Publicado: junio 13, 2025, 10:23 pm
Lo más normal si nos preguntaran por la frecuencia con la que lavamos nuestra ropa, es que respondiésemos que cuando está sucia, pero se trata de un ritual más importante de lo que imaginamos. En una sociedad en la que todo está desinfectado, higienizado, esterilizado (al menos en teoría)… la limpieza de las prendas que van directamente sobre nuestra piel es clave para la salud general.
Y no solo eso: mantener limpio nuestro pijama va a contribuir a un mejor descanso nocturno. Oficialmente, organismos como el Instituto Americano de Limpieza, recomiendan una media de 3 a 4 usos para ‘echar a lavar nuestro pijama’. Sin embargo, esta cantidad va a variar en función de numerosos factores (la estación del año, cuánto suda cada quien, el material de la ropa, transpiraba o no…). Hablamos con Víctor Jiménez Cid, catedrático de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid.
El pijama, ¿un ‘vehículo’ para transmitir infecciones?
Para empezar a entender cómo la ropa con la que dormimos puede afectar a nuestra salud, el catedrático consultado comienza explicando que «las prendas que están en contacto directo con la piel y las mucosas, se consideran ‘fómites’ en jerga epidemiológica». ¿Y qué significa eso? «Que son objetos inanimados que actúan como medio de contagio indirecto de enfermedades infecciosas entre personas».
El experto incluye en esta categoría la ropa, y muy especialmente «ropa interior, sábanas y toallas. Por eso la recomendación siempre va a ser no compartirlas y lavarlas con frecuencia. Los pijamas estarían ahí, entre la ropa interior y las sábanas».
Sobre este asunto hay mucha literatura científica, es decir, «resultados de estudios en el ámbito hospitalario, con protocolos estrictos de higienización. Todos recordamos el caso de la ‘viruela del mono’, que entre otras muchas enfermedades causadas por virus, bacterias, hongos (dermatofitos, como las tiñas o el pie de atleta) y parásitos (la sarna, por ejemplo) se pueden transmitir por esta vía».
La higiene básica para mantener los microorganismos a raya
En el ambiente doméstico, en ausencia de enfermedades infecciosas y con los estándares de higiene normales, «la microbiota con la que dormimos es parte de nosotros y con mantenerla a raya con un lavado periódico razonable es suficiente para estar saludables», dice el microbiólogo.
Eso sí, ponernos prendas absolutamente secas es fundamental. «Los microorganismos que conviven con nosotros, la microbiota de la piel, será abundante en nuestras prendas y proliferará mucho si le proporcionamos un ambiente húmedo, generando compuestos volátiles que son la causa del olor a sudor«.
«Bacterias gram-positivas de la piel, como staphylococcus o cutibacterium, entre otras decenas de géneros, van a estar presentes en abundancia en nuestros pijamas, sábanas, etc. También en el polvo de la casa, porque nuestra piel está continuamente expulsando células de su capacidad externa queratinizada cargadas de bacterias». Y esos microorganismos vamos a compartirlos con nuestros convivientes, sin duda.
Inmunizarnos sí, pero exceder la carga microbiana no
Cada persona tiene su microbiota personal, dependiendo de múltiples factores, pero no es intransferible. Se ha demostrado que quienes comparten lecho comparten bastantes microorganismos de su microbiota. Incluso con sus mascotas. «Y eso no es malo, pero, como todo, un exceso de carga microbiana no es bueno«.
Si dejamos que los microbios proliferen a su albedrío, aunque no sean especies necesariamente peligrosas, «su sobrecrecimiento provocará olores, riesgo de infección de pequeñas heridas, etc. De ahí la recomendación de echar el pijama a lavar cada dos o tres días. En este punto, hay científicos que abogamos por un control de los microorganismos no obsesivo, una higienización, no tanto una desinfección».
En la otra cara de la moneda: ¡cuidado con los detergentes!
El uso en exceso de detergentes agresivos y desinfectantes fuertes «puede poner a nuestra piel en contacto con productos de la industria química cuyo nexo con la especie humana data solo de las últimas décadas. Estos compuestos ‘xenobióticos’ (ajenos a la vida) está detrás de irritaciones y alergias«, advierte el experto.
Además, nuestra microbiota de la piel, mantenida en niveles razonables, «forma parte de nuestras defensas frente a la invasión por bacterias patógenas y participa en el entrenamiento normal de nuestro sistema inmunitario. Eliminarlas del todo es contraproducente».
De ahí la recomendación de los microbiólogos de «no utilizar jabones y detergentes agresivos ni en nuestra piel para la higiene diaria, ni para la limpieza de nuestros tejidos. Por el contrario, hay que apostar siempre por rutinas de higiene a base de productos naturales», concluye Víctor Jiménez Cid.