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Por qué sigue siendo tan difícil llegar a la Luna: las nuevas misiones fallan por las mismas razones de siempre

Publicado: mayo 19, 2025, 5:24 am

La reciente decisión de la administración Trump de cancelar el cohete SLS y la cápsula Orion, pilares del programa Artemis de la NASA, ha generado incertidumbre sobre el futuro de las misiones lunares tripuladas. Esta medida, que busca redirigir los esfuerzos hacia la exploración de Marte con la colaboración de empresas privadas como SpaceX, plantea nuevos desafíos para el objetivo de regresar a la Luna.

Pero Trump y Marte no son los mayores obstáculos que enfrenta el clásico sueño espacial de alcanzar la Luna. Cuando una nave intenta alunizar, cada segundo cuenta. Cada cálculo, cada sensor, cada gota de combustible debe funcionar con precisión quirúrgica. No hay red de seguridad. Solo una máquina descendiendo sobre un terreno hostil, sin margen de error y con el frío del espacio aguardando en la superficie.

Medio siglo después de que el Apolo 17 dejara las últimas huellas humanas en el satélite, el regreso a la Luna sigue siendo tan difícil como siempre.

Varias misiones, tanto de agencias espaciales como de empresas privadas, han intentado un alunizaje en los últimos meses. Algunas lo han logrado parcialmente. Otras se han estrellado. La tecnología ha avanzado, sí, pero las causas de los fracasos se repiten: trayectorias imprecisas, errores en el descenso, módulos volcados, falta de energía, terreno traicionero…

Así explica esta odisea Zhenbo Wang, ingeniero aeroespacial especializado en tecnologías de guía de la Universidad de Tennessee, en un artículo recogido por AP.

Un blanco móvil a 384.000 kilómetros

Orbitando la Tierra, la posición de la Luna cambia constantemente. Calcular la trayectoria de una nave hacia ella es como encestar desde la otra punta del campo con viento en contra. Un pequeño error al principio puede hacer que la nave llegue al sitio equivocado… o que ni siquiera llegue.

“Los ingenieros deben tener en cuenta la posición en constante cambio de la Luna en su órbita alrededor de la Tierra, la sincronización de las ventanas de lanzamiento y las fuerzas gravitacionales que actúan sobre la nave espacial a lo largo de su viaje. También deben planificar cuidadosamente la trayectoria de la nave espacial para que llegue en el ángulo y la velocidad adecuados para una aproximación segura”, dice Wang.

El ingeniero afirma que “pequeños errores de cálculo al principio pueden provocar errores importantes en la ubicación del aterrizaje, o incluso la pérdida total de una oportunidad”.

Pero llegar es solo el principio. El verdadero reto es frenar a tiempo y aterrizar con suavidad en un terreno desconocido, sin atmósfera que ayude a frenar como en Marte —donde se pueden usar paracaídas—, con temperaturas extremas, polvo, radiación y demoras en la comunicación con la Tierra.

La noche lunar dificulta las cosas

La temperatura lunar oscila entre los 120ºC durante el día y los -130ºC por la noche. La mayoría de módulos están pensados para funcionar solo durante el día lunar, que dura unos 14 días terrestres.

Por este mismo motivo, también es fundamental para estos módulos evitar terrenos peligrosos y de difícil acceso, ya que dependen de la luz solar para alimentar sus instrumentos y recargar sus baterías.

Recientemente, hemos visto cómo Blue Ghost, de Firefly Aerospace, aterrizó con éxito, funcionó durante casi dos semanas y envió datos. Pero cuando cayó la noche, la batería no resistió y el módulo quedó inactivo, como tantos otros antes.

Las misiones privadas enfrentan los mismos problemas

Muchas de las misiones recientes forman parte del programa CLPS (Commercial Lunar Payload Services) de la NASA, que contrata empresas privadas para llevar instrumentos científicos a la Luna. El objetivo es reducir costes y fomentar la innovación.

Pero esas empresas, como Firefly Aerospace, Intuitive Machines o ispace, no cuentan con décadas de experiencia institucional ni presupuestos ilimitados. Cada intento es una apuesta técnica, y muchas veces, una lección cara. La propia ispace ya fracasó en 2023 con su primera misión y ahora intenta redimirse con Hakuto-R Mission 2, prevista para alunizar en junio.

Lo que está por venir

A pesar de los fallos, 2025 será un año récord de actividad lunar. Intuitive Machines planea lanzar la IM-3 a finales de 2025 para probar instrumentos más avanzados y, potencialmente, llevar experimentos científicos de la NASA a la Luna.

El Lunar Pathfinder de la Agencia Espacial Europea establecerá un satélite de comunicaciones lunares dedicado, lo que facilitará que las misiones futuras, especialmente las que operan en el lado oculto de la Tierra o en los polos, se mantengan en contacto con la Tierra.

Cada nueva misión, exitosa o no, suma datos y experiencia. Los científicos e ingenieros están aprendiendo a aterrizar mejor, a sobrevivir más tiempo en la superficie y a preparar el camino para una futura presencia humana estable en la Luna.

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