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Perros 'adictos' a los juguetes: un estudio científico explora el lado compulsivo del juego canino

Publicado: octubre 10, 2025, 1:25 am

Muchos dueños de perros han vivido esta experiencia: su mascota tiene un juguete preferido y su obsesión por este objeto va tan lejos que el can se pone a ‘lloriquear’ si no lo ve o si se lo quitan; o sigue interactuando con él aunque esté agotado o incluso se haya hecho daño jugando. Ahora, un equipo de investigadores de las Universidades de Berna (Suiza) y Viena (Austria), han llevado a cabo un estudio por el que ven sólidas similitudes entre este comportamiento en perros y las personas con adicciones como la ludopatía o a los videojuegos, quienes son incapaces de parar incluso aunque sea perjudicial. Las conclusiones acaban de publicarse en la revista ‘ Scientific Reports ‘. El juego es algo que practican de forma generalizada los mamíferos (sobre todo en sus primeras etapas) y algunas aves, y se identifica como una práctica saludable: nos mantiene activos y nos proporciona felicidad. Sin embargo, nuestra especie ha ido un paso más allá y hemos desarrollado patologías en las que el juego acaba convirtiéndose en un acto compulsivo. Una adicción que, aunque a corto plazo nos pueda ofrecer bienestar, a la larga puede tener consecuencias muy negativas, como deseo intenso, falta de autocontrol, tolerancia, síndrome de abstinencia y riesgo de recaída. «El juego involucra sistemas de neurotransmisores (opioides, cannabinoides y dopamina) que también participan en los aspectos gratificantes de la comida y las drogas», explican los autores en su estudio, capitaneado por las investigadoras Stefanie Riemer y Alja Mazzini. «El juego patológico es un ejemplo de cómo conductas aparentemente normales y placenteras pueden desarrollarse hasta el punto de alterar el funcionamiento social y ambiental habitual». Los perros y los humanos son los únicos que practican juegos durante toda su vida. De hecho, nuestra especie ha potenciado con la domesticación el uso de juguetes entre los perros. «Jugar con juguetes permite a los perros expresar secuencias instintivas de conducta depredadora como perseguir, atrapar, poseer y ‘despedazar’, consideradas intrínsecamente gratificantes según su especie e historia de raza -indican los autores-. Nada de esto es patológico, al igual que jugar o apostar no lo es necesariamente en humanos; pero actividades tan gratificantes pueden volverse obsesivas, y lo mismo podría ocurrir en los perros». Al menos esto es lo que querían averiguar los investigadores: si, al igual que nosotros, estos comportamientos podrían tener similitudes con la adicción que generan algunos juegos en las personas. Para ello, primero identificaron síntomas comunes de adicciones conductuales en humanos a partir de anteriores estudios, como experimentar antojos o no poder controlar un comportamiento. Este ‘decálogo’ de conductas adictivas en humanos lo compararon con las de 105 perros, 56 machos y 49 hembras cuyos dueños describieron como «motivados para jugar con juguetes». Sus edades estaban comprendidas entre los 12 meses y los 10 años, y las razas más comunes eran Malinois (18 perros), Border Collie (9 perros) y Labrador Retriever (9 perros). A estas mascotas se les dio a escoger un juguete al inicio del experimento (pelotas, peluches o juguetes de tira y afloja) con el que después estuvieron interactuando en 14 pruebas en las que se involucraban alimentos visibles o interactuar con el dueño. Gracias a ellas pudieron observar cómo reaccionaban los perros en distintas situaciones. Por ejemplo. cuando el juguete estaba disponible, evaluaban su entusiasmo y placer («modificación del estado de ánimo»). O cuando el objeto lúdico estaba fuera de alcance o prohibido, observaron ver si mostraban frustración, impulsividad o fijación («craving» o deseo irrefrenable; «saliencia» o su fijación en centrarse en los elementos o la información que más les llamaba la atención y a ignorar el resto; y «falta de autocontrol»). Por otro lado, cuando existían alternativas como la comida o juego social con sus compañeros humanos, comprobaron si el perro podía distraerse o seguía obsesionado con el juguete. Finalmente, también se fijaron en la fase «cool down» o si los perros seguían buscando el juguete una vez se retiraba de su vista. Además, los dueños completaron un cuestionario sobre la conducta de sus mascotas en la vida cotidiana (por ejemplo, si «olvida todo cuando hay una pelota» o «juega a pesar de hacerse daño»). Los resultados revelaron que 33 de los 105 perros analizados mostraron «comportamientos coherentes con tendencias adictivas». Es decir, eran análogos a lo que experimentamos las personas con ciertos juegos. En concreto, estos canes mostraban mayor fijación en el juguete, incluso cuando había comida o el dueño intentaba jugar sin él; también tenían más dificultad para relajarse o redirigir su atención cuando el juguete se retiraba; en ocasiones, incluso renunciaban a comer o socializar por seguir intentando acceder al juguete. Aparte, estas puntuaciones se correlacionaron significativamente con las respuestas de los dueños en el cuestionario. No obstante, no hubo diferencia entre grupos en el criterio de «placer al jugar», lo que sugiere que la conducta adictiva no se debía solo a disfrutar del juego, sino a una compulsión por obtener el juguete. El estudio advierte que esta alta motivación, aunque útil en entrenamiento, puede tener efectos negativos en el bienestar (lesiones, frustración, pérdida de interés social). No obstante, señalan que «se necesita más investigación para determinar las razones por las que los perros interactúan excesivamente con los juguetes y si esto puede afectar negativamente su bienestar».

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