Publicado: junio 16, 2025, 5:24 am
La clasificación errónea de un correo electrónico es más que una molestia: el riesgo para la seguridad puede ser muy alto, además de requerir una gran inversión de tiempo.
Si el email se marca como malicioso sin serlo, la productividad se paraliza igualmente; los usuarios pueden perder mensajes importantes; y la frustración de los equipos técnicos por recuperarlos aumenta.
No obstante, si un correo malicioso se cuela, las consecuencias podrían ser muy graves: filtraciones, pérdidas de datos y daños económicos.
Tradicionalmente, la seguridad del correo electrónico se ha basado en una clasificación binaria: los emails maliciosos se ponen en cuarentena y si son seguros se entregan en la bandeja de entrada del correo. Esta simplificación excesiva ignora, sin embargo, un punto intermedio fundamental: los mensajes sospechosos.
Ahí no hay indicadores definitivos, pero se dan unas características que justifican el tener precaución ante estos correos electrónicos. Esta categoría intermedia es crucial, porque una mala gestión de estos mensajes puede exponer a ciberamenazas o emails legítimos en cuarentena.
Por lo tanto, si los equipos de seguridad saben distinguir con precisión entre correo malicioso, sospechoso o spam, se pueden reducir los riesgos, minimizar las interrupciones y restaurar la confianza en el contenido de la bandeja de entrada. Estas son algunas señales:
Emails seguros: comunicaciones fiables
Estos mensajes legítimos proceden de remitentes conocidos y dominios autenticados sin indicadores de phishing, malware o intentos de ingeniería social. Como principales atributos están la verificación del remitente con método de autenticación —SPF, DKIM o DMARC— para confirmar que el correo electrónico procede de una fuente de confianza, ausencia de adjuntos o enlaces maliciosos, legitimidad del contenido sin lenguaje urgente o técnicas manipuladoras y coherencia del comportamiento del remitente con patrones del pasado. Una vez comprobada la seguridad de estos mensajes, se enviarán con confianza a la bandeja del destinatario.
Emails maliciosos: amenazas que requieren cuarentena inmediata
Los correos electrónicos con cargas dañinas o tácticas de engaño, normalmente se ponen en cuarentena automáticamente por riesgo evidente. En esta categoría entran los intentos de phishing para robar credenciales, archivos adjuntos con malware que ejecutan código malicioso cuando se abren, falsificación de remitentes en un intento de manipular a los destinatarios para que realicen acciones dañinas, o indicadores de compromiso. Ante estos criterios, los equipos de seguridad deben tomar medidas decisivas: cuarentena, alerta a los usuarios y bloqueo de dominios asociados.
Correos sospechosos: el desafío de la ambigüedad
Entre lo seguro y lo malicioso, el terreno en el que se mueven estos mensajes hace saltar las alarmas, pero carecen de pruebas definitivas de que sean una amenaza. Esta ambigüedad es la razón por la que gestionarlos supone un gran reto. Hay comportamientos inusuales del remitente, el correo electrónico procede de un dominio desconocido, el lenguaje es urgente o manipulador, o bien los documentos adjuntos y enlaces no son escaneables. Estos correos sospechosos ponen a los equipos de seguridad en una situación difícil: si se ponen en cuarentena, podría provocar trastornos si resulta finalmente que son legítimos; sin embargo, si se permite el paso de estos mensajes, habría una exposición potencial a amenazas.
La necesidad de un enfoque matizado para tratar mensajes confusos
A la hora de tratar estos mensajes, el reto consiste en encontrar el equilibrio adecuado entre la seguridad y la continuidad de la actividad. Ante una cuarentena indiscriminada, pueden producirse falsos positivos o ralentizar las comunicaciones. Por el contrario, si se dejan pasar los mensajes sospechosos, aumenta el riesgo de caer en un intento de phishing bien elaborado.
El contexto es importante, de ahí que la interpretación humana sea necesaria, siendo conscientes de que las apariencias engañan cuando entran en juego unos ciberdelincuentes que perfeccionan constantemente sus tácticas para evadir la detección.
Por eso, en lugar de elegir entre la entrega y la cuarentena, los equipos de seguridad deben establecer un protocolo claro para los correos sospechosos, que incluya: enrutamiento a una cuarentena separada para revisión, análisis de comportamiento con IA para refinar la clasificación, orientación a los usuarios sobre inspección segura, facilitación de la notificación de amenazas y formación en ciberseguridad.
Más allá de las etiquetas de seguro o malicioso, los emails sospechosos son una categoría crítica que requiere atención. Para equilibrar la seguridad y la eficacia, es necesario adoptar un enfoque multicapa que combine detección avanzada, mayor concienciación entre los usuarios y políticas de cuarentena adaptables.