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No todos los antidepresivos son iguales: un estudio encuentra grandes diferencias en los efectos sobre el corazón y el metabolismo

Publicado: octubre 23, 2025, 10:23 pm

Aunque puedan tener mecanismos de acción similares, el impacto de los antidepresivos de uso más común sobre otros aspectos de nuestra salud son muy diferentes. De hecho, pueden tener perfiles muy distintos en cuanto a efectos adversos sobre la presión arterial, los niveles de colesterol o glucosa o la frecuencia cardíaca, por lo que es importante ajustar las guías clínicas y vigilar de cerca a los pacientes que los reciben.

Así lo ha concluido un gran metaanálisis publicado en la revista científica de alto impacto The Lancet y liderado por investigadores del King’s College de Londres y la Universidad de Oxford. El trabajo incluye resultados 151 ensayos clínicos y 17 informes de la administración de medicamentos y alimentos (FDA) estadounidense que en conjunto reúnen datos de más de 58.500 participantes, lo que lo convierte en una de las mayores investigaciones de su clase sobre esta cuestión.

Datos sobre 30 antidepresivos diferentes

Los investigadores se centraron en 30 antidepresivos diferentes, muchos de ellos de uso común (agomelatina, amitriptilina, bupropión, citalopram, clomipramina, desipramina, desvenlafaxina, doxepina, duloxetina, escitalopram, fluoxetina, fluvoxamina, imipramina, levomilnacipran, maprotilina, mianserina, milnacipran, mirtazapina, moclobemida, nortriptilina, paroxetina, fenelzina, reboxetina, selegilina, sertralina, trazodona, trimipramina, venlafaxina, vilazodona y vortioxetina) empleados en monoterapia para el trastorno depresivo mayor, la depresión psicótica, la depresión atípica, el trastorno depresivo mayor con trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno depresivo mayor con trasorno multisomatoforme, trastorno depresivo mayor con dolor, distimia, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de ansiedad social, trastorno de pánico, trastorno de estrés postraumático, la fibromialgia y el trastorno afectivo bipolar.

En base a estas evidencias, los autores del trabajo encontraron diferencias importantes entre los fármacos en términos de sus efectos metabólicos y hemodinámicos, que podrían ser relevantes a la hora de optar por uno u otro para el tratamiento de cada paciente.

Por ejemplo, comprobaron que los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) paroxetina, duloxetina, desvenlafaxina y venlafaxina se asociaban comúnmente con incrementos significativos en la concentración de colesterol total en la sangre, y además la duloxetina también elevaba los niveles de glucosa en sangre. Paradójicamente, todos estos fármacos tendían a reducir el peso corporal.

Diferencias de hasta 4 kilos en el peso corporal

De la misma manera, encontraron una diferencia de hasta 4 kg en el cambio medio de peso entre opciones como la agomelatina y la maprotilina; una discrepancia en el cambio medio de frecuencia cardíaca de hasta 21 latidos por minuto entre la fluvoxamina y la nortriptilina, y una diferencia de más de 11 milímetros de mercurio (mm/Hg) en el cambio medio de presión sanguínea sistólica entre la doxepina y la nortriptilina.

Otro punto interesante es que la probabilidad de efectos secundarios sobre estos parámetros de la salud no se producían por igual en todos los pacientes. Un mayor peso corporal al comienzo del tratamiento incrementaba el riesgo de experimentar incrementos de la presión sistólica, alanina transferasa en sangre o aspartato aminotransferasa en sangre (respectivamente ALT y AST, dos enzimas que se miden para evaluar la salud hepática). Por su parte, una mayor edad al inicio de la terapia se relacionó con mayores aumentos de la glucosa en sangre.

Finalmente, hay que destacar que los efectos adversos metabólicos eran independientes de la eficacia de los fármacos, ya que no se asociaban con los cambios en los síntomas de los pacientes.

Una base para personalizar las prescripciones

Aunque el estudio tiene algunas limitaciones (no indaga, por ejemplo, en la evolución de estos efectos adversos a lo largo del tiempo; por otra parte, tampoco disponemos de evidencia suficiente para conocer el efecto en el cuerpo a lo largo de períodos más prolongados), destaca por su solidez metodológica y su gran muestra de población.

Los autores subrayan que sus conclusiones no deberían disuadir a las personas de recibir un tratamiento que pueden necesitar para abordar su situación de salud mental, sino que ahondan en la necesidad de adaptar los tratamientos a cada individuo según sus características particulares y de mantener una vigilancia médica estrecha.

Por eso, precisamente, y teniendo en cuenta que no ofrece información sobre otra clase de efectos secundarios comunes de estos tratamientos (como los que afectan a la salud sexual), sí que argumentan que suponen una evidencia robusta de cara a mejorar la precisión de las prescripciones, de manera que se mejore el balance de riesgos y beneficios en cada caso.

Referencias

Toby Pillinger, Atheeshaan Arumuham, Robert A McCutcheon, Enrico D’Ambrosio, Georgios Basdanis, Marco Branco et al. The effects of antidepressants on cardiometabolic and other physiological parameters: a systematic review and network meta-analysis. The Lancet (2025). DOI: 10.1016/S0140-6736(25)01293-0

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