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Qué está pasando con los satélites: llevan años filtrando secretos militares, pero también tus mensajes privados

Publicado: octubre 17, 2025, 6:23 pm

Quizá no lo sepas, pero los satélites participan en casi todo lo que haces cada día.

Cuando consultas el pronóstico del tiempo, envías tu ubicación por WhatsApp, usas Google Maps para llegar a una cita o haces una videollamada desde un avión, hay un satélite ahí arriba trabajando para ti. También los usas cuando pagas con tarjeta en una gasolinera de carretera, cuando un barco transmite su posición en mitad del Atlántico o cuando una empresa envía datos desde una mina, una plataforma petrolífera o una torre de comunicaciones rural.

Son los cables invisibles de la era digital, una red que permite que el mundo siga conectado incluso donde no hay redes terrestres. Y, sin embargo, esa red tiene un agujero preocupante: una parte de las señales que envían los satélites viaja sin ningún tipo de cifrado, expuesta al espacio, literalmente “a la vista de todos”.

Una investigación reciente de las universidades de California y Maryland ha revelado que cualquiera con un equipo de menos de 1.000 euros podría interceptar parte de esas comunicaciones, que incluyen desde llamadas telefónicas y mensajes hasta datos militares, corporativos y personales. En otras palabras: los satélites que conectan el mundo también están filtrando parte de sus secretos.

El hallazgo que ha destapado las fugas

El estudio, realizado durante meses desde Estados Unidos, utilizó antenas y receptores comerciales para captar señales de satélites geoestacionarios —aquellos que permanecen fijos sobre un punto del planeta—. El resultado fue tan alarmante como revelador: una gran parte del tráfico transmitido por estos satélites no estaba encriptado.

Los investigadores consiguieron interceptar datos en texto claro que iban desde llamadas y mensajes de texto hasta información sobre redes eléctricas, petrolíferas o de telecomunicaciones, pasando por comunicaciones militares y gubernamentales. Todo ello, sin necesidad de acceso privilegiado ni tecnología de espionaje avanzada.

La investigación demuestra que el espacio no es tan seguro como parecía. Lo que hasta ahora se consideraba un entorno inaccesible para la mayoría se ha vuelto vulnerable a cualquiera con conocimientos básicos de radiofrecuencia y un equipo relativamente barato.

Qué tipo de datos se filtran (y por qué te debería importar)

Aunque pueda parecer un problema técnico, las consecuencias pueden afectarte más de lo que imaginas. Muchos servicios cotidianos —desde las llamadas por satélite hasta el Wi-Fi de los aviones o los cajeros automáticos en zonas remotas— dependen de estas conexiones.

Viaja todo tipo de información: transacciones bancarias, sincronizaciones de sistemas críticos o incluso cuestiones relacionadas con sistemas de armas”, explica Álvaro Sánchez, CEO de Integrasys, empresa española especializada en sistemas de comunicación por satélite.

Tal y como explica el experto, “hay países que lo encriptan y países que no. Dependiendo de los procedimientos y los presupuestos, viaja mucha información crítica que puede estar encriptada… o puede que no”.

En la práctica, esto significa que un atacante que intercepte una transmisión podría acceder a información personal o sensible.

A través de los satélites viaja todo tipo de información: transacciones bancarias, sincronizaciones de sistemas críticos o cuestiones de sistemas de armas.

Sánchez aclara que no conoce el equipo barato que ha permitido escuchar llamadas o mensajes transmitidos por satélite. “Normalmente, cualquier equipamiento de inteligencia no suele estar al alcance de un usuario ni vendido en Amazon”, subraya. No obstante, reconoce que “sí que es posible demodular señales con demoduladores que pueden costar 300 o 800 euros”.

¿Y el riesgo? “Si uno demodula una información donde viene una tarjeta de crédito, esa información está comprometida y se puede utilizar en otra transacción”, advierte Sánchez. “Por eso es importante tener varias medidas de seguridad, con capas de encriptación tanto en la señal como en la radiofrecuencia”.

El hallazgo no solo preocupa por la privacidad, sino también por su impacto potencial en la economía y la seguridad nacional. Las comunicaciones satelitales se usan para monitorizar infraestructuras críticas —centrales eléctricas, redes de transporte, refinerías— y una interceptación malintencionada podría permitir alterar o sabotear operaciones a distancia.

La comunicación crítica tiene que estar más defendida que la común, pero debe haber un mínimo de capas para proteger ambas.

Podría haber actores que intenten distorsionar la infraestructura de un país, sea energética, bancaria o de telecomunicaciones”, apunta el CEO de Integrasys.

“Pueden deteriorarla, minimizarla o detenerla. También obtener información o pedir un rescate paralizando un servicio. Por eso es importante proteger las comunicaciones, los equipos y las personas de cualquier posible denegación de servicio”.

Europa tampoco está a salvo

Aunque el estudio se realizó desde Estados Unidos, el problema tiene alcance global. Los satélites geoestacionarios cubren enormes áreas, incluidas Europa y África, y muchas empresas europeas dependen de ellos para mantener operaciones en zonas rurales o marinas.

Sánchez confirma que “en España y en Europa estamos igual de protegidos que en otros lugares y necesitamos protegernos aún más. La amenaza incrementa y con ella tienen que incrementarse también las medidas de defensa”.

De hecho, la Unión Europea trabaja en proyectos diseñados para reforzar la seguridad de las comunicaciones espaciales, especialmente las relacionadas con defensa y servicios públicos. Pero la modernización de los sistemas llevará tiempo y una inversión considerable.

Por qué sigue ocurriendo

Si existen soluciones para cifrar las comunicaciones, ¿por qué sigue habiendo transmisiones sin proteger?

Sánchez lo explica así: “No todas las aplicaciones ni todos los mercados tienen los mismos requisitos. Hay productos de comunicaciones menos exigentes y con menor valor que, al tener menor servicio, no incluyen protección de ciberseguridad”.

En resumen: cifrar cuesta dinero y no todas las empresas o gobiernos están dispuestos a asumir ese gasto. Sin embargo, el contexto internacional —marcado por conflictos y ciberataques cada vez más sofisticados— está obligando a acelerar los esfuerzos de defensa.

Debemos concienciar a la población de que las amenazas existen y tener cuidado en transacciones y comunicaciones.

El mercado va a crecer mucho tanto en defensa como en ofensa”, añade el CEO de Integrasys. “Hemos trabajado en sistemas que defienden de ciberataques y en herramientas que pueden denegar capacidades satelitales a gobiernos que no deban comunicarse en ese momento. La evolución está siendo muy rápida”.

El estudio estadounidense no es el primero que alerta de estas vulnerabilidades, pero sí el más detallado y el que ha conseguido demostrar lo fácil que resulta aprovecharlas.

Los investigadores, de hecho, publicaron su herramienta de análisis —bautizada como Don’t Look Up— para que gobiernos y operadoras puedan auditar sus redes. El riesgo, claro, es que cualquiera también pueda usarla con fines menos éticos.

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