento de suicidio. Aunque fue puesto bajo vigilancia especial, el 10 de agosto de ese mismo año apareció muerto en su celda del Centro Correccional Metropolitano de Manhattan, colgado con una sábana. Las autoridades calificaron su muerte como suicidio, pero las circunstancias —como la desactivación de las cámaras de seguridad y la negligencia de los guardias— levantaron sospechas y alimentaron teorías conspirativas sobre un posible encubrimiento.

¿En qué ha quedado actualmente el caso?

La muerte de Epstein no fue el final del caso. En 2022, su expareja y colaboradora Ghislaine Maxwell fue condenada a 20 años de prisión por su participación en la red de tráfico sexual. Además, documentos judiciales recientemente desclasificados han revelado los nombres de cientos de personas vinculadas a Epstein, aunque no todas están acusadas de delitos.

Las autoridades siguen investigando a fondo quiénes fueron cómplices activos, quiénes se beneficiaron de su silencio y qué instituciones fallaron al permitir que una red de explotación sexual operara durante décadas sin consecuencias reales.

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