Publicado: septiembre 19, 2025, 1:40 pm
Tokio respira por primera vez desde la primavera, al fin un día por debajo de los 30 grados, y los aficionados al deporte se reparten entre el Estadio Nacional, el magnífico escenario del Campeonato del Mundo de atletismo, con la firma de Kengo Kuma y madera de las 47 prefecturas de Japón, y el mítico Ryogoku Kokugikan, el Wembley del sumo, que abre sus puertas los meses impares y donde esta semana cerca de 11.000 personas se deleitan con los combates que comienzan por la mañana y alcanzan su punto álgido por la tarde, cuando aparecen, colosales, serios, casi un monumento en sí mismos, los yokozunas Onosato y Hoshoryu. Hacen toda una liturgia, como los pisotones contra la arena para ahuyentar los malos espíritus, o lanzar un puñado de sal sobre el círculo, el ‘dohyo’, para protegerse de las lesiones en cuanto se embistan como búfalos. A María Vicente, que acaba el primer día del heptatlón bien encaminada hacia un nuevo récord de España (lo tiene desde 2021 con 6.304 puntos), también le gustaría mantener a raya las lesiones, pero no sabe cómo y sufre todo el verano después de reaparecer tras la rotura del tendón de Aquiles el año pasado.