Publicado: octubre 12, 2025, 8:23 am
En una sociedad dominada por el individualismo y la hiperestimulación en todos los sentidos, las mascotas se han convertido en ese remanso de paz que nos devuelve a la esencia, a la calma y al amor más puro que, en muchos casos, no se encuentra fuera de casa. Los animales domésticos han pasado a ocupar un lugar preferente en los hogares, y su compañía significa un apoyo emocional para muchas personas.
Incluso, hay personas que hablan y tratan a sus mascotas como si fueran seres humanos, conversan con ellas, les hacen demandas y les miman como si se tratase de sus propios hijos. ¿Es esto bueno? ¿Oculta algún tipo de trastorno emocional? ¿Por qué hablan a sus animales de compañía como lo harían con cualquier humano? La psicología tiene una explicación (o varias).
Las mascotas y la inteligencia emocional de sus amos
Después de muchos años en los que las mascotas eran animales a los que no se prestaba demasiada atención, y que tenían una finalidad concreta como cuidar la casa de los amigos de lo ajeno o acompañar al rebaño para que no fuera atacado… o cazar, de un tiempo a esta parte se han convertido en un miembro más de la familia.
Tener un animal en casa significa cuidarle, alimentarle, mimarle y darle todos los caprichos que, incluso, no nos proporcionamos ni a nosotros mismos. Pero sobre todo, según los expertos en psicología, volcarnos en su atención hasta límites insospechados no es nada ‘malo’, sino que significa una alta inteligencia emocional por parte de sus amos.
Hablar a las mascotas como si fuesen personas demuestra un potente vínculo con el animal, otorgándoles cierta ‘humanización’ y colocándoles a nuestra altura. Hablar con nuestros animales proporciona mucha información sobre la personalidad del dueño, en la que suele destacar un gran nivel de empatía y una necesidad profunda de poder comunicarse con las mascotas.
Hablar a los animales de compañía no busca un beneficio concreto
Numerosos estudios sobre el tema, que a algunas personas puede chocarle (sobre todo a quienes no han tenido nunca una mascota), desvelan que quienes tratan a sus animales igual que a las personas tienden a ser personas mucho más cariñosas que el resto, al tiempo que demuestran mucha empatía. Estos perfiles trasladan al animal sus emociones, reforzando la confianza y haciendo que sean individuos aún más sociables. La relación bidireccional funciona como una terapia.
Cuando abrazamos o besamos y hablamos a nuestra mascota no buscamos un beneficio concreto, sino que volcamos el amor en ellos, son expresiones genuinas que sólo nos traen ventajas emocionales imposibles de conseguir de otra manera. Cuidarlos también implica reforzar el sentido de la responsabilidad, afianzando en los dueños la sensación de que son útiles. Todo ello repercute en un bienestar mucho más profundo.
Atribuirle cualidades humanas a seres vivos que no lo son se denomina antropomorfismo, y lleva implícita una imaginación activa única al crear juegos y llevar a cabo rutinas familiares que incluyen a los animales como un miembro de la familia en igualdad de condiciones. Por supuesto, las mascotas rescatan a muchas personas de la soledad, un gran mal en la sociedad actual.